Mostrando entradas con la etiqueta historias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta historias. Mostrar todas las entradas

lunes, 25 de diciembre de 2023

Tormenta y vendaval



Es curioso cómo el estado de ánimo puede cambiar tan fácilmente cuando te dicen cosas importantes sobre la realidad que intentas construir.

Todo este año estuvo simple, sin sabor, calmo, y de repente aparece sin pensarlo una chiquilla de esas que son jodidas y pierdes la cabeza inevitablemente. Luego un día se enoja y con la cabeza perdida ya poco hay que hacer. Escribes por inercia, porque era la costumbre, porque el sentimiento está caliente y debes sacarlo de adentro o te quemará...Y lo sacas y el miedo por lo que pueda desatar desaparece, porque eres un escritor, ¡maldita sea!, ¡eres un jodido escritor de esos que nacen cada mil años!, y necesitas experiencias para poder plasmarla en páginas y páginas que solo las personas indicadas leerán, porque las palabras correctas solo se mostrarán a los ojos dispuestos a ver.

Entonces las discusiones y problemas deben ocurrir para probar de qué estamos hechos los hombres buenos; por desgracia no tenemos mayor resistencia, somos frágiles seres como un niño que ha perdido a su madre en el tumulto y a pesar que llora nadie lo socorre.

El niño se cría solo en medio del barullo odiando al mundo, y deseando la destrucción total para mañana mismo ojalá, pero mañana el mundo seguirá girando, al amanecer el sol volverá a salir y las estrellas volverán a brillar tras el atardecer.

Y el niño que ya no es niño se da cuenta de que solo es un pobre diablo entre tantos más, que nada en él hay de especial y que solo se engañó a sí mismo cada anochecer, soñando que había un lugar para él en el mundo donde aceptaran su fracturado corazón, pero al despertar el sol vuelve a brillar, le ciega la mirada, y le quema la carne. Entonces se oculta del mundo y se refugia en la más eterna oscuridad.

Ahí se siente tranquilo; en medio de la penumbra los seres que han sido condenados lo acompañan en silencio, nunca dañándolo, pero siempre demostrando que están ahí para él, porque es uno de ellos y tarde o temprano deberá marchar a su lado.

Mas contra todo pronóstico el niño que ya no es niño, se sienta en la cima de una montaña a meditar y el recuerdo llega a su mente: tenía algo dentro de su pecho, una llama verde como los campos más cuidados por la mano de Dios, y esa llama le dijo durante bastante tiempo que aguantara, no importase lo que ocurriera, aguantara, que ningún dolor es eterno, que mejores días vendrán.

Pero el niño que era de por sí demasiado estúpido y lento para comprender las cosas importantes, solo obraba con lo que sentía en fuero interno, atacaba y devoraba las palabras, exprimía las ideas de su mente y las obligaba a salir en escritos vulgares y poco inteligentes, pero las escribía en hojas de hierba que el viento las hacía volar lejos, tan lejos qué un día lograrían llegar al lugar indicado donde le devolverían la señal. Un día ocurrió, duró poco y la señal se perdió en la inmensidad, en un precioso y claro cielo de octubre.

Pero ahora aquella señal ha vuelto a aparecer en forma de tormenta, trayendo todo un caos consigo, dejando desastres a su paso, pero inolvidables; ha llegado en un momento inesperado y esta vez no la piensa dejar marchar, desea poder impregnarse del aroma que desprenden sus acaramelados rizos.
Sentir el tacto de su piel.
Ver su alma reflejada en sus ojos de cristal...No, no va a permitir que se vaya, no sin antes entregarle todo el amor del que es dueño.

Ha recogido trocitos en el camino y con ellos ha formado una rosa, solo una, pero tan pura y tan olorosa, que ni en el jardín del Edén podría existir. La meta: ponerla de adorno en su cabellera, mientras la abraza como se abraza lo más preciado, la mira como se mira la más absoluta belleza y de su boca sale el más sincero: te amo, mi amor, y terminar besándola como nunca la han besado.


«Sí, ella es una tormenta y yo un pequeño vendaval... ahí ya nada hay que hacer».


Malayerba

miércoles, 12 de julio de 2023

DEL PASEO DE MIÉRCOLES

Siento que debo escribir esto, porque de alguna forma me veo obligado a demostrar una vez más, que cuando la intuición te habla, debes escucharla. 

