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jueves, 3 de junio de 2021

POETA DEL CHIQUERO Cap XIV: Vaya dato perturbador V (final)

Salió de la nave y se dirigió hacia donde el sol apuntaba, luego de caminar por varios días, en algún pueblo de los años 2100 encontró brillando clavado en un poste un machete que tenía las letras grabadas en su hoja: Colima de Incolma (publicidad no pagada, pero esos hptas machetes lo que son es finura), —Joder, esto tiene que ser obra del mismo universo que me quiere ver bailar —se dijo, y recogiendo el machete, se lo echó a la espalda y se dirigió hacia aquella ciudad que se veía a lo lejos donde un letrero decía: Nueva Francia —veeeerrrrgaaaaa, aquí empezará la matanza, ja, ja, ja —pensó y se dispuso a practicar blandiendo la herramienta.

Para llegar a aquél lugar había que cruzar una enorme grieta de candente magma que algún volcán había abierto hace tiempo, Miguel no se quiso arriesgar saltando y dado que afán no tenía, decidió rodearla.
Entre más se alejaba, más parecía ensancharse, como si hubiese elegido el camino equivocado. Anduvo caminando por algunos días hasta que al fin encontró un estrecho de unos treinta y cinco metros que podía saltar, lo hizo y prosiguió sin dificultad. Retornó a su camino y luego de otro par de días al fin pudo divisar en la lejanía, una ciudad, seguro de que era la Nueva Francia. 

De repente salió corriendo atravesando el paso, un animal que se arrastraba torpemente, y de pronto salió otro y de un salto le alcanzó la cabeza con un pico de hierro. Cuando hubo de cerciorarse mejor, notó que no eran animales, sino humanos, pero de apariencia salvaje, como si hubiesen vivido en los bosques todo el tiempo.

El agresor echó la mirada a Miguel y en un solo movimiento saltó y atacó apuntando a su cabeza, pero este lo esquivó, con una mano agarró el cuello del vil cazador y lo apretó hasta que sus dedos volvieran a sentir la palma de su mano derecha. En ese momento salieron otros más y lo rodearon, lo miraron extrañados y preguntaron:

—¿Quién eres?
—¿Quiénes son ustedes? —respondió Miguel.
—Preguntamos primero —dijo uno de ellos.
Miguel agarró al que tenía más cerca y con una sola mano aplastó el cráneo haciendo que el cuerpo convulsionara en el acto y se los arrojó al resto.
—¿Quiénes son ustedes? —volvió a repetir.
Los tipos comprendiendo el asunto, resumieron que eran «humanos exteriores», que de alguna forma había salido de las murallas y vivían como animales en los bosques.
Alguno dijo que había sido hijo de un político exiliado, otro de un militar, otro que su familia había decidido salir entre los primeros; los presentes explicaron que fue hace apenas unos treinta años que prohibieron tajantemente la salida de la gente, que algunos lograron escapar, pero murió la mayoría y ahora solo había pequeños grupos de nómadas por ahí buscando sobrevivir.
Miguel los observó detenidamente, sus largas melenas, sus barbas enredadas, poca ropa, algunos sin calzoncillos mostrando penes súper peludos y culos súper pelados. Armados con lanzas, espadas, hachas y alguna que otra herramienta de corte, andaban alertas.
 
Poco después y luego de quedarse con ellos, Miguel comprendió la necesidad de andar con la verga suelta, y es que las mujeres escaseaban y si llegaban a encontrar alguna, la violaban sin misericordia hasta matarla, aunque esto último no fuera su intención sino el resultado del desahogo de más de veinte salvajes en el coño de una hembra.
Y cuando esto ocurría y quedaban con ganas de más, follaban entre ellos. De ahí la razón de tener poco pelo en el trasero.

Miguel rio alegremente cuando fue conociendo esto y otras cosas más. Luego los salvajes lo llevaron a su cambuche y lo presentaron como un espécimen de increíble poder. Miguel notó que en realidad no eran estúpidos, solo habían optado por vivir de la manera más simple, sin inquietarse por el futuro, por la vida, por el arte, sin molestarse de si estaban haciendo bien o no. Se habían fusionado de alguna forma a la naturaleza que los rodeaba.

Una vez en el cambuche, los ancianos que nunca pierden su puesto en cuestión de sabiduría dialogaron con el visitante, y este pudo entender que en algún tiempo atrás, los exiliados querían volver, pero les fue imposible. No tenían manera, sin embargo, ahora con él había una posibilidad de retornar para sus hijos, Miguel que por entonces ya les había agarrado cariño decidió llevarlos con él a la primera ciudad que encontrara, y así lo hizo.

Les tomó otros dos días llegar a las puertas de San Ignacio, entrada de la muralla. Una vez allí se repitió el proceso con luces paralizadoras, Miguel se dejó llevar y una vez adentro y desmantelado, desnudo en una capsula de cristal, luego de haber tomado un descanso apropiado, se despertó, analizó el ambiente y pudo notar que el centro de mando de la seguridad de la muralla, estaba solo a unos doscientos metros del lugar.
No perdió tiempo y con la velocidad del sonido escapó de su celda, aterrizó en el puesto de control y destruyó lo que consideraba peligroso.
En el proceso los cráneos de los soldados se escurrían entre sus dedos.
De los cientos de rayos láseres que le lanzaron, solo uno le rozó en un brazo.

