lunes, 18 de mayo de 2020

MÁS QUE SEXO

Una historia de vida nunca viene envuelta en algodón y pétalos de rosa.
Una historia bien vivida, lleva impresa un montón de amarguras, dolor, y sufrimiento.
Una historia que merezca ser contada, habla de una mujer que pese a todo, nunca ha bajado la cara, sino es para ayudar a quien se va quedando en el trayecto.
Y referirla sería increíble, pero aún no es el momento, 
porque este mundo no está preparado para tanto.

No obstante, hablar de ella nunca conllevará al hastío,
porque ella es luz,
el brillo de la flama,
un rayo de esperanza,
una razón que hace que la vida valga la pena.
Hablar de ella es haber encontrado un camino y un propósito para esta existencia.

Pero como no es el momento de hablar de maravillas,
paso a compartirle, amigo lector, 
que con ella el sexo deja de serlo, porque hacemos lo que deben hacer los que se aman: 
besar con los labios el alma, y encontrar el punto exacto de la conexión divina,
trascender la materia, 
superar la conexión de la carne,
y entre gemidos profundos, dar vía libre a la exaltación del espíritu.

Somos más que un par de locos haciendo el amor bajo la lluvia,
somos más que un par de amantes que se comen a bocados bajo la ducha.
Ella y yo somos la excepción a la regla,
demostramos que los principios morales deben ser olvidados,
y que las normas establecidas son simples ornamentos sin valor.

Hacer el amor con ella es perderse en la infinidad del cosmos,
es vagar entre montones de estrellas,
es aterrizar en paraísos prohibidos;
es agradecer al universo mismo, la maravilla de poder estar vivo.


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