Así pues, llegué del trabajo. Anochecía y un manto blanco se deslizaba por las montañas, era un fuerte aguacero lo que asomaba. Me dolía la cabeza, y decidí que no saldríamos y así se los dije: No, niñas, hoy no salimos porque va a llover. Ellas solo me miraron tristes y al rato, una se puso a llorar.

Salí de ducharme y me encontré con que el agua celestial había desaparecido y, si no es porque era ya de noche, el sol habría asomado por completo. Así que, arreglado el clima, no hubo más remedio que retractar mis palabras y salir a dar el paseo, a lo cual, ellas cambiaron de energía y a la hiperactividad dieron salida. 

Todo normal, hasta que diez minutos después, Perla se apartó y corrió en dirección equivocada y por más que la llamé, no volvió y quise enfurecerme, pero mejor no, así que proseguí el camino con Sasha. Momentos después, Perla nos alcanzó. Y un minuto después, el agua comenzó a caer, levemente, suavemente, una ligera llovizna, de esas que te acarician la piel.

Llegados al punto de regreso, y como si algo me dijera que hoy vayamos más allá, decidí obedecer a la intuición  y alargué el paseo un poco más, y claro, era por eso.

Pues llegué a una cancha de futbol, y permítame, amigo lector,  detallarle el lugar, para que se haga a la idea de lo que hizo que me sintiera como me sentí. Hay una cancha enorme de futbol a lado izquierdo en una hondonada, una calle pavimentada de unos quince o veinte metros de ancho, cruza por el lado de arriba. Y del lado derecho hay unos lotes de terreno, y para ser precisos, un árbol enorme y algo de maleza en lo que dura la manzana. Hay que añadir que no hay luz en ese tramo por la ausencia de viviendas y una lampara se separa de la otra por la manzana misma.

¿Qué ocurrió? Pues que iba yo tranquilo por la calle solitaria y de pronto, ¡guau! ¡Guau!, y yo, shht, y ella, ¡guau! y yo, shht, y luego las dos ¡guau, guau! y yo, yaaaa, yaaa, ¿qué fue?, ¿qué pasó? y me fui acercando al árbol donde ellas ladraban, y alcancé a vislumbrar un bulto de basura, pero para asegurarme, encendí la linterna del cel y hablando a la más bulliciosa me fui acercando, mientras le decía: Qué fue, no hay naaaadaa, vaaam... ¡UPS! ¡JAJAJAJAJA!

Una vez estuve lo suficientemente cerca para ver qué hijo de puta fue capaz de tirar una bolsa de basura habiendo sitio donde depositarla, lo que vi, fueron cuatro piececitos temblando, bien recogidos, doblados en busca de una posición fetal, y más arriba una chica abrazando a su chico que también la abrazaba y con unas ramitas cubriéndose la cara para no ser reconocidos. Pero como tenía dolor de cabeza, no dejaba de ver basura, así que me acerqué más y mi perra ladrando fuerte opacaba los quejidos de susto de la muchacha, y fue ahí cuando miré una cicla adornando el lugar. Y reparé en que no era basura sino una parejita dándose amor del bueno a la orilla de la vía... donde transitan vehículos... motos... personas... al pie de un árbol, pero más allá, donde unas plantas hacían de cama... ¡Joder! ¿Es posible ser tan urgidos? Lo gracioso al final fue que no fue la presencia de las perras, si no la mía la que terminó por avergonzar a la pareja. ¿Y qué más podía hacer? Reír es cosa natural en mí, jajaja. A mí no me habría gustado ser interrumpido así, pero bueno, hay que avisar pa la próxima, jajaja. El dolor de cabeza desapareció un poco.

Luego, llegados al parque, por la llovizna estaba prácticamente vacío, pero no en el centro de una cancha interdisciplinaria, porque ahí terminó de irse mi dolor cuando vi a dos chicas rondando los dieciséis, solitas, con un parlante a todo volumen y una parada mirando a la otra que, con licra negra y camisa, movía el culo de la manera más sabrosona posible, de pie lo meneaba, ora a un lado, ora al otro, y de pronto, al piso, y ese trasero se repartía entre el suelo y el cielo, y yo, yo no podía hacer más que disfrutarlo, porque, qué más. 

