Siguiendo la línea que marcaban mis impulsos,
realicé un sin número de actividades con el fin de cansar a mi cuerpo y así poder conciliar más rápido el sueño.
Quería alejarme de todo, y podía hacerlo, excepto por un sueño de amor que había nacido en mí hacia unos meses atrás.
En medio de la playa encendí una fogata;
me recosté en un camastro,
y mirando a la nada, cerré mis ojos perdiendo la noción del tiempo y también de la realidad.
Al abrirlos, estaba a unos pasos de mí, el chico de mis sueños y de mis más ardientes deseos, pero no lo podía creer.
Me miraba con atención, y su mirada reflejaba una ardiente lujuria.
Se acercó lentamente hacia donde me encontraba recostada y sin presentación alguna, sin decir palabra, me empezó a besar.
Sus ardorosos labios me hacían temblar,
quería escapar, pero él me retuvo dulcemente y siguió devorando mi boca.
Me olvide de todo,
empecé a rendirme a sus encantadores besos y di rienda suelta a la pasión que estaba provocando en mí.
Él al ver que no ponía resistencia y correspondía a sus deseos,
me tomó en sus brazos y me llevó a una habitación donde la música era suave y solo una tenue luz carmesí iluminaba el lugar.
Con caricias intensas y besos apasionados recorrió cada parte de mi cuerpo,
y en respuesta a esas caricias, hice lo propio con mis labios, al suyo.
Mi lengua pasando sobre su espalda deleitaba mis sentidos y aumentaba mi deseo por él.
Lo mordía suavemente, mientras mis manos se perdían en su pecho y en su vientre.
Besaba su cuello, sentía su respiración cerca de mí,
eso me hacia estremecer;
notaba como él lo disfrutaba, estaba extasiado.
Pero no me era suficiente,
así que con mi boca bajé por su pecho recorriéndolo suavemente, y así hasta llegar a su parte más íntima y sensible.
Con los nervios de una primera vez, y mezclada con el deseo que desde hacía tiempo atrás me venía emergiendo,
introduje en mi boca su vigoroso falo y empecé a degustarlo, a saborearlo una y otra y otra vez,
subía y bajaba poseída por una sed insaciable.
Escuchaba atentamente sus balbuceos que me motivaban a seguir, y a su vez lograba que aumentara el ritmo de mi boca y mi lengua.
Sin poder contener su pasión desbordante me volteó sobre la cama y me besó con vehemencia despojándome de la poca ropa que traía.
Haciéndome lentamente suya como si comprendiera que era mi primera vez, con mucha ternura y compresión, pero con un ávida lascivia, se introdujo dentro de mí siguiendo un ritmo suave y ascendente.
La mezcla de caricias, besos apasionados y palabras subidas de tono, provocaron que la pasión del momento estallara.
De aquella manera nos perdimos en esa vorágine de caricias y gemidos hasta que yo me sentí explotar, y de él emergiera un último gemido, evidencia triunfal de haber alcanzado un placer extático inconmensurable.
Entre abrazos y caricias escuchaba en mis oídos sus palabras dulces y llenas de amor, hasta que me quedé dormida,
Las gotas de agua que las olas del mar salpicaban, me despertaron,
y entonces descubrí que todo fue un sueño;
sin embargo, fue el sueño más hermoso;
y más aún, es el reflejo de lo que ambos sentimos y que uno de estos días lo haremos realidad.
Bibi
No hay comentarios:
Publicar un comentario