miércoles, 30 de septiembre de 2020

POETA EL CHIQUERO CAP. VIII: La tumba de Michelle.

Un día de esos en los que el cielo se encontraba gris, me topé con él. 
Pese a que habían transcurrido tiempos duros, no esperaba ese cambio en su figura. 
Había enflaquecido, y demasiado para ser exactos. 
Cuando conocí a Miguel, tenía casi el doble de masa corporal que yo, 
Y ahora estaba llegando a los huesos. 

—Qué milagro —le dije—, lo saludé y hablamos un rato, luego le regalé un cigarro y nos fuimos conversando hasta la bifurcación que llevaba a su casa. Ahí nos despedimos y le sugerí que dejara de preocuparse por las cosas de la vida, que su salud debía ser más importante. 

Una tarde de miércoles me llegó un mensaje: «¿Ey, loco, tienes tiempo para una cerveza?» accedí amigablemente, 
y antes de que cayera la noche, ya habíamos acabado con media canasta. 

De pronto se queda viendo hacia la ventana que reflejaba las luces de la ciudad, 
—Conocí a una chica —me dice—, es lo más hermoso que he visto alguna vez —Continúa bebiendo un gran sorbo—. Pero es extraño, no puedo explicarlo, y hay algo más, no sé cómo ayudarla. 
Lo escuché atentamente sin poder comprender realmente. Él se percató de mí desconcierto y dijo: ven vamos, y lo seguí. 

Llegamos a un colegio abandonado, la mitad ya estaba en ruinas. 
De ahí nos dirigimos hacia unos baños derruidos, casi al final de la construcción. 
—Espero que comprendas lo que vas a ver —me previno. 
—Tranquilo, he visto tantas cosas que espero siempre algo que me sorprenda —me burlé con ironía. 
Me miró de reojo y con una mueca de risa, me dijo: entra. 
Una vez allí, había algunos escombros apilados y en un rincón de la pared, la mitad de un gran espejo que relucía impecable. 

—¿Y bien? —le pregunté. 
—Espera, ¿Michelle?, —la llamó; no entendí, pero me quedé callado—. Michell, ven, quiero presentarte a un viejo amigo. 
Yo bebí un trago de la cerveza que llevaba en la mano y encendí un cigarro para matar el frío que se adueñó del lugar. 
—Ya voy, dame un segundo, me estoy poniendo bonita —dijo una voz risueña. 
Abrí los ojos de golpe y paré oreja a la procedencia del sonido.  
Miré alrededor y nada había más que Miguel y yo. 
—¿Qué carajos? Ja, ja, ja, —me reí. 
De pronto, una breve luz destelló del espejo, y ahí detrás del cristal de plata, con toda la intención de sorprenderme, ella apareció. 
Me quedé boquiabierto, y se me soltó la cerveza del susto. 
—¡¡¿¿QUÉ MIERDA??!! —grité emocionado. 

—Michelle, te presento a Chiquero; Chiquero, Michell. 

Yo, muerto de la curiosidad, no respondí nada, solo me limité a observar con profundo análisis la situación buscando una respuesta que no iba a descubrir jamás, a menos que me quedara a oír una explicación. 

Miguel se acercó al espejo, puso su mano y sonrió, ella detrás del mismo hizo lo propio y le dio una enorme sonrisa. 

—Hola bebé, te extrañé mucho, creí que no iba a venir —dijo ella, emocionada. 
—Siempre vendré, no podría dormir sin antes hablar contigo —respondió él. 

Yo, que no salía de mi asombro, interrumpí. —Bueno, ¿qué es esto? 

Ellos me miraron y ella le susurró algo al oído, mientra me miraba fijamente. Sentí cierto escalofrío recorriendo mi espalda. 

—Es Michell, la chica de la que te hablé. 
—¿¿Siiiii??
—Aaaah —Suspiró—, es una larga historia, pasaron muchas cosas. Pero la cosa es que un día soñé con ella:
Se encontraba llorando en medio de una calle desolada, y cuando la miré me gritó horrorizada que me fuera, yo no escuche y la traté de socorrer, entonces salió corriendo y la seguí, llegó a este lugar, y de pronto se metió en el espejo, yo, lo intenté, pero choqué y se partió en dos. 
Ahí me desperté. Olvidé el sueño luego de eso. Pasaron algunos meses y un día tuve problemas en casa, discusiones, no tenía la culpa, pero igual me achacaron a mí sus disputas.

Entonces me puse a beber, y a media noche empecé a caminar, y sin darme cuenta llegué a este lugar, 
igual que en mi sueño, entre aquí y miré el espejo roto.
—¿Hola? —pregunté— hay alguien aquí?— esperé un rato, pero no hubo respuesta, me sentí idiota y opté por salir, y entonces alguien habló —Espera, por favor, no te vayas —dijo la voz. 
Miré a los lados en busca de alguien, pero no había nadie. 
Revisé el lugar y un miedo me invadió, quise salir corriendo, pero tropecé y caí. 
—¡Aayyy! ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? —preguntó ella— pero yo seguía sin ver nadie cerca. 
—Acá, en el espejo, tontín —me dijo—. Me levanté asustado y cuando miré hacia el espejo, la vi, y caí desmayado. 
Cuando desperté eran ya las diez del otro día. 
Creí que todo había sido un sueño, y me fui. 

Cuando llegué a casa me di cuenta que no tenía mis llaves, 
Así que regresé en búsqueda y volví acá. 
Las encontré tiradas y cuando me agaché para recogerlas.
—Oye, no te asustes, por favor, espera —me gritó ella. 

