No soy de jurar cualquier cosa,
pero puedo asegurar que los ángeles se retuercen de envidia cuando la oyen cantar;
y de mí ni se diga, muero y vuelvo a nacer en medio de una satisfacción completamente plena.
Pasaría horas y horas escuchándola cantar, y no me cansaría sino que cada vez querría más.
Pasaría días enteros sin dormir, sólo por no perder un instante de su sonrisa,
mientras me dice con la mirada que la abrace y no la suelte jamás.
mientras me dice con la mirada que la abrace y no la suelte jamás.
Y quisiera poder organizar mis ideas,
pero sencillamente no puedo,
porque mi cerebro se fundió al no poder controlar a mi corazón que anda borracho de tanto amor;
y yo me quedo con la cara de un pendejo que sonríe sin parar,
pero esta vez la razón existe, y es tan evidente que no necesita ser descrita.
Y si alguien aún no comprende lo que digo,
que recuerde el mejor momento de su vida y lo multiplique por 10,
y entonces quizá,
sepa entender que el corazón de un engendro anda perdidamente enamorado.
Malayerba
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