martes, 30 de abril de 2024

Ejercicio de crear un resumen/sinopsis de un grupo de cultura

 


Una obra que se caracteriza por ser el pináculo de la filosofía de la libertad y el gusto por seguir vivos. Sade presenta en esta obra maestra la historia de una joven llamada Eugenia que es trasladada desde la virtud a la más completa inmoralidad a cargo del más perverso de los hombres, aquél que es Diablo mismo hecho carne: Dolmancé.

En la obra se ve la mezcla de diferentes procesos de elucubración de la sabiduría libertina mientras se cometen o se relatan actos de homosexualidad, blasfemia, coprofilia, fornicación, sodomía, incesto, secuestro, tortura, pederastia, violación e intento de homicidio. Todo esto aunado con una fuerte pasión en el razonamiento de la verdadera cara del mundo. 

En uno de los pronunciamientos que más destacan en la obra, una la hace un personaje denominado el caballero: «Verdaderamente, Dolmancé, es horrible lo que nos hace hacer; es ultrajar al mismo tiempo la naturaleza, el cielo y las leyes más sagradas de la humanidad». Aunque finalmente, resignado, participa: «Obedezcamos, ya que no hay modo de persuadir a este perverso que lo que nos hace hacer es horroroso».

Debo agregar que fue una de las primeras obras que leí completas, debía tener unos catorce para ese entonces, nótese cómo no me ha afectado en nada leer cosa tan buena. 

¿Por qué la gente debe leerlo? Porque no se puede ir por la vida pretendiendo saberse inteligente, aprendiz, educado, intelectual, y creyéndose leído sin haber conocido una de las obras más espectaculares que el gran maestro de maestros, el Marqués de Sade, dejó para que las gentes más despiertas espiritual e intelectualmente pudiesen disfrutar de sus creaciones con el mayor de los placeres. 





El otro de los grandes maestros de la literatura, catalogado como un ser espiritual y filósofo de la más pura línea del amor por su servidor, el gran Khalil Gibran nos presenta en esta obra, una historia que trasciende el amor y la belleza de quienes se saben amados y luchan por estar juntos, pese que grandes limitaciones les permiten consumar por entero su amor, una de ellas, la maldita mierda hija de la gran puta llamada: religión, y con ella un obispo como debe ser quien ostente su título, un reverendo malparido que prefiere causar dolor que ver feliz a su sobrina.

Podría resumir este libro en lo siguiente: una reflexión sobre el fracaso del amor puro y la lucha contra las fuerzas que intentan destruirlo.

Pero ¿por qué leerlo? La gente no puede ir por ahí hablando de conocer sobre romanticismo sino ha conocido la historia que el mismo autor nos cuenta desde su propia óptica, Khalil Gibran y el amor de su vida, la perfección de la feminidad y el amor, Selma Karamy. Un amor que rompe con la definición de belleza y la eleva a niveles sobrenaturales, porque no se puede hablar de otro modo a la perfecta obra que aquí se consagra. Un autor que se pasa verga y logra que hasta el de más frío corazón lleve su mano al pecho y diga, ¡coño, tengo sentimientos!, y «no estoy llorando, tú estás llorando». 

En esta frase puede sentirse cuánto amor sintió el autor al crear su corto libro: «Mientras dure mi juventud, el amor será mi maestro; en mi edad madura, será mi auxiliar, y en mi vejez será mi delicia».



Una historia que como bien decía en alguna aclaración, más le valía al autor quedarse callado y no decir que fue invento, puesto que la narración suena tan real y maravillosa que fácilmente podía haberse achacado a la suerte que corrió algún personaje de la época, pero harto evidente es que sea como sea, el autor se la rifó con semejante historia de un aventurero que soporta calamidades y desaires sin perder nunca las ganas de vivir y seguir buscando un sentido para su vida. 

Crusoe que termina en una isla solo y valiendo pura verga, logra con su ingenio crear un ecosistema para su servicio y lo hace de una manera tan rudimentaria como majestuosa, pues sus conocimientos le ayudan a sobrellevar la mala suerte en la que se convirtió su vida luego de naufragar.