Me levanté del susto y quedé paralizado cuando miré el espejo, había alguien ahí; no lo entendía, pero ahí estaba.
Quizás no era tanto porque estuviese atrapada, sino porque era a mi parecer lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.
Transcurrió un buen rato antes de que me hiciera a la idea de que no estaba alucinando o soñando todavía.
Luego de ese día, me contó su historia, y cómo terminó allí.
Hace ya más de dos meses que vengo todos los días aquí,
Por desgracia solo puedo verla a estas horas, nunca en el día.

—Comprendo —le dije—, sin entender mucho, pues su historia era una incógnita para mí. 

A partir de ese día Miguel se volvió más abierto y de tanto en tanto me contaba lo que hablaba y pasaba con la chica en aquellas noches que eran de los dos.

Un día me enteré que Miguel terminó en arresto,
lo encontraron golpeando sin cesar a su padrastro, un tipo que de alguna forma se merecía eso,
nunca lo trató bien y se había pasado con su madre esa vez, por lo que la reacción no se hizo esperar,
pero la tonta de su madre, llamó a la policía y se lo llevaron.
Me alcanzó a enviar un mensaje que decía que cuide de Michelle.
Yo que la verdad había quedado intrigado, acepté.

Esa noche, un domingo de pascua, llevé una cajetilla de cigarros y entre ellos un par llenos de yerba,
unas cervezas y una cobija para el frío.

Entrada ya la noche, llegué al lugar,
me detuve frente al espejo y la llamé,
—¿Michelle? ¿Estás ahí? ¿Responde si me escuchas? —lo dije en tono de broma.
—No me agradas, vete —me dijo.
—Ay, por favor, no seas así. Ni siquiera nos conocemos.
—Te he estuve observando todo el día —replicó seria.
—Ah, bueno y, ¿cómo fue eso? —inquirí.
—Mmm —suspiró—, ¿qué pretendes?
—Nada, solo cuidarte, tal como me lo pidió Miguel.
—¿Crees que lo necesito?
—No.
—Entonces vete.
—Bien —le dije—, sería una pena que alguien le arrojara una piedra a ese bonito espejo —sonreí cruelmente mientras recogía una piedra—, ella abrió los ojos y entendí que esa era su única forma de seguir en contacto con este mundo.
—¡Hijo de puta! No atreverías.
—Creí que me habías estado observando —me burlé—, ella palideció, sabía que lo haría si no cooperaba, me miró furiosa y no dijo nada.
—Bien, comencemos —sugerí—. Encendí un cigarro y destapé una cerveza. Era hermosa, eso era innegable, pero hermosa en el sentido de percibir la singularidad, y de físico, bueno, también.
Me miraba tranquila, pero seria.
—¿Cómo te saco de ahí? —pregunté. Ella abrió los ojos, seguro esperaba otra pregunta.
—¿Qué?
—¿Conoces alguna forma de salir? 
—¿Crees que no me habría ido ya si pudiera, estúpido?
—Cierto —respondí dándome cuenta de mi obvia pregunta.

Empezamos a hablar y de a poco se fue soltando, 
y poco a poco me fue encantando,
¡joder!, era increíble, no podía haber sido más emocionante su historia,
tal como esperaba.
La fui detallando a medida que me contaba los sucesos: 
Pelo castaño, muy dulce luego de que entrara en confianza, (la verdad fue fácil) piel blanca con un par de pecas, un lunar en el labio superior que la hacía lucir sexy;
delgada, un pecho promedio, y unas caderas que me empezaban que me provocaban algo, en resumen: hermosa, 
vestía un buso amarillo. Luego empezó a reír, era divertida, sentí algo por ella, 
quizá era una de esas «personas luz».

—Se preguntará el lector, por qué no cuento su historia, pero permítame decirle que eso merece unas páginas aparte, no en esta, que aquí solo quiero mostrar este caso de la manera más comprensible posible, 
aparte de que no busco hacerle perder mucho el tiempo—.

Luego de un rato, me confesó el problema que existía:
ella podía salir de allí solo de una forma,
encontrar sus huesos y quemarlos,
pero entonces, simplemente tendría que marcharse por completo,
cuando le dijo eso a Miguel, él no lo aceptó,
e hizo oídos sordos al asunto y quiso creer que habría otra manera,
pero en realidad no la había.
Le pregunté dónde hallarlos, y ella me indicó la ubicación, 
lo había averiguado meses después de darse cuenta que estaba muerta;
pero Miguel no quiso escuchar y cambiaba el tema cada vez que lo mencionaba.
Entendí entonces el inconveniente.
El tipo se enamoró de ella perdidamente.
Me preguntaba cuanto estaría sufriendo por estar encerrado en vez de ahí, junto a su chica.

El amanecer se aproximó,
y me despedí,
no hicieron falta más palabras,
ella sabía lo que yo pensaba y estaba de acuerdo,
de alguna forma tengo la capacidad de entender las ideas de los desamparados sin que me lo digan.

Miguel salió luego de dos días,
estaba más flaco aún y tenía la mirada vacía;
lo asistí como pude,
y el jueves le planteé la idea de liberar a su chica,
se retiró mirándome furioso y no me volvió a hablar.

Pasaron unas dos semanas cuando recibí un mensaje: 
«Loco, está bien, ayúdame».
Esa misma noche nos vimos,
tomamos un par de cervezas y nos dirigimos a una de las jardineras de aquel mismo colegio.

