lunes, 25 de diciembre de 2023

Tormenta y vendaval



Es curioso cómo el estado de ánimo puede cambiar tan fácilmente cuando te dicen cosas importantes sobre la realidad que intentas construir.

Todo este año estuvo simple, sin sabor, calmo, y de repente aparece sin pensarlo una chiquilla de esas que son jodidas y pierdes la cabeza inevitablemente. Luego un día se enoja y con la cabeza perdida ya poco hay que hacer. Escribes por inercia, porque era la costumbre, porque el sentimiento está caliente y debes sacarlo de adentro o te quemará...Y lo sacas y el miedo por lo que pueda desatar desaparece, porque eres un escritor, ¡maldita sea!, ¡eres un jodido escritor de esos que nacen cada mil años!, y necesitas experiencias para poder plasmarla en páginas y páginas que solo las personas indicadas leerán, porque las palabras correctas solo se mostrarán a los ojos dispuestos a ver.

Entonces las discusiones y problemas deben ocurrir para probar de qué estamos hechos los hombres buenos; por desgracia no tenemos mayor resistencia, somos frágiles seres como un niño que ha perdido a su madre en el tumulto y a pesar que llora nadie lo socorre.

El niño se cría solo en medio del barullo odiando al mundo, y deseando la destrucción total para mañana mismo ojalá, pero mañana el mundo seguirá girando, al amanecer el sol volverá a salir y las estrellas volverán a brillar tras el atardecer.

Y el niño que ya no es niño se da cuenta de que solo es un pobre diablo entre tantos más, que nada en él hay de especial y que solo se engañó a sí mismo cada anochecer, soñando que había un lugar para él en el mundo donde aceptaran su fracturado corazón, pero al despertar el sol vuelve a brillar, le ciega la mirada, y le quema la carne. Entonces se oculta del mundo y se refugia en la más eterna oscuridad.

Ahí se siente tranquilo; en medio de la penumbra los seres que han sido condenados lo acompañan en silencio, nunca dañándolo, pero siempre demostrando que están ahí para él, porque es uno de ellos y tarde o temprano deberá marchar a su lado.

Mas contra todo pronóstico el niño que ya no es niño, se sienta en la cima de una montaña a meditar y el recuerdo llega a su mente: tenía algo dentro de su pecho, una llama verde como los campos más cuidados por la mano de Dios, y esa llama le dijo durante bastante tiempo que aguantara, no importase lo que ocurriera, aguantara, que ningún dolor es eterno, que mejores días vendrán.

Pero el niño que era de por sí demasiado estúpido y lento para comprender las cosas importantes, solo obraba con lo que sentía en fuero interno, atacaba y devoraba las palabras, exprimía las ideas de su mente y las obligaba a salir en escritos vulgares y poco inteligentes, pero las escribía en hojas de hierba que el viento las hacía volar lejos, tan lejos qué un día lograrían llegar al lugar indicado donde le devolverían la señal. Un día ocurrió, duró poco y la señal se perdió en la inmensidad, en un precioso y claro cielo de octubre.

Pero ahora aquella señal ha vuelto a aparecer en forma de tormenta, trayendo todo un caos consigo, dejando desastres a su paso, pero inolvidables; ha llegado en un momento inesperado y esta vez no la piensa dejar marchar, desea poder impregnarse del aroma que desprenden sus acaramelados rizos.
Sentir el tacto de su piel.
Ver su alma reflejada en sus ojos de cristal...No, no va a permitir que se vaya, no sin antes entregarle todo el amor del que es dueño.

Ha recogido trocitos en el camino y con ellos ha formado una rosa, solo una, pero tan pura y tan olorosa, que ni en el jardín del Edén podría existir. La meta: ponerla de adorno en su cabellera, mientras la abraza como se abraza lo más preciado, la mira como se mira la más absoluta belleza y de su boca sale el más sincero: te amo, mi amor, y terminar besándola como nunca la han besado.


«Sí, ella es una tormenta y yo un pequeño vendaval... ahí ya nada hay que hacer».


Malayerba

lunes, 18 de diciembre de 2023

Una estrella en el cielo


La noche gélida se torna cálida cuando camino largamente y el ejercicio eleva la temperatura corporal, aunque no tanto como cuando roza mi cuerpo con el suyo en el vaivén de los sexos:

Aferrada a mi cadera —luego de habernos sacudido del cuerpo las ganas de besarnos y dejarnos las manos en las incalculables caricias— la suya se descontrola en ritmos frenéticos tanto más deliciosos cuando más bruscos son cerca de alcanzar el orgasmo. 
Jadeamos fuerte como animales en celo en el primer combate, puesto que al fin y al cabo, lo somos.
Animales que pierden la poca razón que les deja los días en los que no se ven, y se obligan a ser comunes y corrientes para pasar desapercibidos en un mundo que condena a los que se dan la buena vida.

Los espasmos de la segunda embestida, se tornan más exquisitos y satisfactorios, producto de una unión que olvida la materia para fundirse en el campo cuántico por no llamarle álmico. Proceso aquél en el que permanecemos abrazados en una sintonía que acompasa la danza de los corazones que se aman en la perpetuidad.

La tercer descarga es la más serena, la más compacta, la más sustancial, porque si algo se aprende en la vida, es que la tercera es la vencida. Y es aquí
cuando tras sobreponernos las anteriores veces, reafirmamos el acto de vencer todo lo que se considere obstáculo en la búsqueda del placer.

El resto de la noche no requiere más aclaración que la del agua en el arroyo, ella es el agua; ella es la vida; ella es la que fluye y yo, yo soy quien se deja llevar por su cauce.
O la de la estrella solitaria en el cielo: solo una estrella acompañando a la luna; ella es ese paisaje nocturno que trasciende todos los sentidos, y yo, yo soy el observador que se siente trascendido.

Debo confesar que yo era un tipo inocente, del más puro linaje, límpido en alma y cuerpo, hasta que apareció ella, y con ella vino el recuerdo de que un día fui un pecador, o quizá fueron varios días, tal vez fueron vidas de eterno placer, no estoy seguro. Es posible que haya planeado para esta vida la serenidad del alma y el distanciamiento de la carne, pero con ella, la iluminación del ser puede esperar, no me importa volver a condenarme y echar por la borda otra existencia, total son infinitas y para ser precisos, mi bella mujer de perfectos rizos, vale esta y muchas vidas más.

En cualquier caso tengo la imperiosa necesidad de sentirme afortunado porque la he encontrado: una chica perversa, jodida y traviesa... Preciosa cuanto más me hace adorarla... Hermosa cuanto más me enseña a amarla.