Siguió destruyendo los sistemas y a cuanto soldado encontrara, no era difícil ahora, ahora contaba con el poder de una bestia.
Robots automatizados hicieron lo propio e intentaron capturarlo, pero fue en vano. Miguel estaba ya en otro nivel. 
Una vez se hubo percatado de haber sometido a los que mandaban en el lugar, cosa que le tomó tan solo el resto del día, liberó a quienes habían llegado con él.

Las alarmas habían sonado, y solo era cuestión de tiempo para que llegaran refuerzos de otras bases y eliminaran a los vándalos. No lo pensó dos veces y se apresuró a organizar la bienvenida. Habían personas instruidas en el grupo de salvajes, sacó de la bolsa que llevaba consigo una especie de inyección y otras cosas que el pequeño alien le había facilitado y procedió a aplicarla en los neardentales modernos. Rápidamente hizo efecto y cada uno pasó a usar su capacidad cerebral al cien por ciento. Y se pusieron a trabajar. 

Eran más de cincuenta los que con él habían viajado, solo unos cinco habían ingresado junto con Miguel, los demás esperaban en las afueras. Tomando el control de la base todo era más fácil. Los cuarenta y cinco restantes ingresaron y fueron inyectados con el suero extraterrestre. Había un pequeño ejército ahora, el grupo estaba listo para abordar la ciudad. 
Cabe resaltar que tan solo se adueñaron de la base que era el punto de control de la ciudad, y ahora irían por ella.
Se mandaron diez personas para enviar la noticia a los grupos nómadas de salvajes y con el suero para que las cosas avanzaran en el menor tiempo. Los cuarenta restantes equipados con armas de largo alcance, drones, bombas, y un sinnúmero de artefactos de guerra a las cuatro de la mañana de algún día del año 2310 guiados por Miguel Ángel de la Ascensión, irrumpieron en la ciudad. 

No fue difícil, la mayoría del ejército había sido masacrado horas antes, los que quedaban de la fuerza pública no suponían mayor reto. Lo complicado era encontrarlos en la enorme ciudad. 
Pero fue saneado el asunto rápidamente, ya un par de salvajes habían accedido a los sistemas y en cuestión de minutos habrían tener toda la información de cada habitante de la Nueva Francia, ubicación actual y demás. 

Con esos datos en mano, Miguel se adelantó y dejó lo demás en manos de los neandertales que ahora eran genios. Miguel contó cerca de mil doscientos pendejos que debía aniquilar, eran pocos teniendo en cuenta que la ciudad albergaba siquiera a unos cinco millones de habitantes, y aunque bajo una dictadura, había una especie de paz, falsa, pero se respiraba tranquilidad.

Instantes antes de llegar al primer objetivo que se hallaba a diez kilómetros, los sistemas ya habían sido apagados, depurados y configurados a servicio de los «liberadores del sueño» como se hicieron llamar desde entonces. Miguel llegó como si nada, se acercó al tipo que bebía un café junto con una pequeña en una mesa de algún restaurante de esquina y vestía un uniforme en realidad, bonito, y sin dar chance a nada, sacó su machete y le rajó la cabeza en dos; lo que correspondía a media nariz hacia arriba cayó al suelo. La niña miró dos segundos sin entender y al tercero gritó tan fuerte y tan alto que quienes estaban cerca gritaron también. 

Miguel sonrió —¡hijos de puta, ahora todos son míos! —exclamó fuertemente y de otro tajo partió a la niña en dos por toda la mitad del ombligo—. La gente al ruedo se enloqueció y salió corriendo pidiendo socorro. Llegaron cuatro agentes, y luego seis más. Miguel se bebió el café que estaba intacto, y esperó, los «agentes del orden» que se así se habían denominado sacaron armas extrañas y apuntaron a Miguel, este solo levantó su machete, pisó fuerte y de un salto estuvo detrás de un agente y le atravesó el filoso artefacto por las costillas y siguió hacia arriba abriendo al que se moría. Y antes de que se dieran cuenta, ya cuatro habían sido cortados cual si fuera un parpadeo. 

Los oficiales entraron en pánico, era un demonio lo que tenían al frente, pidieron ayuda, pero no funcionó, no había comunicaciones.
Miguel emocionado ya, no dejó a ninguno con vida y se apresuró a ubicar a los demás objetivos.
La gente le importaba menos, no había razón para preocuparse por ellos, habían sido domesticados a tal punto de obedecer a quien demostrara superioridad. Esto lo comprobó, cuando de camino a su siguiente objetivo que era en realidad la estación de policía y seguridad nacional, agarró a una chiquilla de unos veinticinco años, la arrimó a la pared y frente a su novio que nada hizo, le reventó el culo a más no poder. Llevaba siglos sin haber penetrado un buen ojete y aquella muchacha fue quien le permitió tal goce. Como ya he mencionado, el novio, presa de un miedo, simplemente no se atrevió, y la gente de alrededor simplemente miró. Miguel entonces se dio cuenta de lo bajo que había llegado la sociedad, a ser unos simples pusilánimes incapaces de hacer frente al miedo, quien sea que los hubiese amaestrado de tal forma, lo había hecho sencillo para Miguel.  