Todo apuntaba a que cuando tienes cierta sensación de ir por aquí o por allí, o de hacer esto, debes hacerlo. Sí, hoy no pensaba salir por la lluvia, pero, al final, cuando debe alegrarse mi corazón al ser testigo de hechos singulares, no puedo negar que es el destino el que está llamando, y hay que obedecerlo. Lo seguiré obedeciendo más seguido, a ver qué me encuentro, jaja.

domingo, 11 de junio de 2023

UN CASO FORTUITO

—¿Por qué lo hice? Hummm, por gusto, ja, ja, ja. ¿Qué otra opción quedaba? Me iba a arruinar la vida por algo que no había hecho. Para eso, mejor hacer justo por lo que se me estaba acusando e irme sabiendo que ahora sí había razón, ¿no?

—Y entonces le tocó las nalgas a mi clienta.

—Y le metí este dedo en el culo —dice levantando el dedo corazón.

Se oyen murmullos de odio y repulsión por parte de unas féminas y risas contenidas por parte de unos cuantos degenerados.

—No hay más preguntas, señor juez.

—Tampoco hay más razón para avanzar el caso —dice el juez, tras deliberar unos instantes, o lo que le dura el suspiro—. El acusado queda libre. ¡Caso cerrado! —añade.

Todos se quedan expectantes, impresionados, asombrados. El acusado estaba libre. El mismo que días antes había agarrado a esa mujer por un costado, le apretó fuertemente las manos con su mano cual tenaza, le levantó la falda, le acarició con lascivia sus nalgas, le metió la mano entre las bragas e introdujo su grueso y tosco dedo en el agujero anal de la dama, que, gritando, no tanto por el placer que sentía al ser penetrada, o por el dolor al entrar sin lubricante, sino por la vergüenza de estar siendo ultrajada y grabada en directo en medio de la plaza para todo el mundo que se hallaba conectado.

Estaba libre ese perverso, ese degenerado, ese enfermo hijo de puta, había sido absuelto en contra de todo pronóstico, y se atrevía a sonreír humildemente orgulloso sabiendo que la justicia existía y era él el beneficiario. Nadie lo podía creer. Es más, ni él mismo en el fondo podía entender qué coño significaba aquello, la buena suerte nunca se había puesto de su lado, y en su fuero interno, sabía que algo más grande estaba ocurriendo sin notarlo.

Lo que sí es cierto, es que nadie cuenta que antes de todo el asunto del manoseo, ella lo había acusado de haber sido manoseada por él, cuando él solo recogía el excremento de su mascota y al levantar la vista miró unas piernas muy hermosas y no pudo mostrar su máxima cara de adoración a la belleza. A lo que ella, al verlo feo, pero con una expresión que solo el gozo otorga, en un ataque de histeria por ser observada con ganas por parte de un ser inferior, decidió armar polémica y acusar al inocente de pervertido y asumiendo que el mundo estaba a favor de las quejonas como ella, tenía todas las de ganar. Claro, la gente lo rodeó y empezaron a gritar, tirarle cosas, escupirle, incluso alguien alcanzó a golpear a su compañía de cuatro patas, logrando que reventara en el acto, empezando por la culpable (como ya se ha narrado), y luego, por el que, creyéndose invisible y traspasable, cayó en la cuenta de que eso solo sucedía en la fantasía que produce la mente, porque no pudo evitar que su nariz se partiera en tres pedazos y su ojo empezara a ver rojo, producto de su misma sangre cuando el acusado arremetía cual bestia salvaje protegiendo a su cría.

Con todo ello, nadie se percató de que el juez se encontraba en sus días de penurias y bebía un trago de vodka en una banca, y desde allí, había sido testigo directo desde que la mascota olfateó en busca de la mejor postura para cagar y de ahí en adelante, todo el show subsiguiente.

Nadie sabía tampoco que en su sino, el juez era uno de los hombres más perversos de su tiempo, y dedicar sus acciones a su dios era su razón de vivir. Claro que esto no era algo reconocido, ni mucho menos comentado. En casa prodigaba una religiosidad absoluta para con la fe de los que se creen bondadosos por estar en la manada de los seguidores bíblicos. Y su mujer con sus hijos eran los más fervientes adoradores de un marido y un padre, a todas luces, más que ejemplar.