Si bien la dinámica consistía en poner máximo tres libros, la verdad podría poner más de cien que me llevo en el corazón, pero a este le guardo mucho más cariño que cualquier otro, porque gracias a él me introduje en el mundo de la lectura y debo decir que estaba tan buena la historia que me olvidé que estaba cagando. Sepa, querido lector, que andaba yo con ganas de aliviar la barriga y en el baño no había ya papel, y entre el reemplazo que habían dejado, unas copias mal hechas de un libro apareció a relucir en el contenedor que era una bolsa, y agarré las copias para arrugarlas y suavizar la textura con el fin de que no lastimasen mi hermoso ojetito de doce o trece años, ya no lo recuerdo. Pero a penas vi la historia decidí leer la primera página y de ahí ya no pude abandonarlo. La lectura me enganchó de una manera indescriptible, tanto así que ahí me di cuenta que podía imaginar cosas y veía con total nitidez al gran Robinson sobreviviendo a las inclemencias de la naturaleza, la soledad y al sorprendente Viernes. Evidentemente salvé las copias de la tremenda cagada que había dado y atesoré aquellas hojas como algo precioso y que no había derecho de que terminasen ahí.

Pd: Luego de ese y el de Sade no volví a tocar un libro hasta unos siete o diez años después. Después en mi necesidad de conseguir información leía hasta los manuales de baloncesto, volleyball y futbol sala que encontré en la casa, porque biblioteca no había en el pueblo y me daba miedo salir a la calle xd.

Malayerba

sábado, 6 de abril de 2024

Inmaterial


Zumba que zumba el sonido que retumba en las paredes de las heliconias sagradas.
Zumba que zumba el aleteo de la abeja filosófica en entre pétalos de bugambilia.
La abeja que rompe el viento con su aleteo soy yo y directo a la biblioteca del saber voy, biblioteca ordenada en fulgurantes hojas de hierba, árboles y flores de aromas crepusculares.

Una luz se entreteje entre las ramas, es el nuevo sol que guía a una nueva encrucijada en la búsqueda del placer que se suma a la experiencia acumulada. Soy una abeja que no ha escapado de su nido ni ha abandonado a sus semejantes, solo ha encontrado en las flores del entorno la sabiduría universal y haciendo gala de ella ha conseguido el pensamiento que libera el espíritu.

No obstante, los viajes nunca dejan de ser agotadores, el esfuerzo de conseguir lo que se quiere suscita un cansancio sideral. En uno de esos paseos probé sin querer de la flor que hace hablar con los muertos, una flor especial que conecta este mundo y los otros. No me percaté de que había ingresado en la zona que se tomaba por prohibida, según las pecoreas de antaño, y a partir de aquellas exploraciones, la colmena tuvo a bien dar por descartado ese lugar para buscar alimento, puesto que colmenas varias fallecieron luego de recibir lo que llevaran las recolectoras en su día. 

Así pues, ya perdido en el lugar por efecto del jugoso néctar del que harto había degustado, no tuve más remedio que aterrizar en un frondoso musgo sanador. Dormí y soñé con cosas que no se han inventado, o a lo mejor y no era un sueño sino la revelación de la verdad a través de mis ojos compuestos. Veía que recolectaba el polen del árbol sagrado que florecía cada quinientos años y lo rociaba en la colmena logrando que las abejas más jóvenes descubrieran su verdadera esencia. 

Al despertar me vi ya no en el musgo, sino que había caído en una rama y esta iba viajando suavemente por el afluente que se había creado tras un ligera lluvia. Entonces levanté el vuelo y sabía lo que debía hacer. El sonido aún se mantenía en mi mente. El bzzzz de mi aleteo podía diferenciarse al crear un sonido majestuoso dejando espacios y aumentando las frecuencias en puntos exactos. Al final era como entonar un solo de violín a lo Paganini, o resonar fuerte y celestial a lo Slash. Joder, ahí supe que era el momento, el momento de elevar la vibración de la colmena, los humanos por fin lograrían entender el valor de lo inmaterial de otro reino...

Zumba que zumba el sonido que retumba en las paredes de las heliconias sagradas.
Zumba que zumba el aleteo de la abeja filosófica en entre pétalos de bugambilia.
La abeja que rompe el viento con su aleteo soy yo y directo a la biblioteca del saber voy...

Malayerba


jueves, 4 de abril de 2024

El chico del apartamento 512

 


—Alicia, mírame, estamos de cabeza.
—¿Estamos quién, hijo de puta?
—Pues el abogado y yo.
—¿Cuál abogado?
—¡El que tengo aquí colgado! JA, JA, JA.
—¡¡¡IDIOOOTAAAAA, NO ME HABLES!!!

Que cómo se llegó a esa situación tan peculiar se preguntará el lector, permítame ponerlo en contexto y contar el caso del chico del apartamento 512 que hace a mi pobre corazón saltar, dijo de Selena, pero no, este chico que no era tan chico era un tanto peligroso para una mujer como Alicia que era la primera vez que mostraba indicios de querer probar las delicias de la vida, solo que la manera en que lo hizo no fue tan amena.