Después de la tremenda cogida que le dio a la chica y luego de desmembrar al tipo frente a una masa de unos veinte espectadores que por alguna razón no pudieron huir, se dirigió a paso rápido a la estación.
Llegó en menos de cinco minutos, no dio chance a nada, entró por una ventana, arremetió contra cinco de un solo golpe, y a los tres restantes les quebró la columna de una sola patada. La bulla atrajo la atención, llegaron en fila unos cincuenta uniformados y a Miguel le prendieron fuego, ondas, rayos, burbujas, y todo un arsenal para capturar revoltosos, claramente ningún sistema hizo efecto puesto que Miguel había roto la pared y se había escabullido por un lado, y así lo creyeron cuando por el otro salió disparada la cabeza de un oficial, y luego siguió otra, y otra; Miguel con sus manos limpias separaba las cabezas de su cuerpo y las arrojaba a ciento setenta kilómetros por hora; no tardó más de una hora en vaciar aquel edificio, setecientos oficiales fueron abatidos, desmembrados, aniquilados por una fuerza imparable de un monstruo disfrazado de humano, ja, ja, ja.

Los liberadores del sueño, por otro lado, usando la maquinaria de la misma ciudad, drones sofisticados y equipo de avanzada aniquilaron a otros mil combatientes, sin contar a la gente que se atravesaba en el camino.
Fue un día agitado para aquella ciudad que era todo lo que quedaba de una de las grandes naciones que un día dominaron el mundo. 

Entrando ya la tarde, solo unos setenta hombres y mujeres que juraron proteger a la ciudad de los enemigos, estaban respirando aún. Pero a cada minuto que pasaba uno descendía uno a los suelos, generalmente destripado, apuñaleado, reventado, pero siempre, violado. Con el culo en punta quedaban. Los neardentales modernos no perdonaban una, Miguel Ángel mucho menos.

Bastó solo un día para tomar la ciudad, para acorralar a la población, para captar la atención. 

Las otras ciudades del mundo, comandadas por un Alemania promiscua recibieron una señal de ayuda de parte de Francia y estaban ya en camino, pero por las distancias, tardarían al menos unas dos horas más en llegar, pero Miguel no necesitaba más que unos minutos para hacer su movimiento. 
Contactó con el pequeño alien, le dio las buenas nuevas, y en menos de lo que canta un gallo, una pequeña nave interplanetaria apareció encima de un lado de la ciudad, y aterrizó pulverizando lo que tenía debajo. 

Se reunieron y se pusieron a trabajar según las órdenes del alien, y en menos de media hora ya había conectado diversos sistemas de energía y campos electromagnéticos de alta capacidad cubrieron la ciudad formando un escudo terriblemente protector. Con esto, encerraron a la población y para cuando llegaron los ejércitos de las demás ciudades, ya no había forma de entrar.

El jolgorio entonces empezó. Miguel se metio en una casa y sacó a una chiquilla de unos diecisiete años, buenota la hpta, más allá en el camino agarró a una de treinta y más allá, una de diez. 
En el edificio más alto se instaló, y ahí en la terraza habiendo sometido a las tres mujeres, las violó maliciosamente y tanto que, sin querer, las chicas consiguieron orgasmos tan potentes que se rindieron a sus pies. La verga mejorada de Miguel era una puta maravilla. Luego de eso el alien se las llevó, usó sus cuerpos para depositar adn extraterrestre y empezó a experimentar con ellas. Los liberadores del sueño, entre tanto, habían acorralado un edificio de estudiantes y habían empezado a hacer fiesta con quienes allí se encontraban. Gritos desgarradores, llantos amargos, palizas y un sinnúmero de cosas se escuchaban desde la calle. 
Nadie podía hacer nada. Empezaba a implantarse la liberación de un sueño bonito, liberación hacia una pesadilla sabrosona.

Las milicias estaban afuera de la ciudad desde hace tres días ideando un plan para romper la barrera, pero nada daba resultado. Solo podían observar cómo la gente buscaba formas de protegerse, pero todos los sistemas estaban en su contra. Robots recogían a la gente en carros y se los llevaban a un edificio donde el alien modificando adn había generado mutaciones con las personas y las tenía como ayudantes obedientes. 
Los hombres y mujeres más lindos eran violentados en cuerpo y alma por los neardentales modernos, los feos que en realidad eran pocos en aquella sociedad, eran simplemente usados como conejillos de indias. No obstante, hubo casos de alguno que despertaron y se unieron a la nueva reforma que se implantaba, y ayudaron a masacrar a la gente. 
Faltaba poco, el alien había simplemente esperado material para poner en funcionamiento sus experimentos y ahora tenía materia prima de sobra.