Con pala en mano, cavamos profundo;
una tela negra apareció en el fondo;
un par de nudos, cabellos, fotos y unas cuantas cosas más estaban intactos dentro de una bolsa.
los huesos, algunos rotos y otros adheridos por la carne descompuesta se encontraban haciendo un enjambre óseo.

Sacamos todo eso, 
lo llenamos en una bolsa y llegamos a los baños,
ahí nos esperaba Michelle con la mirada nostálgica.

Sin perder más tiempo y antes de que llegara la media noche,
cavamos un hueco,
pusimos los huesos,
Michelle recitó unas palabras que desconocí,
latín habría sido, como es típico, o quizá hebreo.
Les rocié gasolina,
y me preparé para tirarles un fósforo, cuando Miguel me apartó de un empujón.

Oye, ¿qué pasa? —pregunté.
—¡No lo harás! —me dijo y me lanzó un golpe con la pala. Lo alcancé a esquivar por poco.
—¡OYE TRANQUILO! —grité—, ¡ya lo habíamos decidido!
—¡NO HIJO DE PUTA! ¡YA NO QUIERO! —gritó con una mirada perdida, no estaba en sus cabales.
Muy bien —le dije— no pasa nada, no haremos nada, solo cálmate. Saquemos los huesos y ya está, no lo haremos —le hablé mientras me acercaba con serenidad. 
—Sí, saquémoslos —dijo, y se apresuró a agacharse para jalarlos—. Aproveché el momento y con la pala le golpeé la cabeza, quedó inconsciente al instante y cayó encima de los huesos.

Miré a Michelle y ella aprobó con la mirada triste, no esperaba que fuera así, pero no había marcha atrás, había recitado ya el pasaje maldito, y si no se hacía entonces, iban a pasar cosas de verdad tenebrosas.
No perdí más tiempo, con un fuerte tajo le partí el cuello en dos al pobre de Miguel, y le di otro más para asegurar su muerte.

—Cuida de él en el otro lado, te necesita ahora más que nunca —le dije a Michelle.
—No te preocupes por eso, lo haré —dijo—, gracias por todo, y perdona por como te traté —me dijo mientras sonreía y una lágrima escapaba de su mejilla—. No pude evitar no sentir tristeza, pero procedí a lo que correspondía.

Rocié más gasolina ahora al cuerpo de Miguel,
y les tire un fósforo encendido.
Ardió todo muy hermoso,
y vi a través de las llamas como, la imagen de Michelle se iba desvaneciendo.

Me tomé un par de cervezas más mientras avivaba el fuego hasta dejar todo en cenizas,
me fumé un porro para desearles un buen viaje,
y una vez cumplido el trabajo, 
rompí de un puñetazo ese bonito cristal,
y me marché tarareando una canción para despedir a aquella pareja que encontró el amor a través de un espejo.


Malayerba

viernes, 25 de septiembre de 2020

SOLO HAZLO

—P, p.. P, pero es que... 
—¿Es que qué? 
—¡Es que no puedo!
—¿Y acaso yo a usted le pregunté si podía o no? ¡Hágalo y punto! 

Y lo dejé con el lápiz en la mano y el papel en la mesa.
Después de un rato, volví, y noté que ya estaba terminando el dibujo.
No era un león perfecto, tampoco se le pedía que hiciera una copia idéntica, 
pero era un león hecho por su mano al fin y al cabo.

—¿Qué es eso? —le interrogué. 
—¿Qué?
—El dibujo.
—Pues un león.
—¿Y quién lo hizo?
—Pues yo.
—¿Y no que no podía?
—Ay, tío, ¡ya cállese!
—Ja, ja ja, ja.

La tarea luego de eso fue muy simple, solo ubicar puntos cardinales y terminó. 

A veces los adultos se comportan igual que un niño. 
Creen que cuando se les pide algo deben hacerlo de manera más perfecta, y el miedo de no poder lograrlo, les hace retroceder, 
les impide crear algo por sí mismos y se escudan en otros. 

Cuántos cobardes hay por ahí diciendo y alabando a otros artistas y soñando con un día imitarlos, pero se rinden a la primera. 

Yo un día escribí, y nadie me leyó. 
Volví a escribir, y nadie dijo nada. 
Un día presenté un escrito, y se me burlaron cruelmente;
en los posteriores recibí insultos y malos tratos de gente que se creía experta. 

No obstante, yo de terco, seguí escribiendo, 
no porque quisiera agrarlos, no,
lo hice porque buscaba a quien mis letras le ayudaran, porque el poder de las palabras es fuerte y puede causar milagros como un día lo hicieron conmigo. 

A día de hoy sigo valiendo verga, 
no he ganado un solo peso,
y no he vendido ninguna letra. 
Sin embargo, un día me llegaron buscando, y me agradecidos me pidieron que continuara, 
que no debía parar, 
que mis escritos les habían cambiado la vida. 
Y entendí que mi fin había sido cumplido. Con una persona a la que mis versos le hubieran hecho bien, ya estaba más que completa mi meta. 

No soy reconocido ni nada por el estilo, 
pero increíblemente mis letras han llegado a lugares que no creo alcanzar a visitar en esta vida.
Más de veinte países han recibido mis palabras con agrado. 

«Me pregunto qué habría pasado si en vez de solo ponerme a escribir y mejorar cada día, 
le hubiese hecho caso a las voces que me decían: no puedes hacerlo...»