Malayerba

martes, 12 de diciembre de 2023

Noches frías


«Hay noches frías que se vuelven cálidas a su lado. No tanto por el sexo, sino por ella misma, porque está ahí conmigo, hablando, sonriendo, a veces llorando... generalmente llora mucho, no pues sí, es bien llorona, ja, ja, me encanta; la amo». 

Últimamente he caído en la cuenta y quizá deba dar la razón a quién dijo aquello que parece ser muy cierto: dejar de buscar las cosas y llegarán; pero también es cierto que, dejar un rastro con el se te pueda identificar ayuda. 

Y entonces me siento dichoso de haber encontrado a una mujer para mis humildes gustos: Linda, claro, cómo si no, si yo soy feo, ella debe ser preciosa para equilibrar la balanza. Caprichosa, bueno, quién no lo es cuando algo desea, yo también lo soy. Buenos pechos, obvio, este bebé necesita terminarse de criar, pero no hablemos de su cuerpo que si no me excito y este texto no podrá ser terminado. Pero debo añadir que los lunares en su cuerpo blanco como el mármol y esas pecas en su rostro como un par de estrellas en el cielo nocturno, me hacen ver que estoy presenciando algo mágico. 

Sin embargo, a veces soy un guarro y no puedo evitarlo, mucho menos no presumir a quien tengo a lado. El mundo debe saber que estoy enamorado, de ella, sí, de ella... Me encanta cuando las noches se tornan frías, porque entonces es necesario quedarse en casa, meternos en las cobijas y entrar en calor con el roce de nuestros cuerpos. A ella le encanta correrse, cómo si no, es tan natural querer sentir la satisfacción de lo que es placentero, no olvidemos que a este mundo hemos venido a disfrutar de lo que es bueno.

Sus espasmos van en aumento, empezamos por uno la primera vez y ahora ya completa los cinco antes de agotarse, pero intuyo que fácilmente podría alcanzar los siete antes de desvanecerse por completo, y en un futuro quizá sean más de diez... A veces temo haber despertado un monstruo insaciable, pero si así lo quiere el universo, ¡que así sea! Yo estaré más que dispuesto a llenarla con todo el amor del que soy dueño... 

«Todo mi universo para ella... Todo lo que soy es para ti...».

 Malayerba

jueves, 7 de diciembre de 2023

Princesa ll


No tengo ni puta idea de lo que estoy haciendo, solo sé que la amo y la quiero conmigo el resto de mi vida. 

No sé en qué infierno y con qué diabla me estoy metiendo, pero estoy dispuesto a morir por ella si la situación lo amerita.

Sé que ha pasado por mucho y ha sufrido bastante, pero sigue ahí, fuerte como una roca de granito, imponente como la montaña más elevada. Y yo quiero ser el artista que de esa roca obtenga la máxima escultura, y el escalador que conquiste la cima poniendo en alto la bandera del amor. 

Tengo una corazonada tremenda. 
Siento un palpito monstruoso.
Tengo aquí dentro un sentimiento floreciente que me obliga a amarla, que me obliga a adorarla. 
Tengo aquí dentro una ganas infinitas de ti, de lo que eres, de querer estar contigo hasta la muerte y más allá...

...Yo solo quiero seguir siendo feliz y afortunado porque tengo a la chica más guapa del mundo a mi lado. 

Amarte, princesa, amarte con todo el amor del mundo no es suficiente.

Malayerba

viernes, 1 de diciembre de 2023

Del susto


No soy de contar intimidades de quien se dispone a ocupar el título de «la mujer de mi vida», pero al lector es necesario referirle acontecimientos tan importantes e informativos como el que narraré a continuación, por si al igual que yo se ve enfrentado a situación parecida y estas palabras le tengan a bien prevenirlo para no llevarse algún susto.

Procedo sin más dilaciones a referir el asunto:

Estábamos ya en el acto que los jóvenes y la sociedad tienden a llamar vulgarmente, el delicioso, aunque no exista palabra más exacta para describirlo. La faena se pronosticaba exitosa en toda regla porque como bien he mencionado, la chica en cuestión que no es sino una hembra de esas que no se olvidan aunque la vida se extinga, y no por ser sino otra cosa que una mujer especial como lo es la antimateria para los físicos, el éter para los filósofos, el alma para los religiosos, el alimento para los hambrientos... es decir, ella es mi amor, nombre con el que la reconozco desde hace un tiempo.

La calentura del momento se dio como bien es sabido —de la nada— así como cuando las cosas salen tan buenas que mejor es imposible, sin comerlo ni beberlo. Estábamos pues hablando de todo y de nada, política, hospital, seguridad, limosnas, en fin, esas cosas que se comentan cuando se pretende adquirir más experiencia en el campo del conocimiento. Y estábamos ahí, yo cuidándola porque había salido del proceso de un control de salud, por un ligero quebranto que la había aquejado hace poco.

Entonces así como cuando las cosas tiene que ocurrir, miró a mis ojos con los suyos propios, esos bellísimos luceros que tanto iluminan mi alma, y en ellos descubrí que mi princesa quería un poco de placer, y no faltaba sino una señal como bien convenido lo tenemos, que cuando hay hambre, el otro debe estar presto para ser devorado.
Generalmente el contagio es ineludible, y así los dos terminamos más calientes que las puertas del averno.

Ya se había desvanecido en un primer orgasmo inyectado con tanto amor, que le sobró para tener el segundo sin mayor demora, y pese a que las ganas ya satisfechas estaban, llegó un tercero que nunca cae mal, pero he aquí la desventura, pues este, aún más placentero y armonioso que los anteriores, fue más catastrófico para su joven corazoncito.

Apenas acabado de correrme en ella y ella feliz de recibirme derramose conmigo, su semblante se puso tenso y el llanto asomó en sus ojos por el miedo de sentirse morir.
No tan veloz como el sentimiento de angustia que comenzaba a consumir a mi amada al ver tal cambio, inquirí el motivo del particular y he aquí que me refirió que su pecho dolía, que algo dentro quería detenerse.

Apresuré los cuidados en el acto, y un instante después ya estaba a su lado hablando con tacto y guiándola por el mejor método de conservar la calma, el poder de la respiración. 