A las dos semanas de haber empezado la revuelta, y con cientos de máquinas, soldados, y gente de altos cargos a las afueras de la ciudad, el alien sonrió, o eso parecía lo que reflejaba su rostro. Había dado con un tipo material genético mezclando diversas especies donde Miguel fue clave el éxito debido a sus mejoras y logró conseguir un espécimen que podía multiplicar en poco tiempo. Había logrado crear monstruos que estarían listos en menos de un mes para ir a sacar a los invasores de su planeta. 

Y así fue, de los siete punto ochenta y cinco (7.85) millones de personas que vivían en Nueva Francia, en solo un mes fueron reducidas a tres y medio. El gobierno central no pudo tolerar más la situación y dio vía libre a la detonación de bombas de neutrinos, puesto que nucleares eran simplemente obsoletas para aquel escudo. Miguel por otro lado se había proclamado amo y señor de esas gentes y todos los días tenía a su disposición por lo menos una virgen para el desayuno, que luego de follarla deliciosamente, le enterraba los dedos en el pecho y la abría lentamente mientras bebía su sangre y le arrancaba el corazón para comerlo de manera fresca, ah, era un hijo puta, pero eso bien lo sabe ya el amigo lector.

En todo caso, habiendo transcurrido dos semanas del siguiente mes, el gobierno lanzó sus misiles, y minutos antes, el alien se preparaba para despegar en su nave con mil monstruos listos para el combate y millones más que saldrían en pocos días antes de llegar a su planeta. Miguel había presentido cosas y se había puesto a jugar con algunos artefactos.  

La nave salió y la bomba cayó, en cuestión de segundos todo se hizo polvo, cabe resaltar que el escudo lo generaba la nave interplanetaria por lo que, sin esta, ya no habría protección. 
La explosión alcanzó parte de la nave, pero no le causó daños graves y huyó de la tierra hacia su hogar. 
Migue Ángel de la Ascensión Hidalgo Cortés, sentado en una silla en el jardín y dio la última calada al último cigarro, apretó la cabeza de una chica que le estaba dando una mamada espléndida y se corrió abundantemente, y lo hizo tan duro que esta murió asfixiada segundos antes de que la bomba les cayera encima y destruyera todo lo que con la vista se podía ver. 

Quedó solo un desierto radioactivo en aquella zona del planeta, por no decir un cráter que con el tiempo habría de ser el desencadenante para que el planeta se revelara y fuertes terremotos pusieran a bailar a la tierra matando a todo ser viviente antes de que estallara y se convirtiera en polvo estelar.

Tres mil doscientos veintiocho años después de la gran explosión del planeta, en la lejanía de una estrella menor, en una lámina de una aleación extraña de metal que flotaba por el espacio estelar, se alcanzaba a vislumbrar la imagen de un hombre fornido, de espaldas, con un machete en la mano y una frase que rezaba: «¡la cagué, pero aprendí un chingo!».

Fin.


Para no alargar más esto que leía y mientras sucedían los acontecimientos que estaba viviendo por mi cuenta junto a Gervacio y Nataniel que he venido contando al final, lo recapitularé en el proxima entrega: Luz Andrea y la mala fortuna de mis compañeros.


Malayerba

viernes, 11 de septiembre de 2020

DEL LLAMADO EN LA PUERTA

Estaba sentado en mala postura y se me apretó uno de mis tres huevos,
entonces mandé la mano a la entrepierna y lo saqué con delicadeza;
el alivio no se hizo esperar.

De repente llamaron con urgida insistencia la puerta;
tocaban y tocaban, pero me negaba a abrir, 
el local ya estaba cerrado,
y yo necesitaba estudiar.
¿Por qué tenían que esperar a que se cierre, ¡coño!? 
No obstante, seguían golpeando, y ante la persistencia, salí a atender con desgana.
Eran un par de venecianas, (porque si les digo venecas se ofenden) con tres niños a la espalda, 
y dos ingratos que debían de hacer de sementales en sus noches lúgubres.

Pidieron una recarga para navegar en YouTube
luego un par de chocolates, 
unas frituras, 
unas golosinas, 
una bebida de malta de dos litros, 
y un par de cigarrillos. 

Entre el vaivén de la entrega y el cambio de la moneda, buscaron tomarme el pelo, 
pero se estrellaron cuando mis réplicas fueron el doble de graciosas y el tiro les salió por la culata. 
Y por el culo les habría dado a ese par de locas, si no fuese porque estaban con su familia y yo tenía un golpe de ala (resultado de no bañarme hace tres días) que intoxicaba al respirar, 
cosa que era mejor evitar las ganas de abrigar esa noche con calor venezolano. 

A todo eso, la mayor me echó el ojo, 
se evidenciaban las ganas en su lujurioso rostro;
buscaba preguntar y bromear con el solo fin de oírme hablar, 
la otra igual, pero era un poco más reservada, y a decir verdad, era más hermosa. 
Al rato, en medio del minúsculo jolgorio que llegaba a su fin,
sin querer les robé algo del cambio, y lo notaron, 
yo admití mi error con descaro,
no lo negué;
me miraron animosas y replicaron con ahínco,
y yo me reí fuerte;
ellas rieron escandalosas conmigo, 
los dos chamos al fondo se rieron también. 
La risa nos contagió a todos, incluso, el par de mocosos que andaban estorbando por ahí, se reían sin saber el motivo.