Malayerba 

domingo, 20 de septiembre de 2020

UNA IDEA PRECONCEBIDA

A media noche y a luz de una vela, me refugio ente letras perdidas.
Escribo con dedos grasientos,
con una mente al borde del delirio;
y con un vacío hiriente aquí en mi pecho.
Así me encuentro,
en este espacio dividido,
tratando de salvar el romanticismo del solitario
y con un cigarro muriendo entre mis dedos y mi labios.

Noto que el cielo también se reserva para sí sus momentos de soledad.
Se oculta bajo espesos nubarrones que no dejan entrever el brillo de los astros.
Y aunque no sufro de insomnio, estoy aquí despierto,
pasando la media noche en vela,
esperando a que algún demonio me brinde un poco de sabiduría.

Con el dolor punzante de una rodilla que se niega a sanar,
termino por entender que el amor es lo único que existe,
o que al menos es el fin último de toda existencia.

Me propongo entonces buscarlo,
encontrarlo,
y sentirlo en su mejor expresión.
Habré de vivirlo al máximo antes de morir...
Habré de vivirlo de corazón al menos una vez más.


Malaya

sábado, 19 de septiembre de 2020

SUEÑOS POSPUESTOS

No soy la luz, ¡pero quiero iluminarlos! 
No soy el camino, ¡pero me encantaría guiarlos! 
No soy el agua, así que seguirán sedientos.
No soy amor, pero les aseguro que sé chupar teta bien rico.

—¿Qué? 
—¿Qué?
—Pues eso. ¿Qué carajos?
—JA, JA, JA, JA, JA.
—¿Cuánto tiempo llevas drogado? 
—Cómo dos horas, creo.
—Oh, ya veo, es el nuevo té con hierba que te enseñaron, ¿no es cierto?
—Sí, está excelente, pero me siento mal, es como si te mostrara todos tus errores de tal forma que puedes palparlos y elegir el camino para no cometerlos de nuevo.
—Eso suena bien.
—No, lo malo es que a penas se pasa el efecto, olvidas todo y quedas peor.
—Oh, eso si es terrible. 
—Sí, pero temo que no es en vano, ¿qué te parece esto?:

El mundo necesita a personas que amen lo que hacen.
Necesita a personas que le encuentre un sentido claro y concreto a la vida. 
Necesitan hombres con alma, espíritu y razón;
que de esos que se quejan y reniegan por medio tropiezo, ya está repleto. 

A veces mis versos son agrios y de poca usanza;
a veces no son más que palabrerías, 
y a veces solo sacan un par de risas, si es que no las comunes ofensas. 

Pero llegará el día en el que lo haga realidad,
y lo haré como mejor pueda: 
A través de mis escritos. 
Escribiré algo tan digno, que leerlo será un eterno placer, 
una cura para las enfermedades del alma.
Que leer aquello, constituirá una fuente de poder para conquistar los imposibles,
y hará que los sentidos se sacudan y encuentre la verdadera dirección.

Haré que te sientas orgullosa de este ser;
que me veas siendo útil al menos una vez. 
«Cielo, no tengo a nadie, y de ti solo me quedan recuerdos, 
pero no importa; 
voy a escribir el texto preciso que ayude a mejorar este mundo tal como te habría encantado».

—Viejo, nunca la vas a dejar ir ¿verdad?
—No, le prometí que no la iba a olvidar, y si sigue en mi corazón, no morirá jamás.


Malayerba

jueves, 17 de septiembre de 2020

CUADRANTES

No esperen mucho de la gente que no le sabe ser fiel a su palabra.
De esos que no saben dar la cara.
De aquellos a los que la memoria les falla, justo, cuando la inconveniencia les toca la espalda.

Mas no por ello, los condenen o vituperen. 
El incumplimiento de una promesa no debe constatar la pérdida de la amistad. 
Y no debe más que constituir una adición al punto de la no confianza.

Así que:
Seguid como si nada;
como si no hubiese ocurrido mayor cosa, 
que el tiempo habrá de compensar cada mala pisada, 
cada falta, 
y cada error. 
Así que está prohibido sentirse mal si no habéis sido vosotros los responsables. 
Que la culpa la carguen ellos,
los otros, 
esos en los que ya no podemos volver a confiar con libertad. 


Malaya

martes, 15 de septiembre de 2020

VISTA PREVIA

El corazón es frágil,
y a pesar de todo puede albergar demasiado dolor antes de estallar.
No comprendo qué significa todo esto,
pero siento que todos mienten,
que todos hablan detrás de un máscara;
me siento indefenso al poner la verdad sobre mi frente,
o quizás soy el único ingenuo que cree que las cosas aún pueden mejorar.

Tal parece que todo es una mentira;
un día la vida te sonríe,
y al otro te pone a comer un puñado de mierda.
Uno queda en el limbo entonces,
perdido, sin más razón que la de saber que eres un idiota,
un estúpido que lo único que hace es entregar el corazón a la primera de cambio,
solo porque le enseñaron que pese a todo,
debe dar lo mejor de sí,
y yo solo he sido dueño de un corazón herido con muy poco amor,
pero era lo mejor que tenía para brindar.

Supongo que el mundo todavía no está hecho para la bondad;
a estas alturas,
solo quiero dejarme ir,
morir en paz.



Yerbita

domingo, 13 de septiembre de 2020

DUELE AQUÍ

Es tan lindo ver como los demás cumplen sus sueños. 
Es tan lindo ver que avanzan sin importar lo malo del camino y conquistan sus miedos. 
Y es tan feo ver que tú no avanzas,
que te vuelves más viejo, 
y cada vez más amargado.
Es tan feo ver que cuando creías que era tu momento, al final solo se quedó en una vana ilusión,
y te sientes mal;
entonces te abrazas las rodillas, escondes la cabeza,
te das cuenta de lo poco que eres, y arrancas a llorar.