Así pues, con inhalaciones y exhalaciones profundas, hube de guiarla a recuperar la tranquilidad de lo que anteriormente harto disfrutamos.
Poco a poco se fue recomponiendo, bebió un trago de agua para enfriar los nervios y luego ya serena se recostó en mi pecho. La abracé y la acaricié como se abraza y se acaricia a quien se ama con el mayor de los afectos. Volvió entonces el apaciguamiento a nuestros corazones, que el mío —hay que decirlo— quiso descomponerse al saber que el de mi doncella se rehusaba a seguir con su labor.

Por fortuna todo terminó bien, pero bien cierto que la recomendación que deben seguir el lector es: que no se deje llevar por las voluptuosas pasiones cuando alguno de los dos ha tenido un día largo y el médico ha decretado guardar reposo, pues obedecerle a quien sabe más, es de gentes responsables y obrar cuando la mejoría sea completa, es de sabios.

Es posible que por el desequilibrio de la presión arterial, hubiese existido cierta descompensación en el lugar importante del motor humano y esto haya hecho peligrar nocivamente su salud.

Para decir más, señorita sepa que la amo como solo un buen hombre honrado y de principios como yo puede hacerlo, mas sé que al sus ojos leer esto, se pondrá molesta por compartir con las buenas gentes nuestra deliciosa aventurilla, pero tenga bien en cuenta que no lo he hecho con mayor propósito que el de fines educativos, quizá no me dirija usted la palabra el resto del día, pero no se olvide, que yo a usted mucho la amo.

Malaya



lunes, 27 de noviembre de 2023

 

No pretendía ser su héroe, su salvador, su príncipe azul o el amor de su vida. Solo quería ser el hombre que la acompañara en sus mejores y peores momentos, ser su sirviente, su discípulo y su amo, todo de acuerdo a la situación; solo pretendía ser el prospecto de varón que a una mujer como ella llenaría de satisfacción.

Pero no se puede forzar a las circunstancias, no se puede forzar la cerradura, no se puede ingresar sin ser invitado. No pude ir más allá de su sonrisas, de sus miedos, de sus sueños.

Mas no me arrepiento de nada, hice todo lo que mi corazón dictaba con la mejor de las intenciones, solo puse todo mi esfuerzo en quererla como me lo dictó la consciencia... di todo lo bonito que tenía, todo lo bueno que quedaba de mí.

Pero mis demonios jamás han podido ser vencidos, no importa cuanto lo intente, no importa cuanto los enfrente, no importa cuanto me esfuerce, solo soy un niño que huyó del aprendizaje, un niño que se extravió del camino por seguir a una mariposa y no pudo volver a encontrar el sendero. 
El niño se perdió en la inmensidad de lo incomprensible y tuvo que aprender a sobrevivir a lo tonto, y más tonto me he vuelto con el tiempo. Vivo envidiando a quienes todo lo poseen aunque no tengan más que harapos sobre sus carnes, pero sonríen de corazón. Vivo envidiando a quienes siendo nefastos como lo describe el diccionario han encontrado un amor que les sostiene y les anima a seguir.

Y al final aunque intente salir siempre vuelvo a caer en el pozo, profundo y solitario, oscuro y doloroso, triste y vacío. Me voy al rincón, abrazo mis piernas, escondo mi cabeza y lloro hasta quedarme dormido.

Te he buscado en sueños, en las drogas, en las estrellas, pero ya no hay ningún rastro de ti, han pasado años y aún no acepto tu ausencia, eras la luz y yo la mariposa que no te pudo alcanzar...


Yerbita

domingo, 26 de noviembre de 2023

No hay razón



Tengo que escribirlo, porque si no lo hago ahora no lo haré nunca. Quién sabe si mañana será igual que hoy, puede ser mejor, quizá peor; la verdad no me quiero arriesgar. 

Quiero que ella sepa que se está convirtiendo en lo que jamás pensé que volvería a vivir. Que poco a poco ella es la fuerza del mar que choca contra la roca y la erosiona a cada golpe; yo soy esa roca y ella es el mar que con cada cosa nueva que me enseña me va figurando a su ritmo y a su antojo.

Me voy haciendo suyo no importa cuanta resistencia le ponga. Me voy haciendo suyo por puro gusto, porque no veo otro mejor lugar en el mundo para apoyar mi cara que su pecho, ni cobijo más cálido que sus brazos. Le he dicho «te amo» como respuesta al suyo sin pensarlo, de manera impulsiva y sin temor, porque quiero que sepa que lo hago aunque en realidad no entienda la razón del particular; la he buscado y no la encuentro; 
quizá es que soy idiota, supongo que nunca he dejado de serlo,
quizá es que me encanta amar hasta que duela y se me hagan llagas en el alma, 
o quizá y a lo mejor la razón no la hay...
o quizá es que simplemente ella es la mujer de mis sueños más profundos, esos en los que he sido eternamente feliz.


Malayerba

viernes, 24 de noviembre de 2023

La elegí primero

Y de alguna manera que no he pronosticado empiezo a amarla. Nace en mí el sentimiento de la gracia eterna, ese que te obliga a sonreír de estúpida manera cuando vas por la calle.

Se acrecienta en mi corazón un apasionado fuego en base a la obtención de su cariño, a la comprensión de sus arranques de ira, de llanto, de risa, sus cambios de humor tan repentinos, en fin, todo aquello que la vuelve humana y también vulnerable. ¿Cómo no quererla así? Es perfecta para mí: a veces tonta, a veces ingenua, a veces muy seria y a veces demasiado lista, tanto, que me quedo tonto ante su belleza porque no posible concebirla en un cuerpo si no existe primero en la cabeza; y ella tiene mil y una ideas a la vez, cientos de historias que contar, millones de poemas qué plasmar.

Me gusta, la quiero, me enamora y no puedo evitarlo, no quiero evitarlo. Me paso el día pensando en ella que cuando vuelvo a casa quiero toda su atención para mí y no se me antoja compartirla con el mundo, para qué, el mundo no se merece tanto, bueno, yo tampoco, pero soy egoísta y la elegí primero...

¿Me hará sufrir? Es probable. 
Que venga todo el sufrimiento posible, no le tengo miedo.
Gracias a ella vuelvo a creer en el amor, lo demás, puede irse a la mierda.


Malayerba

martes, 21 de noviembre de 2023

Quererte

Y si al decirle que la quiero pregunta para qué, díganle que para todo lo que se imagina y también lo que no.

Todo, claro. Porque a medias solo la temperatura de la leche pal cereal.

Si después de aquello sonríe, entonces díganle que la quiero con su malgenio y sus odiosas muecas.

Con sus llantos y berrinches.
Con las mil y una pecas en su piel.
Con los tres lunares de su vientre.
Y con el millón de alegrías que le genera a mi corazón cuando sonriendo me dice que le encanto, que le gusto, y quiere hacerme suyo.