Alicia era una empleada en el banco del norte, y Ernesto era un vendedor de seguros. La casualidad hizo que por cuestiones de hambre se conocieran en un puesto de comida rápida cuando cada uno iba para su casa y en una esquina de buenos churros y empanadas discutieron para ver quién se llevaba lo último. Así pues la relación empezó de pronto cuando al final, presas de un momento de gracia compartieron su comida para no quedarse con la gana y de ahí en adelante lo volvieron a hacer incontables veces.

Llevaban ya un par de meses saliendo, no tan frecuente como les hubiese gustado, pero ahí lo llevaban, despacio. Ya en la fecha estipulada del cumpleaños de Alicia el sexo se dio por vez primera, ella, harto recorrida en los placeres carnales sabía lo que le gustaba y lo que no. Él, hombre de moral y buen juicio, prodigaba el amor y lo correcto como debería ser.

Así pues, sin perder el tiempo y luego de la cena y un buen vino se marcharon a un bar a beber y bailar un poco. Ya emocionados aunado el calor de los cuerpos, no hubo nada más que agregar y corrieron al apartamento de Ernesto a terminar el día como Dios mandaba en ese entonces.

Se quitaron las ropas con la rapidez del relámpago, blusas volaban por aquí, pantalones por allá, la ropa interior se arrancaba a dentelladas y los besos y caricias hicieron su labor esperada.

Bien cogidota la tenía el ganoso de Ernesto y Alicia que gemía como buena yegua complementaba el asunto con sumo ardor. Pero Ernesto se había percatado de que el ojo del culo que traslucía en ese bello trasero estaba muy estrecho, y no más usado que para sacar cosas de él y no meterlas. Probó entonces y le manoseó el ojete con el dedo y ella percatándose del asunto puso freno pronto, dijo claro que aquello no le gustaba por una mala experiencia pasada, pero ebrios como estaban, ebrios de placer, Ernesto hizo oídos sordos y se le fue saliendo la bestia sexual que llevaba adentro.

Agarró los brazos de la mujer en la espalda y ahora bien empinada como la tenía, volvió a palpar el anillo carnoso del deleite y lubricando con saliva le fue introduciendo el dedo, ella se revolcaba, pero de alguna manera quería más, así que Ernesto le mando el dedo entero y ella gimió. La verga que era de tamaño considerable seguía entrando y saliendo de la concha de la hembra.

Ella, rendida ante tal muestra de gozo no pudo gritar otra cosa que, ¡dame por atrás!, a lo que el bueno de Ernesto no dudo un segundo y lubricada como tenía la verga por el coño de Alicia, le apuntó directo y se lo metió con la voracidad el violador. Evidentemente no era eso lo que se esperaba, los recuerdos volvieron a Alicia, pero se dio cuenta que el mismo error se estaba cometiendo. El idiota no sabía de cuidados, y si lo sabía, se le había olvidado por el delirio del momento. 

Así pues, Alicia intentó alejarse, gritar, patalear, pero el maldito Ernesto ya no tenía reversa y salió de su culo, pero volvió a entrar con más fuerza y el dolor que le provocaba a la muchacha le excitaba más y más, ella sufría, pero a la vez gozaba sin querer, claro que quería, pero con mayor cuidado, sin embargo, de alguna manera gustaba sentir esa polla cabezona rozando las paredes de su esfínter.

Ernesto, que en su pasado desconocido había sido harto salvaje para las muestras de amor, no se detuvo sino hasta que su leche se mezclara con las heces y la sangre de la mujer. Y quedaron rendidos.

Al rato despertaron y algo olía medio feo en el cuarto, ella sintió un dolor intenso en su cola y al ponerse la mano tocó algo medio húmedo y grasiento, se dio cuenta que era sangre con excremento y pegó el grito en el cielo por lo que notó enseguida y corrió al baño. Ernesto que había empezado a despertar también, miró que su querida iba al baño y pensó que acompañarla a la ducha sería una maravillosa manera de continuar la faena y fortalecer la relación.

Pero al llegar nada fue lo que esperó, ella llorando en una esquina se sentía ultrajada, y le gritó un sinnúmero de cosas, le arrojó otras, pero él, medio tonto también, no entendía y sabía que algo debía hacer, se le ocurrió entonces el truco que hacía de niño y que divertía a sus semejantes.

Entonces se puso de cabeza con dificultad y levantó los brazos y dijo —¡mírame Alicia, sin manos! je, je, je.

Alicia sintió un dolor y una rabia creciendo en su dentro, —¿qué cojones? ¿Con quién putas me vine a meter?..

Malaya