Luego amanece, 
el sol está radiante;
dices y sientes que ese podría ser el día del cambio, 
pero llega la noche, y lo único que ha cambiado es un día por otro que no has sabido aprovechar. 
Y te sientes mal y cada vez es peor. 

Crees que si pides con fuerzas, 
algo llegará y te hará mejorar;
pero las peticiones sin acción jamás son escuchadas, 
y eso no lo sabes.
No comprendes que sin importar cómo, hay que actuar y romper la barrera, 
que nunca es tarde para hacerlo;
por desgracia tu voluntad es débil, 
endeble como tú mismo, 
y solo cuando ya estás muriendo, despiertas, 
y te das cuenta que la vida se te fue, 
que no le has sacado el provecho que debías. 
y prometes que la próxima será mejor, 
pero vuelves a renacer y olvidas todo lo demás; 
no sabes quién eres,
y un día te percatas de que los demás avanzan y tú retrocedes. 
Y entonces lo comprendes al fin:
«Te has convertido en un eterno fracaso».

Para consuelo, si te sirve de algo, no eres el único. 
Yo llevo más tiempo vagando buscando una salida. 
Por desgracia aún no la encuentro,
así que si te topas con una, dímelo por favor. 
Ya no quiero seguir así. 
Duele...
duele mucho... 
aquí... adentro. 

:(


Yerbita

sábado, 12 de septiembre de 2020

TE RECUERDO

Abrazado a ti.
Así te recuerdo.
Oliendo el perfume que emanabas. 
Sintiendo bajo mi tacto la tibieza de tu piel;
memorizando cada rasgo de tu cintura y de tu vientre,
ese vientre que era mi parte favorita de tu ser.

Abrazados en un rincón de aquella sala, 
sin más diálogos que susurros, 
sin más felicidad que sentirte cerca mío, 
sin más beatitud que estar contigo,
así te recuerdo, mujer. 
Así recuerdo un momento olvidado por los años,
cuando aún era un niño y de amor sabía poco menos que un iletrado.

Y han tenido que pasar un par de lustros para que la memoria te trajese a mí en un sueño, la noche de ayer. 
Y han debido de pasar los años de la experiencia, 
para que me dé cuenta de cuánto pude haber gozado contigo y no te disfruté.


Mayer

viernes, 11 de septiembre de 2020

DEL LLAMADO EN LA PUERTA

Estaba sentado en mala postura y se me apretó uno de mis tres huevos,
entonces mandé la mano a la entrepierna y lo saqué con delicadeza;
el alivio no se hizo esperar.

De repente llamaron con urgida insistencia la puerta;
tocaban y tocaban, pero me negaba a abrir, 
el local ya estaba cerrado,
y yo necesitaba estudiar.
¿Por qué tenían que esperar a que se cierre, ¡coño!? 
No obstante, seguían golpeando, y ante la persistencia, salí a atender con desgana.
Eran un par de venecianas, (porque si les digo venecas se ofenden) con tres niños a la espalda, 
y dos ingratos que debían de hacer de sementales en sus noches lúgubres.

Pidieron una recarga para navegar en YouTube
luego un par de chocolates, 
unas frituras, 
unas golosinas, 
una bebida de malta de dos litros, 
y un par de cigarrillos. 

Entre el vaivén de la entrega y el cambio de la moneda, buscaron tomarme el pelo, 
pero se estrellaron cuando mis réplicas fueron el doble de graciosas y el tiro les salió por la culata. 
Y por el culo les habría dado a ese par de locas, si no fuese porque estaban con su familia y yo tenía un golpe de ala (resultado de no bañarme hace tres días) que intoxicaba al respirar, 
cosa que era mejor evitar las ganas de abrigar esa noche con calor venezolano. 

A todo eso, la mayor me echó el ojo, 
se evidenciaban las ganas en su lujurioso rostro;
buscaba preguntar y bromear con el solo fin de oírme hablar, 
la otra igual, pero era un poco más reservada, y a decir verdad, era más hermosa. 
Al rato, en medio del minúsculo jolgorio que llegaba a su fin,
sin querer les robé algo del cambio, y lo notaron, 
yo admití mi error con descaro,
no lo negué;
me miraron animosas y replicaron con ahínco,
y yo me reí fuerte;
ellas rieron escandalosas conmigo, 
los dos chamos al fondo se rieron también. 
La risa nos contagió a todos, incluso, el par de mocosos que andaban estorbando por ahí, se reían sin saber el motivo.

Mi noche no había prometido ser buena, 
la mujer que adoro estaba enojada, 
y yo no me sentía bien. 
Pero esa gente me alegró el rato sin pensarlo.
Esa gente me arregló la velada que se tornaba amarga,
y entendí una vez más que todo cuanto ocurre,
una razón mayor posee.


Yerba

miércoles, 9 de septiembre de 2020

OCASO

Con este cuerpo de osteoporosis, la verdad no entiendo a dónde me quiere llevar el destino. 
La ausencia de amor y de cariño, empeoran la situación;
pero qué se le va a hacer, 
hay cosas más importantes que lamentarse por la fragilidad de este individuo, como por ejemplo,
esteeee... jmmm... pueees...
¡Ay! ¡Mira!, ¡un caracol!, mira a ese desgraciado como se come las lechugas que sembré hace quince días,
aaaah maldito, voy a matarte ya mismo...