Díganle que para eso es que la quiero, y también para sentir lo que es tener a lado a una mujer que es tan madura y niña al mismo tiempo.
Tan simple y compleja a la vez.
Tan dulce y amarga en la misma línea.
Tan mágica al cerrar y tan real al abrir los ojos...


Malayerba


domingo, 19 de noviembre de 2023

¿Qué será?


Y para cuando te des cuenta de tu error, habrás de suplicarme perdón, pero será ya tarde porque el orgullo me habrá dominado y habrás pasado a ser una basura en mi trayecto.

Puedo echarte de menos, cómo no, claro que puedo hacerlo, si te extraño ahora mientras escribo esto.
Puedo echarte de menos, claro sí, es imposible es evitarlo.

Oculto en un claro del apinado bosque observo a lo lejos caer la noche en la ciudad.
La montaña se enfría y mis miembros se entumen.

Enciendo un cigarro para combatir el insulso clima y canto letras muertas para aliviar el alma: ¿Y qué será de mi vida sin ti?, ¿qué será de mis sueños sin ti?, ¿qué será de mi mundo sin ti? ¿Qué seráááááááá?

( "._.) ( ._. ) (._." )


Malaya

miércoles, 15 de noviembre de 2023

Barca


Y cuando seas mía te haré el amor de una manera tan increíble que no sabrás si fue obra de un hombre o de un dios. En efecto, esos dos minutos de placer solo podrán achacarse a la divinidad que soy yo.

Muy bien, ahora que ya te has reído podemos avanzar a temas de mayor impacto, como el saber si la Coca-Cola podrá destapar la obstrucción en la cañería, o es un mito de tantos que abundan en el jolgorio de la gente, como ese que dice que todavía hay políticos honestos en la vida real. Joder, el mundo está negro con tanto engaño disfrazado de verdades.

Salí a caminar y me quedé un buen rato en un amplio campo desde donde vi caer la noche. Los truenos cantaban con rudeza, mis perras corrían velozmente intentando morderse las colas y uno que otro relámpago caía iluminando el lugar.

Mas frío no hacía, pero harto evidente era que se aproximaba una tormenta de esas que te hace preguntar, ¿si lloviera cuarenta días así, se inundaría la tierra? Y la verdad es que no.
Pero por si las moscas, ya tengo lista la barca, a ver si nos vamos de paseo a navegar por el extenso mar en busca de Caronte para echarnos una buena plática, de esas que solo los condenados saben contar.

Cuando seas mía, sabrás cuánto puede querer un hombre sin principios ni moral. Cuánto puede amar un salvaje flotando en la inmensidad. Lo último no tiene sentido, pero esta vida ¿desde cuándo lo ha tenido? Somos débiles seres fortaleciendo nuestras almas en el candor de la batalla diaria, algunos más jodidos que otros, pero al fin cada cual con su lucha.

Hoy solo quiero flotar entre ideas y versos límpidos, hoy solo quiero volar y perderme en el infinito brillo de tus rizos.


Malayerba

martes, 14 de noviembre de 2023

Garzas al viento


Me quiero enamorar de ti. 
Tengo ganas de volverme pendejo, porque el amor sin un estúpido que lo sustente no existe, y se me antoja ser uno de ellos.

Los que cambiaron el mundo lo hicieron por amor a su mujer, a su hombre, a sus huevos, a su guerra, a su dios, a su causa maldita, a su tontería... Pero al fin y al cabo, por amor a lo que creían correcto.

Quiero yo también cambiar el mundo por mi convicción en el amor. 
Que sacarte mil sonrisas al día se convierta en mi única adicción.
Que mis letras dejen de ser vulgares y superfluas.
Que adquieran por fin el matiz de sabio poeta... 
ese que soy yo bajo esta capa tan espesa de incongruencias.

Quiero enamorarme de ti en la dosis correcta para disfrutarlo tranquilo y sereno, o inyectarme más allá de la cuenta y perderme en tu tormenta.

No quisiera tomarte por excusa, pero no tengo mayores sueños que crear para la historia una obra maestra,
alcanzar el zenit con las palabras perfectas,
y pararme en la cima ondeando una bandera con tu nombre en ella.


domingo, 12 de noviembre de 2023

Segundo capítulo

 

Me gustaría decirle que es mía, que me pertenece, que su corazón debe venir conmigo, pero no está bien intentar desviar el destino ya trazado.

Si ella me va a querer, lo hará a su tiempo, a su ritmo, sin cortarle la libertad a su espíritu, sin enjaular su amor, su amor que es del universo.

Dejé los cigarros hace ya mucho rato, pero de vez en cuando fumo alguno porque el poeta sin vicios no existe. Mi vicio eres tú, dicen los ridículos... No, tú no eres mi vicio, serás la razón mi vivir, pero no mi vicio. La diferencia es abismal, el humo no te mata, las razones por las que lo haces es lo que te aniquila. Generalmente la razón mayor se convierte en dos letras, «tú». Porque achacar la culpa al otro siempre ha sido la salida fácil. No aceptar que se es débil por cuenta propia, que caemos por el gusto de caer, que levantarnos nos da pereza porque requiere esfuerzo, esfuerzo que vemos inexistente cuando las dos palabras ya no existen: «tú». Tú... tú, cuánto poder abarcan cuando el pronombre se convierte en un rostro con labios carmesí, unos ojos penetrantes y una melena rizada en forma de tormenta.

Me gustas, eso es indiscutible, cómo no me vas a gustar si eres mejor que yo en todo sentido. Cómo no sentirme atraído si eres todo lo que me gustaría poseer.

Pero tan solo soy un hombre solitario que ha caminado varios kilómetros para poder leer el mensaje de las estrellas junto a un riachuelo y solo, para poder escribir estas palabras carentes de toda sustancia, a menos que las aceptes como tuyas.

Me gustas sí, y qué se le va hacer. Yo es que soy muy bruto, pese a fingir inteligencia. Porque me lanzo de cabeza cuando veo un pozo de felicidad en el cual sumergirme. Un oasis maravilloso que noto a través de tus ojos.

La gente en la ciudad duerme, mientras yo camino por las silenciosas calles sin propósito, pero con la ilusión de posar mis labios en los tuyos, una, dos, tres y las veces que haga falta en lo que me queda de vida.


Malayerba


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jueves, 9 de noviembre de 2023

La última prueba: El granero



Ahí estaba el gato lunar, observando todo 
desde las vigas que sostenían el techo del inmenso granero.