Mi noche no había prometido ser buena, 
la mujer que adoro estaba enojada, 
y yo no me sentía bien. 
Pero esa gente me alegró el rato sin pensarlo.
Esa gente me arregló la velada que se tornaba amarga,
y entendí una vez más que todo cuanto ocurre,
una razón mayor posee.


Yerba

sábado, 5 de septiembre de 2020

RICOTA

Uno ve dos tetas y qué fácil se enreda.
¿Pero cómo no enredar mis ojos a esos pechos que me llaman obligado a que los devore, a través de la transparencia de su blusa? 

Joder, y qué culo,
¡por Dios santo! ¡Señor trasero!
Palmear eso no puede concebirse entre los precios del hombre. 
Para manosear activa y lascivamente ese cuerpo, media vida sería quizá un pago aceptable. 
Y para chupar esos labios, aaaah,
para esos malditos labios de doncella de los infiernos,
tendría que entregar la otra media vida restante, y seguro quedaría debiendo. 
La carne que proteje su sonrisa es como tener delante el más delicioso manjar. 

Pura tentación;
el pecado hecho carne y huesos, sumado a una belleza indiscutible de mujer. 
A penas ayer era una niña, 
ahora ya es toda una hembra,
y mi verga palpitante la quiere sentir. 

Ella me desea;
en sus ojos lo noto;
en su sonrisa coqueta hay lujuria, 
y su voz me conmueve, 
aunque no sé si en realidad quiere sexo salvaje o solo espera que la compra le salga barata, 
en todo caso solo tengo claro que hay que aprovechar cuando se pueda, 
que esta vida no puede irse sin gozar.

—¡Eh, Nathalia!, se te quedó esto —le grito mientras la alcanzo.
Me sonríe;
me mira pícara;
me dice gracias; 
me guiña un ojo... 


jueves, 3 de septiembre de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP VII: Un juego suculento

—Oigan, no me gusta este lugar, parece maldito. 
—¡¡Malditas las ganas que le traigo a ese culazo, mi amor!! —le dije—
Y sin más, con la destreza del mañoso, le bajé hasta el suelo lo que tenía por pantalón y la penetré violentamente y sin saliva para que no perdiera el horizonte, justo cuando algún mísero demonio la hacía suya.
La chica se revolcaba poseída por el ente maligno; 
echaba espuma,
se retorcía los brazos y la cabeza;
y yo, que retorcido también andaba, 
le agarré de las tetas hasta enterrarle las uñas, 
y bien clavado cual cerdo sobre su marrana,
no me desprendí, aun cuando se revolcaba como si fuese un toro mecánico.

El otro que nos había acompañado no sabía qué hacer;
si jalarse la verga al ser testigo de la faena, 
o sacar la cruz, soltarse un rezo y echar unas gotas de agua bendita (consagrada por el mismísimo papa mientras era un santo y hablaba con Dios, cosa de un pasado remoto, y antes de que la lujuria le ganara y violara a setenta y nueve niños en dos meses, ganándose el récord de ese año en el vaticano, y obvio bajo la bendición del mismo Dios).
Siguiendo la lógica, me pegó un grito diciendo que me bajara de la poseída, 
y luego me indicó que la sujetara fuertemente.

Mirando la situación no vi de otra más que usar la técnica del cordero.
La enlacé del cuello y tirando la soga hacia arriba por una doble viga, le di una buena templada.
Quedó medio flotando, pero era mejor que agarrarla con las manos desnudas y correr el riesgo de ser golpeado.

Antes de que muriera por la asfixia, 
le rociamos agua bendita y le ayudé a rezar al remedo de exorcista. 
El demonio pareció que se fue, y la niña quedó librada, 
pero ya se estaba poniendo morada la desdichada,
y para desgracia de la pobre, 
el nudo se apretó y tardé mucho más en soltarla. 
Pero al final se pudo, y la chica se salvó. 

De esta manera, fuimos desvirgados los tres:
el tipo echando su primer exorcismo;
la niña sufriendo su primer exorcismo;
y yo, culiando a una poseída por primera vez, je, je, je. 

¿Que cómo llegamos a esta situación?, se preguntará el lector. 
Puede aquél que ya conforme con lo contado, dejar hasta aquí y buscar otro buen texto para leer. 
Pero si gusta saciar la curiosidad, permítame ponerlo en sintonía. 

Dahianne, Román, y yo, nos conocimos por ahí, sin pensarlo ni beberlo.
Aquel día que nos topamos por vez primera, llovía devastadoramente, 
y en el rincón de algún edificio de la gran ciudad donde nos refugiamos por casualidad, les ofrecí un poco de yerba, 
el tipo sacó una botella de alcohol al 60 %, 
y la chica como no tenía nada que ofrecer, se dignó a complacernos con buena compañía. 
Desde ahí seguimos frecuentándonos un par de veces más.