—Oye, ven ¿qué te pasa?
—¡Que voy a acabar con esa plaga! Eso pasa. 
—Ajá, ni siquiera te puedes mover, y por como veo las cosas, tienes la pierna más gorda que antes. 
—¿Qué? 
—Sí, mira, está más hinchada, creo que debe amputarse. 
—No molestes.
—Ja, ja, ja. ¿Sabes? No es el molusco, 
no son los insectos, 
no es la maleza la que ha arruinado tu jardín.
Y por lo que veo, el problema viene de ahí, —me dijo, apuntando su índice a mi pecho. 
—¿De qué hablas? 
—La tristeza, querido, la tristeza. Extrañar tanto a alguien que se fue no te hace bien. 
¿De qué sirve lamentarte por no haber estado presente todo el tiempo?,
es ahora por tu accidente que no te puedes mover y estás aquí de vago, 
pero aún así jamás te quedas quieto, siempre encuentras algo que hacer.
—Jmmm... 
—Así que será mejor que dejes de poner esos ojos tristes o tendré que arrancarlos de su cuenca. 
El tipo que conocí no dejaba que su vida se aminorase por una fémina.
—Jmmm... 
Aaaah, son poderosas ¿no es así? 
no te culpo, 
muchos hombres sabios prefieren seguir el camino de la iluminación;
de hallar a Dios en su vida, 
de entrar en contacto con lo más alto, 
solo para olvidar que una mujer les arrancó el corazón y se lo guardó en el bolsillo.
No son capaces de tolerarlo y prefieren alejarse del mundo.
Son frágiles, los hombres son frágiles.

—Yyyy ¿qué se supone que debo hacer?
—Primero que todo, recuperarte; 
tardará un par de semanas.
Luego de eso empezar a creer en ti, 
darte un poco de amor, 
también algo valor, 
y sobre todo, 
darte cuenta de lo que eres capaz, 
no obstante, 
la verdad es que no te veo en intenciones de querer avanzar.
¿Sabes que cada vez que te miro, veo al mismo niño de siempre?, 
el que caminaba a solas con un trozo de rama en la mano navegando por mundos imaginarios camino a casa. 
El que no conocía más que las piedras del camino y el blanco de las nubes en el cielo.

Sabes bien que aquí no encajas, pequeño.
Tu mundo está a donde los hombres no puede llegar.
Así que no sufras por buscar tu lugar entre esta gente y mucho menos en el corazón de alguien más. 
Ven conmigo, 
usa el cuchillo que dejé hace tiempo,
te llevaré a un lugar mejor donde no existe el dolor, 
no te demores —me dijo sonriendo y se marchó.


Yerbita 

martes, 8 de septiembre de 2020

DESAMPARO

Solo una estrella acompaña a la luna esta noche. 
Solo una opaca tela de nubes deja entrever su luz. 
Solo una débil capa me separa de este mundo y el otro.
Solo una idea  en mi cabeza se posa«».

No importa cuánto intente distraerme,
o cuánto intente dejar de pensarte;
llega un momento en la noche que me recuerda a ti, 
y mi mirada se enturbia;
y mi animismo decae. 

El frío que se acentúa en mi cuerpo es hiriente;
duele tanto como saberme sin ti. 
Es más fuerte esta sensación que yo...
Es mas fuerte tu ausencia que mi voluntad de vivir.


Malayerba

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domingo, 6 de septiembre de 2020

MEDIA LUNA

Hace rato que no fumo con las estrellas.
He estado cabizbajo todo este tiempo.
Al son de where is the love, una de las mejores canciones creada por los hombres, 
converso con la luna.

Le cuento la falta que me hace una musa, 
una ninfa, 
una mujer.
Que extraño sus caricias.
Sus besos.
Su mirada.

Compasiva conmigo se deja ver.
Ahuyenta las nubes que la cubren y me cobija con un tenue manto de luz.
Le pregunto si podré escribir el poema más hermoso del mundo sin mi compañera a mi lado. 

Me dice que sea paciente;
que siga mejorando, 
que siga escribiendo, 
que no me detenga;
que el tiempo lo hará posible.
Yo, no sé si creerle realmente.
A veces temo que son solo fantasías. 

Le digo que no quiero renunciar a lo más bonito de este mundo;
que no quiero renunciar a ti, así que vuelve.

La luna se despide dejándome un par de estrellas para que me acompañen la velada, 
y se vuelve a cobijar con espesos nubarrones. 

Quiero ser mejor;
no quiero romper la promesa,
y sea contigo o no, quiero escribir el poema más hermoso de este mundo.
No, mentira,
te necesito de vuelta,
porque el poema será para ti.


Malayerba

https://youtu.be/LpNHkC4QC3A

sábado, 5 de septiembre de 2020

RICOTA

Uno ve dos tetas y qué fácil se enreda.
¿Pero cómo no enredar mis ojos a esos pechos que me llaman obligado a que los devore, a través de la transparencia de su blusa? 

Joder, y qué culo,
¡por Dios santo! ¡Señor trasero!
Palmear eso no puede concebirse entre los precios del hombre. 
Para manosear activa y lascivamente ese cuerpo, media vida sería quizá un pago aceptable. 
Y para chupar esos labios, aaaah,
para esos malditos labios de doncella de los infiernos,
tendría que entregar la otra media vida restante, y seguro quedaría debiendo. 
La carne que proteje su sonrisa es como tener delante el más delicioso manjar. 