La prueba consistía en no tocar el piso, ni dejarse agarrar por un demonio, que era grande y feo como suelen ser los demonios mal alimentados y sufridos, pero tenía restricciones, puesto que era la parte final de la prueba: no podía saltar ni ponerse delante de la puerta para que no sea atravesada.

Así estábamos: Ya varios habían pasado y me tocaba a mí que era el penúltimo, detrás estaba Alicia. Los dos hicimos equipo desde el inicio de la competencia y ya nos faltaba poco. Sucedió entonces, ella se adelantó y se metió antes de que pudiese yo reaccionar. 

El granero no era realmente enorme, pero podría decir que era de piedra y argamasa, de unos diez metros de ancho por unos veinticinco de largo, y unos seis a ocho metros de alto. Estaba vacío para ser honestos, solo algunas cajas de madera en un rincón. 

Había una entrada y una salida. La entrada era una ventana a la mitad de la altura total en un extremo, y la salida estaba en la misma pared, pero al final, justo en la esquina donde había una puerta de madera tallada en forma de árboles. Habían unas ventanas pequeñísimas en fila por la parte de arriba por donde ingresaba la luz, como de una cuarta por cada lado, serían unas cinco o seis de aquél lado, ya no lo recuerdo. Y el techo constaba de vigas enormes cruzadas de lado a lado que sostenían toda la estructura de tejas de barro que cubrían el edificio.

Así pues, el ejercicio era sencillo, entrar, atravesar el granero y salir, pero claro, el pequeño detalle, ese diablo de cuatro metros de alto, dos de ancho, sus filosas garras, sus colmillos cual tigre dientes de sable, la agilidad, su fuerza y sobre todo, suelto.

Los que cruzaron antes dejaron trazado el camino, solo era irse por un lado, sujetándose de los salientes y brincar cuando había la oportunidad de hacerlo, aterrizar cerca a la puerta y correr a la salida. A todos se nos daba un cuchillo de carnicero por si hacía falta combatir, pero lo ideal era esquivar y salir lo más rápido del salón. 

Era sencillo y el demonio ya estaba cansado. Pero entonces Alicia cometió una ligera falla, adelantarse. Su emoción era mayor, se arrojó por la ventana y de un salto estuvo agarrada a una viga mientras pisaba una saliente. El demonio se percató y arremetió contra ella con las garras en alto. Ella siguió su camino con rapidez, pero cerca de llegar al final del trayecto no alcanzó a cogerse bien y cayó. Entonces tuvo que enfrentar al demonio que ya estaba encima, sacó su cuchillo y se desató una batalla que no duró más de diez segundos, porque bastó una manotada de aquél diablo para mandarla a volar, por fortuna apuntó a un lado de la puerta, a donde no podía llegar él con su apetito. 

Los demás hacían bulla asomados detrás de la puerta. No perdí el tiempo y aproveché la distracción para atravesar el granero. Rápidamente lo hice y llegué hasta el final, entonces me iba a soltar, cuando miré a Alicia saltando muy alto con el cuchillo en su mano y directo a mi entrepierna, por lo que en un reflejo automático me volví a colgar de una viga. Todos nos quedamos perplejos al verla, yo aún más, no recuerdo qué le grité, pero bien cierto fue que sus ojos no eran ya suyos, eran gatunos y pálidos, y de su boca salían unos pequeños colmillos. 

Ella había sido contagiada por el demonio del granero y ahora eran dos contra mí. Siendo que ahora era una prueba con un plus añadido que no pasa casi nunca, tuve que enfrentar a aquella chica con la que tanto había compartido antes. No hubo mucho qué pensar, la noche se estaba acercando y el tiempo se estaba agotando. Tuve que sacar mi cuchillo y atacarla. Pese a que se estaba transformando, era más débil.

Salté directo hacia ella, pero una mano intentó agarrarme, la apuñalé, me deslicé por su brazo y escapé del demonio, luego con mi cuerpo cargué contra Alicia mientras le enterraba el cuchillo en el vientre, a penas si alcancé a llegar a la puerta empujado por un rayón que me propinó el arma de Alicia. 

Me jalaron desde el otro lado y los pocos que seguían ahí se alegraron por mi victoria, pero entristecieron al ver a la chiquilla como se iba convirtiendo en demonio poco a poco.

Pronto serían los dos los encargados de hacer la prueba del granero más difícil para los que llegasen el siguiente año.


Mayawell




miércoles, 8 de noviembre de 2023

Amparo

En momentos de crisis es cuando mejor escribo, porque pese a ir a la deriva, prefiero perderme entre letras vagas antes que enderezar el rumbo.

De ingenieros y abogados se llena el mundo. Los primeros para construir, los segundos para defender lo construido esté bien o mal hecho...por lo general es malo, por eso siempre buscan tener la razón aunque no siempre les sea beneficioso.

Esta mañana he soñado que lanzaban bombas de racimo sobre mi techo y los del resto de habitantes. Todos huían cubriéndose la cúpula cerebral como si eso los pudiese salvar. Pero es interesante como la confianza se incrementa cuando nos cubrimos la cabeza. No obstante, en el momento final, una bomba en forma de dardo engordado vino en dirección a mi humanidad y he aquí el milagro de la física colegial: no interrumpir el trayecto ni servir de muro, no. Deslicé la bomba entre mis manos y la direccioné 45° hacia arriba sin desperdiciar su impulso. La bomba, en efecto, se desvío y fue a dar unos cuantos metros más allá, mas la explosión me mandó a volar y perdí el conocimiento.

Despierto ya, busqué el amparo en la desolación, pero nadie llegó. Tuve que depender de mí como siempre lo he hecho. Luego, sobrevivir en una ciudad a medio destruir porque aniquilarla era un desperdicio de recursos. Ni siquiera para eso éramos valiosos. No servíamos ni para generar lástima en los corazones de los despreciables humanos que gustaban de causar dolor...


Malayerba







martes, 7 de noviembre de 2023

Del super

Quieren aparentar que todo es perfecto, todo con demasiada luz, demasiada pulcritud, sin una sola partícula de polvo. Pero olvidan que es siempre necesario un poco de mugre, un tanto de porquería, que se note la suciedad para ser verdaderamente felices.

No es justo ni correcto echar al olvido que somos unos marranos por naturaleza. Que los instintos primarios son los únicos que realmente importan. Porque somos animales con y sin intelecto (en la mayoría de los casos), pero siempre con ganas de cargarla; aunque todo sea puesto con la mejor intención para llevarlo a buen término, cagarla es simplemente innato de la abyecta raza humana...