Un día, Román nos habló de posesiones y otras cosas sobre las que él estudiaba.
Dahianne, se emocionó con la charla, y ansiosa por experimentar nuevas sensaciones en su arrebatada vida de niña rebelde, propuso jugar a la güija.
Yo, que andaba algo aburrido, acepté la propuesta, 
y Román, que no estaba a gusto con la idea, 
aceptó de buena gana luego de bebernos la tercera botella de Whisky.

Preparamos la jugada para la noche de ese mismo sábado que era tan oscura que no nos mirábamos las caras sino era por las luces de la linterna.
Al amanecer del domingo, estábamos dormidos a pierna suelta en medio de un olor a vicio y cerveza. 
No pasó nada, pero el miércoles, nos informaron que la niña miraba cosas raras.
No siendo más, la oportunidad se dio, 
y cuando supimos qué ente  poseía a la chiquilla, 
hicimos los preparativos para el  siguiente sábado, 
día de  evacuar el mal, que como habrá leído ya el lector, en la primera parte, se explica  claramente lo sucedido. 

Por desgracia, luego del incidente, 
Dahianne no quiso volver a vernos;
Román recibió de castigo su expulsión de la escuela espiritual y se abrió del parche;
y yo, yo quedé ahí, 
otra vez solo, 
valiendo verga, 
y contando estas cosas al papel como si alguien las fuera a leer, 
como si a alguien le llegasen a importar,
pero en caso de que sí, pues, espero que se lo haya gozado como yo al recordar esos viejos tiempos.


Malayerba

miércoles, 2 de septiembre de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP VI: Emilio

Después de verlo ahí en medio de la miseria,
tenía dos opciones; 
o le demostraba que el sistema lo quería pobre y que él era un desgraciado,
o simplemente el reírme con él.

No pensé dos veces como era de esperarse,
y le pedí algo de cuero, pero no tenía,
entonces le quitamos el papel a una chocolatina que habíamos comido y armamos el cigarro,
fumamos un buen rato y salimos a caminar por la ciudad.
Felices y sonrientes anduvimos,
disfrutando de este presente que era tan nuestro, tan propio, y a la luz sus once años, tan inocente.

Emilio le dije, mira esa gente, ¿qué piensas de ellos?
—No sé, solo son gente.
—Así es —sonreí—, solo son gente y nada más. Nunca permitas que alguien de ese tumulto, te haga sentir mal,
son estúpidos la mayoría de ellos, no saben lo que quieren realmente, ni siquiera saben lo que son, y no tienen idea de a dónde van,
están perdidos.
—¿Y tú si sabes eso? —me interrogó.
Lo miré —no, la verdad no sé ni qué digo le dije, y nos echamos a reír.

Una vez hubimos llenado la barriga con unas grandes y tozudas empanadas acompañadas de un buen café,
lo escolté a su guarida.
Estaba en un viejo edificio abandonado,
ahí tenía solo una hamaca donde dormía,
unos trozos de cartón cubrían los orificios,
y varios garabatos adornaban la pared.
En uno de los dibujos se vislumbraba a una señora de grandes cabellos alborotados,
un tipo señalando el mar,
y en su otro brazo, cargaba a un infante que al parecer sería una niña,
—¿Tú familia? Le pregunté.
—No, me respondió— fueron los primeros que acuchillé, su hija me aruñó la cara.
Y entonces miré el resto de la pared y habían varias personas en diversas situaciones:
bailando, jugando, en auto, sonriendo.

—¿Y a todos ellos también los has herido?
—No, solo unos cuantos. El resto son cosas que me gustaría hacer.
Entiendo, lo harás.
—Sí claro.

Años después me lo topé en la calle,
me reconoció él,
yo no.
Iba de la mano con una pequeña,
iba feliz y ella cantando.

—Qué linda nena —dije sonriendo.
—Y también sabrosa me respondió riendo.
Lo miré algo perdido —¿tuya? —inquirí
Sí me dijo— es la sexta. 
Ya veo —manifesté y proseguí mi camino. 

Al son de mis pasos seguí andando y ya entrada la noche terminé en un rincón olvidado de la gran metrópoli,
y debajo del puente aquél, noté una pequeña fogata;
me dirigí hacia allí con la esperanza de calmar el frío mortuorio de la ciudad. 

Una vez llegué, un hombre salió a mi encuentro,
era Emilio que al verme, me saludó alegre, 
me alargó un trozo de carne ensartado en un palo que degusté plácidamente. 
Le pedí repetir, y me estiró un sabroso filete envuelto en un trozo de hueso.
—Una carne exquisita, debo admitir, y una vez dejé bien chupado el hueso, indagué por mera curiosidad.
—¿A qué te dedicas ahor..? 
—Wow wow, espera, ya casi está —me interrumpió— mmm, huele delicioso, ¿no te parece? —dijo sonriendo.
—Habrá que probar —respondí.
Y de entre las brasas sacó envuelta en unas hojas de alguna especie de plátano, una pequeña cabeza.
Lo miré expectante,
la puso en una vieja lata y luego con un cuchillo rebanó un trozo de mejilla y me la sirvió.
La comí de golpe, se veía demasiado exquisita para contenerme.
Aaaah qué sabor, simplemente, riquísima.
Al terminar, encendí un cigarro y le alargué uno a Emilio.