Pura tentación;
el pecado hecho carne y huesos, sumado a una belleza indiscutible de mujer. 
A penas ayer era una niña, 
ahora ya es toda una hembra,
y mi verga palpitante la quiere sentir. 

Ella me desea;
en sus ojos lo noto;
en su sonrisa coqueta hay lujuria, 
y su voz me conmueve, 
aunque no sé si en realidad quiere sexo salvaje o solo espera que la compra le salga barata, 
en todo caso solo tengo claro que hay que aprovechar cuando se pueda, 
que esta vida no puede irse sin gozar.

—¡Eh, Nathalia!, se te quedó esto —le grito mientras la alcanzo.
Me sonríe;
me mira pícara;
me dice gracias; 
me guiña un ojo... 


jueves, 3 de septiembre de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP VII: Un juego suculento

—Oigan, no me gusta este lugar, parece maldito. 
—¡¡Malditas las ganas que le traigo a ese culazo, mi amor!! —le dije—
Y sin más, con la destreza del mañoso, le bajé hasta el suelo lo que tenía por pantalón y la penetré violentamente y sin saliva para que no perdiera el horizonte, justo cuando algún mísero demonio la hacía suya.
La chica se revolcaba poseída por el ente maligno; 
echaba espuma,
se retorcía los brazos y la cabeza;
y yo, que retorcido también andaba, 
le agarré de las tetas hasta enterrarle las uñas, 
y bien clavado cual cerdo sobre su marrana,
no me desprendí, aun cuando se revolcaba como si fuese un toro mecánico.

El otro que nos había acompañado no sabía qué hacer;
si jalarse la verga al ser testigo de la faena, 
o sacar la cruz, soltarse un rezo y echar unas gotas de agua bendita (consagrada por el mismísimo papa mientras era un santo y hablaba con Dios, cosa de un pasado remoto, y antes de que la lujuria le ganara y violara a setenta y nueve niños en dos meses, ganándose el récord de ese año en el vaticano, y obvio bajo la bendición del mismo Dios).
Siguiendo la lógica, me pegó un grito diciendo que me bajara de la poseída, 
y luego me indicó que la sujetara fuertemente.

Mirando la situación no vi de otra más que usar la técnica del cordero.
La enlacé del cuello y tirando la soga hacia arriba por una doble viga, le di una buena templada.
Quedó medio flotando, pero era mejor que agarrarla con las manos desnudas y correr el riesgo de ser golpeado.

Antes de que muriera por la asfixia, 
le rociamos agua bendita y le ayudé a rezar al remedo de exorcista. 
El demonio pareció que se fue, y la niña quedó librada, 
pero ya se estaba poniendo morada la desdichada,
y para desgracia de la pobre, 
el nudo se apretó y tardé mucho más en soltarla. 
Pero al final se pudo, y la chica se salvó. 

De esta manera, fuimos desvirgados los tres:
el tipo echando su primer exorcismo;
la niña sufriendo su primer exorcismo;
y yo, culiando a una poseída por primera vez, je, je, je. 

¿Que cómo llegamos a esta situación?, se preguntará el lector. 
Puede aquél que ya conforme con lo contado, dejar hasta aquí y buscar otro buen texto para leer. 
Pero si gusta saciar la curiosidad, permítame ponerlo en sintonía. 

Dahianne, Román, y yo, nos conocimos por ahí, sin pensarlo ni beberlo.
Aquel día que nos topamos por vez primera, llovía devastadoramente, 
y en el rincón de algún edificio de la gran ciudad donde nos refugiamos por casualidad, les ofrecí un poco de yerba, 
el tipo sacó una botella de alcohol al 60 %, 
y la chica como no tenía nada que ofrecer, se dignó a complacernos con buena compañía. 
Desde ahí seguimos frecuentándonos un par de veces más.

Un día, Román nos habló de posesiones y otras cosas sobre las que él estudiaba.
Dahianne, se emocionó con la charla, y ansiosa por experimentar nuevas sensaciones en su arrebatada vida de niña rebelde, propuso jugar a la güija.
Yo, que andaba algo aburrido, acepté la propuesta, 
y Román, que no estaba a gusto con la idea, 
aceptó de buena gana luego de bebernos la tercera botella de Whisky.

Preparamos la jugada para la noche de ese mismo sábado que era tan oscura que no nos mirábamos las caras sino era por las luces de la linterna.
Al amanecer del domingo, estábamos dormidos a pierna suelta en medio de un olor a vicio y cerveza. 
No pasó nada, pero el miércoles, nos informaron que la niña miraba cosas raras.
No siendo más, la oportunidad se dio, 
y cuando supimos qué ente  poseía a la chiquilla, 
hicimos los preparativos para el  siguiente sábado, 
día de  evacuar el mal, que como habrá leído ya el lector, en la primera parte, se explica  claramente lo sucedido. 

Por desgracia, luego del incidente, 
Dahianne no quiso volver a vernos;
Román recibió de castigo su expulsión de la escuela espiritual y se abrió del parche;
y yo, yo quedé ahí, 
otra vez solo, 
valiendo verga, 
y contando estas cosas al papel como si alguien las fuera a leer, 
como si a alguien le llegasen a importar,
pero en caso de que sí, pues, espero que se lo haya gozado como yo al recordar esos viejos tiempos.


Malayerba

miércoles, 2 de septiembre de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP VI: Emilio

Después de verlo ahí en medio de la miseria,
tenía dos opciones; 
o le demostraba que el sistema lo quería pobre y que él era un desgraciado,
o simplemente el reírme con él.