Yerba



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domingo, 29 de octubre de 2023

El último del año

Caída la noche me preparé para el descenso, mas me preocupé cuando detrás de mi la oscuridad avanzaba a medida que yo andaba.

Apresuré el paso y algunas curvas más abajo, choqué con una pared de tierra de montaña. Tardé un rato en poder entender qué demonios era aquello. Era una loma de sedimento para arreglar la vía que hace tiempo estaba a caída. Entre eso y la oscuridad a mi espalda algo en mí se sintió espantado, luego oyendo la melodía recobré la calma, serené mi alma y proseguí a cruzar por el único lado que era un lodazal, tarareando el ritmo de Aire de ganjah de Yanawalka, yo quiero aire, yo quiero aire, yo quiero aire de ganjah en mi despertar. Yo quiero aire, yo quiero, yo quiero aire de ganjah en mi respirar...

Fue el último pipazo allá arriba. La última fumada del año y había que disfrutarla desde lo alto, cerca de la cima donde suelen bajar las sombras del bosque a beber del rocío crepuscular. 
Solo como sólo los estoicos de ayer y de mañana lo están. Mas siempre acompañado por el viento, el trinar de las aves y dos perras.
Siempre dos perras. No puede ser paseo sin ellas.
Oyendo buena música y disfrutando el anochecer desde lo más alto.

¿Qué faltó? Una piernona nada más, con short apretado remarcando ese trasero bendecido por Dios.
Una blusa a la mitad del ombligo, y una chaqueta con hojas de hierba en su diseño.
Negra ojalá, como mi alma; o blanca, como mi espíritu.
Aunque intermedia también sirve, el todo es que tenga ganas de sonreír porque hemos comprendido que el juego de la vida está ganado, que está de puta madre.

—Malayerba —me dijeron un día—, ¿cómo haces para escribir esas letras tan cabronas? Yo sonreí; con singularidad les respondí —talento, señores, puro y duro talento, más poco menos de cuatrocientos libros encima, y poco más de tres cuadernos de mi puño y letra en el calendario.
No es posible escribir una buena obra, sin antes haber hecho cientos de malas.
Y así para todo en la vida, paciencia y experiencia...

—Eres el puto amo —gritaron.

—Todo un filósofo de la nueva era —murmuraron los más sensatos.

—Maestro —apuntaron los más osados.

Yo apresuré a decir: no exageren, no es pa tanto...


Yerba


miércoles, 25 de octubre de 2023

Red power

Pues no recuerdo mucho lo que implica la palabra «antes», pero un día fui testigo la magia: había una chica que sobrepasaba lo maravilloso. Iba, de alguna manera, más allá de lo perfecto. Era hermosa en cuerpo y alma, y quizá más en el cuerpo que en el alma o quién sabe, nunca la conocí como debía. Pero tenía una particularidad; era roja, roja como el sol de poniente. Era bella, bella como los oasis del oriente. Era divina y sentaba tan bien al espíritu como un café y dos mil de pan al iniciar el día.

Era una especia de fiera, una salvaje, una diabla, el demonio en carne viva, todo en ella era imponente con su cabellera colorada bailando al ritmo del viento, era simplemente: perfecta.

Si algún día la ves, dile que el jueves de la semana pasada se me fue el día recordándola de la nada...


Yerba

martes, 17 de octubre de 2023

Estaba rica

Entonces ya venía de regreso cuando los miré al otro lado de la vía, saliendo de una droguería, no sé quienes serían, tampoco importó, pero el grito fue claro, ¡AAGRHH! Gritó aquél cuando su novia, supongo, le metió el dedo en el culo por encima de la sudadera, luego le dijo algo y se besaron intensamente, se subieron a la moto y arrancaron.

Yo no detuve mi caminar, pero en mi mente empecé a dilucidar lentamente, ¿me gustaría que mi pareja me ande metiendo el dedo en público? No lo sé, lo del público me es indiferente, pero dejarme meter en dedo así seco, me causa cierta desconfianza, aunque lo primero sería conseguir pareja, creo. 

En fin, que seguí caminando y pensando y, entre tanto, alcancé a ver de reojo unas papas bien rellenas asomando en una vitrina. Me detuve de golpe, porque no es posible avanzar si se ha visto papas rellenas en una vitrina echando humo con olor a gloria, no obstante, no se puede uno confiar por la apariencia, así que le inquirí a la señora la pregunta clave que dudo alguien se la haya hecho antes, porque puso cara de ¿cómo así? ¿Qué pregunta es esa? Cuando le cuestioné, pero qué, ¿si están ricas? Dudó un instante antes de responder, no creo que haya sido porque no creyera en su culinaria arte, sino porque la pregunta quizá estaba demás, pero aún así respondió, sí, sí, claro. Y yo, bueno, a ver, deme una a ver cicierto.

Procedí a echarle muela, un poco de picante y algo de salsa de ajo para sazonar... En efecto, la señora no mentía, estaba rica.


Yerba

lunes, 16 de octubre de 2023

Ella no me quería.
Me tenía miedo.
Pero era bien cierto que se reía.
Me decía que yo la hacía reír mucho.
Que también le gustaba.
Que yo le atraía.
Y yo me llenaba de dicha porque alguien sentía algo lindo por mí.
Pero cuando le preguntaba entre bromas y jaleos sobre el sentimiento de su corazón, la respuesta era obvia, no quería mi amor por ser como soy.
Y entonces yo insistía, pero ya sin esperanza,
ya sin fe,
ya sin razón...solo para que no me viese caer y que descubriese que su rechazo me dolía como debe doler el saberse no aceptado en lo importante, en lo primordial, en lo valioso.

Entonces la noche se tornaba lúgubre y fría, mi habitación se hacía pequeña y me asfixiaba. Una presión se cernía sobre mi pecho y en la oscuridad una lagrima rodaba por mi mejilla.

Me estaba rindiendo.
Ella no creía en mis palabras, claro, en un mundo tan mundano y corrupto, no era posible creerle a quien no sabe mentir.

La vida es horrible sin amor... Ojalá hubiese sido menos inteligente y más ingenuo, más iluso y menos sabio, cuando lo tuve entre mis manos. Ojalá no hubiese sido un cobarde... Ojalá y hubiese muerto en aquella caída, y no abrirme la cabeza y seguir vivo solo para seguir estorbando...