—¿Cómo empezó esto de comer gente? —indagué. Y entonces me contó:
—Un día estaba buscando hongos a lado de la Torre del Caño, y había una señora con su hijo, lo estaba regañando, creo, —¡si no te comportas, te regalo a ese señor! —gritó y me miró a mí— yo me quedé en silencio, pero el chiquillo empezó a hacer una pataleta y ella cogiéndolo de un brazo lo trajo hacia mí, —tome —dijo, mientras me entregaba al pequeño y me guiñaba el ojo, luego se marchó por el sendero—, yo no entendí muy bien, pero lo agarré fuerte aunque se puso a llorar. 
De pronto el viento sopló con fuerza y una rama cayó golpeándole la cabeza, le hizo perder el equilibrio y se fue derecho hacia el despeñadero.
Entonces me quedé ahí con el chiquillo que se había quedado sin habla.
Ya estaba tarde y no había comido nada en todo el día, entonces saqué el cuchillo y le corté el cuello, encendí una fogata y lo asé, total me lo había dado, ¿no?
Yo asentí, tenía razón, no había nada que añadir.
—¿Y luego? pregunté.
—Luego las cosas se fueron dando, pero luego de que me hice con una niña, estas me parecieron más exquisitas, así que cuando puedo agarro alguna y me la zampo, je, je.
Ooookkaay, ja, ja, ja.

Lié un cigarro de marihuana y lo fumamos gustosamente,
al rato se apagó el fuego y me dispuse a regresar a casa.
Emilio —le dije, mientras le ponía la mano en el hombro— eres un maldito.
Y de un tajo le enterré el cuchillo en el cuello y lo deslicé por el ruedo.
Lo limpié en sus ropas y lo dejé ahí.
No estaba bien matar niños sin verdadera justa razón le susurré al espíritu que abandonaba su cuerpo— y me retiré del lugar.


Malayerba

miércoles, 19 de agosto de 2020

SUDDEN LOVE

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos».

Y con mi espíritu que estaba a ras del suelo, la vi llegar.
Con un short descaderado que la ponía linda.
Unas piernas tan largas y pulidas como el mármol en las manos del mejor artista.
Una blusa del color del cielo.
Unos brazos que abarcaban al universo entero.
Un largo y rizado cabello que bailaba al movimiento de sus nalgas. 
Medía uno setenta y sus ojos se clavaron en los míos;
y entonces cuando me dijo: hola, y mientras me dejaba ver su sonrisa,
comprendí qué significaba eso de ser bienaventurados.
Aunque ya tarde caí en la cuenta de que yo no pertenecía a ese tipo de bienaventuranzas. 
Y es que no tenía forma de saber que estaba frente la más puta de los llanos del oriente. 
Frente a la más zorra de los mares del Atlántico. 
En las garras de la más perversa de los caídos en desgracia. 
Patricia le decían, nombre obsoleto para tanta brujería junta;
nombre de poco valor para tanta demonia.

No había forma alguna de saber que yo en vez de ascender y sentarme a la derecha del padre,
iba enhiesto y de jeta hacia lo más profundo del averno cual si fuese otro pendejo. 

No obstante, como buen representante de los hombres, 
di la batalla en el juego del amor hasta derramar lágrimas. 
Porque no se puede querer a una mujer sin sentir un poco de nostalgia,
otro poco de tristeza, 
y otro tanto más de ira, al saber que la chica por la que das la vida puede hacer que por desesperación te desgarres la piel en un fallido intento de entenderla;
mas nada le puedes decir porque, ¡joder!, 
ella es la responsable de todo aquello;
y aún así, el corazón decidió amarla, 
y por ende hay que aguantarla, 
no dejarla, 
no soltarla, porque hacerlo sería un error;
dejarla marchar, sería una condena, 
y yo ya estoy viejo para luchar por otro amor que no puede ser mejor. 
Que la muerte me alcance en este que ahora siento, 
que si me llega mientras hábito el mundo de mi bella niña de porcelana, 
me puedo dar por bien servida mi afligida existencia. 



sábado, 1 de agosto de 2020

P DE PERDEDOR

Necesito una excusa para volver a escribir sobre el amor;
una excusa con buenas tetas y un trasero natural;
una excusa que me joda la vida y me haga delirar,
que me sacie la sed de cariño que las putas no han sabido compensar.
La necesito en mis noches solemnes y en la angustia de mis días perdidos, 
la preciso en mis mañanas tristes y en el crepúsculo de la tardes baldías. 

La menesterosa ansia de acariciar con la aspereza de mi tacto, la suavidad de su piel,
y la ávida necesidad de besar con los labios de este corazón amargo la pureza de su ser,
me tienen en vilo y con un sinsentido de la realidad.