No pensé dos veces como era de esperarse,
y le pedí algo de cuero, pero no tenía,
entonces le quitamos el papel a una chocolatina que habíamos comido y armamos el cigarro,
fumamos un buen rato y salimos a caminar por la ciudad.
Felices y sonrientes anduvimos,
disfrutando de este presente que era tan nuestro, tan propio, y a la luz sus once años, tan inocente.

Emilio le dije, mira esa gente, ¿qué piensas de ellos?
—No sé, solo son gente.
—Así es —sonreí—, solo son gente y nada más. Nunca permitas que alguien de ese tumulto, te haga sentir mal,
son estúpidos la mayoría de ellos, no saben lo que quieren realmente, ni siquiera saben lo que son, y no tienen idea de a dónde van,
están perdidos.
—¿Y tú si sabes eso? —me interrogó.
Lo miré —no, la verdad no sé ni qué digo le dije, y nos echamos a reír.

Una vez hubimos llenado la barriga con unas grandes y tozudas empanadas acompañadas de un buen café,
lo escolté a su guarida.
Estaba en un viejo edificio abandonado,
ahí tenía solo una hamaca donde dormía,
unos trozos de cartón cubrían los orificios,
y varios garabatos adornaban la pared.
En uno de los dibujos se vislumbraba a una señora de grandes cabellos alborotados,
un tipo señalando el mar,
y en su otro brazo, cargaba a un infante que al parecer sería una niña,
—¿Tú familia? Le pregunté.
—No, me respondió— fueron los primeros que acuchillé, su hija me aruñó la cara.
Y entonces miré el resto de la pared y habían varias personas en diversas situaciones:
bailando, jugando, en auto, sonriendo.

—¿Y a todos ellos también los has herido?
—No, solo unos cuantos. El resto son cosas que me gustaría hacer.
Entiendo, lo harás.
—Sí claro.

Años después me lo topé en la calle,
me reconoció él,
yo no.
Iba de la mano con una pequeña,
iba feliz y ella cantando.

—Qué linda nena —dije sonriendo.
—Y también sabrosa me respondió riendo.
Lo miré algo perdido —¿tuya? —inquirí
Sí me dijo— es la sexta. 
Ya veo —manifesté y proseguí mi camino. 

Al son de mis pasos seguí andando y ya entrada la noche terminé en un rincón olvidado de la gran metrópoli,
y debajo del puente aquél, noté una pequeña fogata;
me dirigí hacia allí con la esperanza de calmar el frío mortuorio de la ciudad. 

Una vez llegué, un hombre salió a mi encuentro,
era Emilio que al verme, me saludó alegre, 
me alargó un trozo de carne ensartado en un palo que degusté plácidamente. 
Le pedí repetir, y me estiró un sabroso filete envuelto en un trozo de hueso.
—Una carne exquisita, debo admitir, y una vez dejé bien chupado el hueso, indagué por mera curiosidad.
—¿A qué te dedicas ahor..? 
—Wow wow, espera, ya casi está —me interrumpió— mmm, huele delicioso, ¿no te parece? —dijo sonriendo.
—Habrá que probar —respondí.
Y de entre las brasas sacó envuelta en unas hojas de alguna especie de plátano, una pequeña cabeza.
Lo miré expectante,
la puso en una vieja lata y luego con un cuchillo rebanó un trozo de mejilla y me la sirvió.
La comí de golpe, se veía demasiado exquisita para contenerme.
Aaaah qué sabor, simplemente, riquísima.
Al terminar, encendí un cigarro y le alargué uno a Emilio.

—¿Cómo empezó esto de comer gente? —indagué. Y entonces me contó:
—Un día estaba buscando hongos a lado de la Torre del Caño, y había una señora con su hijo, lo estaba regañando, creo, —¡si no te comportas, te regalo a ese señor! —gritó y me miró a mí— yo me quedé en silencio, pero el chiquillo empezó a hacer una pataleta y ella cogiéndolo de un brazo lo trajo hacia mí, —tome —dijo, mientras me entregaba al pequeño y me guiñaba el ojo, luego se marchó por el sendero—, yo no entendí muy bien, pero lo agarré fuerte aunque se puso a llorar. 
De pronto el viento sopló con fuerza y una rama cayó golpeándole la cabeza, le hizo perder el equilibrio y se fue derecho hacia el despeñadero.
Entonces me quedé ahí con el chiquillo que se había quedado sin habla.
Ya estaba tarde y no había comido nada en todo el día, entonces saqué el cuchillo y le corté el cuello, encendí una fogata y lo asé, total me lo había dado, ¿no?
Yo asentí, tenía razón, no había nada que añadir.
—¿Y luego? pregunté.
—Luego las cosas se fueron dando, pero luego de que me hice con una niña, estas me parecieron más exquisitas, así que cuando puedo agarro alguna y me la zampo, je, je.
Ooookkaay, ja, ja, ja.

Lié un cigarro de marihuana y lo fumamos gustosamente,
al rato se apagó el fuego y me dispuse a regresar a casa.
Emilio —le dije, mientras le ponía la mano en el hombro— eres un maldito.
Y de un tajo le enterré el cuchillo en el cuello y lo deslicé por el ruedo.
Lo limpié en sus ropas y lo dejé ahí.
No estaba bien matar niños sin verdadera justa razón le susurré al espíritu que abandonaba su cuerpo— y me retiré del lugar.


Malayerba