Yerbita

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Sentires

El antidepresivo supremo se llama campo, acá te puedes sentir cansado, agobiado, con sueño, con ganas de solo dormir por el trabajo extenuante de conseguir la comida con el sudor de la frente; pero nunca triste, nunca melancólico, nunca sintiéndote mal como los estúpidos de las malparideces mentales que chillan por todo y por nada, bola de maricas. Y si un homosexual se ofende, que me chupe la vagina, porque si le digo que me chupe el pene se emociona... Malparidos.

No sé si la gente me mira raro por mi seriedad, por mis harapos o por mi forma de caminar. Pero porqué habría de andar sonriendo y saludando a cuanto estúpido se me atraviese, ni siquiera los conozco aunque los haya visto por ahí. Y qué tiene de importante la apariencia, manga de acomplejados, si lo importante va por dentro, por más que quieran disfrazarlo con ataviados vestidos y polvos en la cara. Y qué hay contra mi forma de caminar, manga de envidiosos, mi biología me impide andar erguido y con la mirada hacia el frente. No me queda de otra que echar el cuerpo atrás, los pies adelante y mis ojos al cielo para ver las estrellas y no el suelo, manga de cobardes que temen apuntar a lo alto...

Yerba


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jueves, 14 de septiembre de 2023

Sin chispa

He contraído la enfermedad de la desidia; la vagancia me secuestra ahora; y desde el futuro, la pereza me llama.

Es que nadie le ha agradecido a los lectores como se debe.
Los escritores de mierda se creen que los lectores no tienen mayor importancia, siendo que por ellos lo hacemos; esto de escribir, por ellos es que se dá. No obstante, decirles gracias, no basta, así sean mil. Así esté acompañado de un: qué Dios se lo pague, porque yo tengo cómo, no es suficiente. El lector debe ser amado por sobre todo. Que alguien se digne a leer nuestras letras, es la mayor muestra de afecto para con los que desempeñamos esta noble labor. Pero como no hay palabras suficientes, sepan que desde lo más hondo de mi ser les digo gracias por leerme, y que Dios se los pague, aunque no sea suficiente.

Sin los lectores no somos nada, aunque el lector en ocasiones, solo seamos nosotros mismos frente a un espejo.

¿Tú hace cuánto no hablas con el espejo? Yo, siendo honestos, nunca lo he hecho. Me da vergüenza encontrar unos ojos marchitos mirándome de frente. Me da miedo encontrarme conmigo mismo y ver en lo que me he convertido... Vaya cosa más triste, joder: no encontrar una pizca del amor que un día tuve entre mis manos, pese a haber prometido no olvidarlo.

No recuerdo ya qué se siente el roce de sus manos.
A qué saben sus besos, de los que, lo único que sé, es que eran dulces.
A qué olía el aroma de su piel, no he vuelto a oler algo mejor o que al menos se le parezca: olía rico. Entended que esto lo dice un niño de cinco años, «ella olía rico», y sonreía al mirarme, agarrado de mi mano me miraba hacia arriba, y luego la miraba nuevamente a ella, diciéndome a través de su rostro alegre, «quiero pasar más tiempo con ella, traela pa acá, porfis». Y yo, tonto como era, sabiendo que no había lugar en este mundo pa mí, puesto que nadie por mí daba un peso. «¿Quieres conocer mi mundo?» Le pregunté sin mayor esperanza a una respuesta afirmativa. Sí, me dijo; y entonces ya no supe qué decir, la había visto a los ojos y ahí solo había sinceridad. Pues va, lo primero que se me ocurra entonces, total, hasta puede ser una falsa alarma, y se lo dije, y entonces se rió. Joder, se rió, y su risa cumplía firmemente el propósito de su sonrisa incrustada en esa boca: alegrar la vida de quién pudiese ser testigo, y a veces eclipsarla. Yo era uno de esos eclipsados.

Pero no recuerdo sino imágenes que poco a poco se van desvaneciendo irremediablemente.
Ahora no sé con qué cara voy a llegar al otro lado, encontrarla, y tener que decirle: lo siento, mi amor, te olvidé.

Preguntaron por ahí que es el amor y a qué se le parece, y yo solo atiné a decir, es algo precioso, tanto, que cuando te llegue, lo sabrás de golpe...decía aquello, mientras de mí se borraba todo su recuerdo.


Malayerba

lunes, 4 de septiembre de 2023

El Musguito


Él también ayuda a espantar las malas energías. La primera vez que se dejó ver, anduvo con su garrote de chocolate moviéndolo ora un lado, ora el otro. Tenía como dos metros y era tan gordo como Fêtard Loulou, el toro francés ganador en la competencia mundial del más pesado. Ostentaba una cabellera larga desde la
 mitad de la calva hasta poco más abajo de la espalda  y una barba espesa que le llegaba a la barriga. Todo él cubierto de musgo y una que otra flor. Era un gigante enternecedor cuando lo conocí por vez primera, y todavía lo sigue siendo muchos años después, aunque para él no hayan sido más que un par de días. Me pregunto desde hace cuánto está aquí, pero nunca me ha dado respuesta, aunque bien cierto es que, tampoco le he inquirido lo suficiente, porque ya la sé y solo quiero corroborarla.

Entonces en la meditación sale corriendo de entre los árboles como lo hacen los enanos, con el garrote en alto y gruñendo fuerte. Lo hace una sola vez por sesión y a veces dos, cuando alguna cargada presencia asoma para contagiarme con su gozo, tan delicioso que es, pero bien peligroso también. Pero cuando ya va a llegar a la entidad, esta huye rápidamente antes de dejarse dar alcance... Entonces él se detiene, se pone las manos en la cintura y espera un momento antes de regresar con paso tranquilo. Señal de que ya todo acabó y ha cumplido con su deber, mientras su voluntad de poder se mantiene intacta.

El guardián del caminante natural, me dijo que era, o eso me llegó por un susurro en el viento, luego de tanto insistirle. De ahí nunca más volvió a hablar, pero de vez en cuando lo veo cuando la meditación es muy fecunda y el viaje no debe ser alterado, como ahora.

Entonces primero son mis perras, que bajo el cielo nocturno, un par de veces durante el trance se levantan y arrancan a ladrar con ferocidad contra la presencia no bienvenida, hasta conseguir que prosiga su camino. Son el primer y único anillo de seguridad en el que confío siempre. Son la guardia real. La protección privada del señor imperial. Son guardianes natos.