Necesito una excusa perfecta para dejar salir aquel cerdo romántico que se extingue...
Te necesito aquí, mujer, para poder volver a escribir algo que merezca la pena leer. 



miércoles, 22 de julio de 2020

VAGUEDAD

A veces hubiese querido ser mujer,
para pasarme rascando el coño con absoluta libertad,
esperar que mi hombre me alimente,
y llorar amargamente por cualquier nimiedad.

Jugar con corazones que se fijen en mi buen culo y en mis hermosas tetas,
divertir a mi alma con interesados de mierda;
hacer que se maten por mí,
ser la reina del carnaval.

Pero no soy mujer,
soy tan solo un pato,
cua cua. 


Yerbaficti

https://youtu.be/JEL3LFtcl7c


martes, 21 de julio de 2020

PODRÍA JODER

¡Podría agarrarme a chillar como un marica! 
¡Podría revolcarme en mis estúpidos lamentos!
¡Podría quejarme sin ningún miramiento! 
¡Cogerlos a todos y cagarme en vuestros muertos!

Pero, ¡¿a quién le importa si un idiota sufre?! , 
¡a quién le importa si un payaso llora!, 
¿a quién putas le va a gustar a esta mierda que aquí plasmo? 
¡Y QUIÉN PUTAS VA A DECIR: NO TE RINDAS HERMANO! 

¡Porque a nadie engañamos!, 
¡A nadie le importamos de verdad! 
¡A NADIE MÁS QUE UNO MISMO! 
y ahí está lo peor, 
¡que hasta yo mismo me importo una mierda! 

Y tú al otro lado de la puta pantalla,
crees encontrar algo bueno en estas letras, 
y solo estas leyendo a un imbécil que tiene una vida y no sabe vivir,
que tiene sueños y se quiere morir, 
que quiso amor y solo recibió rencor, 
que buscó cariño y solo encontró dolor...

Aaahh joder, hasta para quejarme soy un inútil... 

Mírame desde allá arriba Cielo,
tu increíble poeta, solo es un eterno fracaso.


Malayerba

viernes, 17 de julio de 2020

RETROCEDER

A veces la decepción es tanta,
que sencillamente no merece ser descrita.

Y de todas formas, al final siempre terminas solo en este mundo.
Así que, ¿para qué apegarse?
No tiene sentido, y quién va por el camino de la sabiduría, eso lo tiene claro. 
O quizá sólo te das cuenta de que no importa qué suceda, 
ni con quién te juntes, 
tu ser es tan insoportable,
que simplemente no eres tolerable.
por lo que difícilmente alguien podrá estar cerca de ti durante mucho tiempo. 

Así que, ¿qué más da? 
¡Sonríe!, 
o llora, 
o laméntate,
o mejor, ¡levanta el puto culo de la puta silla y ponte a hacer abdominales!, 
a todos les gusta ver un vientre plano, ¿verdad? 

Por otro lado, 
nadie te va a querer si no te quieres, 
así que nadie te va a querer, porque sencillamente, no te quieres. 
Problema planteado, solución dada:
¡Quiérete y ya! 
y si no pues no, ¿qué importa? 
Es tu vida, tu gran puta vida, 
¡ES ESTA HIJUEPUTA VIDA Y YA! 
SOLO ESTÁS AQUÍ PARA APRENDER ALGO: PARA VIVIR LA PUTA EXPERIENCIA DE SER UN MALDITO HUMANO ¡¡Y NADA MÁS!! 

No hay obligaciones. 
No tienes que rendir cuentas a nadie,
que la sociedad, que el sistema, 
que la familia,
A TOMAR POR CULO TODO ESO, ¡COÑO! 
Importa lo que está adentro, 
¡lo que hay ahí en el pecho!

A veces solo quiero dormir y quedarme allí. 
Porque para qué despertar si voy a seguir igual.
Escribir estupideces y subirlas a internet cualquier pendejo lo hace. 
Entonces, qué más da. 

Conocí a una mujer, la de mis sueños, 
el amor de mi vida, y lo gocé, por desgracia se fue de este mundo antes que yo. 
Y por contrario que parezca, pude sentir lo que era un amigo, aunque nunca me habló, 
pero se alegraba y movía el trozo que tenía por cola, 
y solía ladrar a quienes tenían una mala energía cuando ingresaban en casa, 
pero al final acabaron por destriparlo en la calle, 
y me dejó igual. 

Todo este tiempo tratando de engañarme, 
de esperar a alguien que no llega, 
de saber que yo no poseo verdaderas razones para seguir.

Me despido entonces, tal como he venido,
cagándome en todos,
insultando a vuestro muertos, 
valiéndome una puta mierda la opinión ajena. 

Solo quiero dejar de fingir, 
cortarme el cuello, 
y echarme a dormir. 

«Podéis iros a la mierda los que lo merezcan, 
habemos muchos estúpidos de sobra, 
es hora de desocupar este lugar. 
Los espero del otro lado. 
Un besote» 


Yerbatero, de la gran familia: Malayerba Corporation