Y luego está él, que ahora mismo acaba de irse hacia el bosque con paso tántrico de su segunda venida. Me vuelvo a preguntar desde hace cuántos milenios anda acá. Los grillos me contaron que hubo un tiempo donde le apodaban, el Musguito, porque 
cuando lo depositaron en el jardín del juego, era pura inocencia y solo espantaba las más simples energías, no las más pesadas. De ahí hasta esta noche han debido de nacer algunos planetas en la siguiente calle de la vía láctea. Mucho tiempo seguramente. 

Así que eso. Tengo buena protección cuando la necesidad lo amerita. Acabo de recordar que fue hace un par de años ya cuando lo vi por vez última, y ahora donde estaba la flor morada en su hombro que tanto me había encantado cuando se agitaba por el movimiento y dejaba un rastro hecho de un polvillo brillante, hay un pequeño arbusto donde unos traviesos pajarillos han cimentado su nido de finas telarañas.


Yerbita

lunes, 28 de agosto de 2023

La clave para la unión latinoamericana

Con mi propio puño y letra, nunca ha sido posible engendrar un verdadero poema, más que un par de veces, y la verdad es que no ha sido de un totazo (¡paaah!), sino que, más bien, varios pensamientos atravesados y enredados los unos con los otros que tenía por separado.

De gamberro a erudito,
de estudiado a gamín,
ida y vuelta y también en viceversa.
De aquí y de allá.
Yo sí soy de aquí y también de allá, porque el mundo es de todos y la calle de nadie, Cabral.

Hay personas a las que nos miran como locas cuando decimos cosas que habitan en nuestro dentro, pero obramos de corazón y jamás nos equivocamos, porque esos errores son aciertos en el aprendizaje honesto.
Alguien, además, debe tener el deber moral de decir las cosas sin reparos ni temor dentro del sistema de creencias de la última era, de ser la voz de los oprimidos por las falsas verdades.
Ese no soy yo, pero alguien también ha de tener huevos aparte Bukele, el primer varón al que veo que los tiene bien puestos, después de mi padre. 
Bien varón el hijo de su puta madre. 
El puto amo Nayib.

Sirvan de algo, gorsovias y hagan que Bukele lea esto:

El primer presidente que muestra la diferencia. 
La clave crucial a la evolución del superhombre. 
La representatividad de la generación de los primeros milenianls, sí, señor... Ese es Bukele.

Demostrando que así es como se despierta más gente con ganas de cambio. 
De cambio real.
De cortar a la mitad el 360°.
De pasar del lado feo y temor, a ser la cara de la más cochina envidia de las naciones y con ganas tremendas de irse para allá... porque acá los dirigentes no nos quieren ver mejorar.

Un hombre como Bukele debe perpetuarse en las siguientes generaciones de los pueblos oprimidos y explotados. En los próximos siglos por venir, que a través de las piedras milenarias les hablen. Escuchen la voz de un hombre que habito un presente feroz y a punta de orden y justicia de la buena, le cambió la cara al peor país de América. Cosa honorífica aquella. Un honor es, en efecto, poder ser testigo de un cambio, evidentemente, precioso.

«Y si alguna vez se te comprueba que en tu gobierno se cometieron masacres y terror, y te condenan; yo te seguiré admirando, hijo de perra (inserte aquí brazo mostrando bíceps)».

Bukele, ¡tú eres el hombre!... (aquí hacer el gesto de apuntarle con el dedo índice en toda la frente, y decirle en una sonrisa de complicidad plena: Bukele, tú eres el hombre).


Yerba

domingo, 13 de agosto de 2023

Del sabor de la piedad

En la plaza Madrid la agarró como si no hubiese mañana y, en efecto, no hubo, al menos no para ella. Cinco como menos, fue el reporte oficial, y un par más de rasguños, por la cara. La una llegó poco más allá del corazón; al alma.

Lo miró y se percató de que había pasado algo horriblemente cruel. Sus ojos destellaban una rabia que a los números les fue imposible calcular. Sus dientes se rozaban los unos con otros demostrando el dolor de la fuerza aplicada en su pecho. En el de ambos, mejor dicho, él por el dolor tan horrendo y, a veces, tan mortífero que deja del amor cuando se va del corazón por la puerta de atrás. Ella, por la presión inexistente y la voluntad de poder de la hoja de metal que entraba con fiereza separando la carne, atravesando el pecho, y buscando decirle al alma, es hora de volver a casa.

La quinta puñalada, la más dolorosa. Él, tan desesperado para no ver más salidas menos extremas, que no pensó que sería esa, la última vez que la tendría antes sus ojos dentro mucho tiempo, aunque cuántas veces deseó que así fuera. Ella, sintiendo el arrepentimiento atroz de haberlo abandonado, no importando cuántas veces él le implorase que se quedara. El arrepentimiento de no haber escuchado las palabras más honestas del amor verdadero cuando le decía: cualquiera, cualquiera menos él, por favor, no con él... No te vayas, te lo pido...no soy el mejor de los hombres, pero ningún hombre te va a amar más que yo...ningún otro te va a dar, todo lo que te mereces. Palabras tan trilladas que no merecían ni una pizca de compasión, sin embargo, con una verdad más que certera: golpes, malos tratos, tristezas y una vez al mes una sonrisa antes de una buena noche de placer era el regalo que cubría el engaño por el que cambiaba a un buen hombre. El arrepentimiento de no haberle hecho caso, siguiendo ciegamente a las estúpidas decisiones de las pasiones desenfrenadas.

La quinta puñalada, la más dolorosa, pero menos sorpresiva que la primera; esa cuando la agarró del saco y tiró de él, cuando ella vio a su alrededor y no había nadie más que él, cuando le brilló el cuchillo con un destello tanto o más destructivo que el que irradiaban sus ojos, cuando miró que el aura oscura que le rodeaba, y su mirada perdida en la tristeza, venían por ella, buscando llenar el vacío que se anida en el pecho sin importar el costo... Cuando vio a Caronte remando apaciblemente en su dirección, por el mar que conecta este mundo y los otros.

La primera, la más impactante al ver en qué se había convertido el amor de su vida. La quinta, la definitiva al darse cuenta que no alcanzaría a decirle: lo siento.

El charco que se secó y dejó marcas imborrables en aquél lugar de la plaza, no fue el de la sangre, sino el de las lagrimas que se juntaron de sus rostros: ella diciendo en silencio, lo siento; él le respondiendo, por qué con ese.

Pero ya estaba decretado que «ese» sería la siguiente víctima para eliminar el mal de raíz, y matarle ya hacía parte de un plan diseñado en el infierno presto a ser ejecutado con sus gruesas manos, y el acompañamiento del Diablo.

PdC, cap 25 1ra parte.


Malayerba