Hay que añadir también que nadie sabía que la joven dama, coprotagonista de la situación descontrolada, había matado a una criatura hace tiempo, aunque quizá no era una criatura aún, pues tenía apenas tres meses, pero el padre era un pobre diablo y ella no estaba para cargar con esa vergüenza.

En conclusión, para ahorrarle el sobre pensamiento, mi estimado lector, debe comprender que nadie más que el amable caballero que perdió los estribos por culpa de la incomprensión y las acusaciones infundadas por fuentes injustas, tenía una razón más que válida para su obrar: «Si te joden por algo que no has hecho, dales razones para que lo hagan».

martes, 12 de octubre de 2021

DEL COMENTARIO

Y como te decía,
lo peor de todo es que no falta el hijueputa que arruina el chiste:
Aaayyyyy que eso es actuado,
aaaaayyyy que cómo no se van a dar cuenta,
aaaayyy que miren bien donde sale esto y lo otro,
y se atreven a explicar... explicar... ¿me están jodiendo?...
Me cago en la puta... ¡¡¡ME CAAAAAAAGOOO EN LAAA PUUUUTAAAAA!!!!
Así no se puede... así no se puede.
Uno riendo con inmensas ganas y tiene que llegar el ¡maldito comentario del imbécil!, arruinando el gozo, quitándole lo bueno al humor.
No entiendo esas ganas de morir a machetazos, porque os juro que si los tuviera cerca, cuchillo al cuello hijuepuuuta, ¡cuchiiiiiillo al cueeeello hijuepuuuuuutaaaa!

—¡Te puedes callar, idiota! —me interrumpió ella—. No me había percatado que llevaba un rato en silencio y lo peor, que estaba con los ojos llorosos.
—...
—¿Ya?, me dejas dormir —me dijo con una mirada iracunda.
La verdad me había olvidado del problema que tenía, que había tenido que alejarse de un ser querido, hace unos días y lo echaba de menos. Me había parecido algo sin importancia.

En fin, me acosté a un lado de la cama, ella me dio la espalda. Pero a eso de las dos de la mañana, sentí un manoseo por mi vientre, una mano que se deslizaba buscándome la verga. Yo como buen hombre, me dejé acariciar, y ella se apegó más y empezó a besarme la espalda, —Raúl, enserio te extrañé, no tienes idea, no sabes cuánto te amo —empezó a hablar.
—Pero, coño, aamm, bueno, seré tu Raúl —me dije.

Me giré y la besé, ella me besó con impaciencia, como si fuese a morir pronto, y entonces mis manos inquietas hicieron lo suyo y la acariciaron por todo lugar donde una caricia es posible.
A las dos y media ya nos habíamos acoplado. A las dos y cuarenta, producto de una penetración brusca se le salió un grito, y abrió los ojos, la besé, pero ella se apartó, y prendió la lámpara.
Los ojos como platos se le pusieron, —¿qué?, ay no, hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta, ¡¡¡HIJO DE PUUUTAAA!!!!, y de un par de patadas me tumbó de la cama.

Se suponía que solo estábamos compartiendo la habitación para ahorrar el presupuesto durante el viaje a Río de la plata, pero jamás me vio como un hombre para amar, solo como ese amigo que la salvará de la muerte si es necesario, pero joder, eres buen hombre, pero no me nace amarte. Típico.

Al otro día no se levantó de la cama hasta las tres. Cuando la fui a ver, no fue capaz de darme la cara. Estaba enojada, y sabía que podía putearme cuanto quisiera, eso me divierte, pero ella, joder, siempre fiel, solo entregada al desgraciado de Raúl que es un idiota, coño, estaba emputada con ella misma, ja, ja, ja.

Bueno, creo que hoy será un día complicado, espero que este mate le traiga la calma, la quiero mucho, a decir verdad, y quiero seguírmela cogiendo, seguro que esta noche vuelve a necesitar a Raúl, je, je.


Mayawell




martes, 7 de septiembre de 2021

COMO EL AGUA

Brillará. 
Brillará duro, fuerte, será radiante. 
Brillará porque viene del mismo lado que yo y sabe que tiene el poder de cambiar mundos. 
De cambiar este mundo a su antojo. 
Es la dueña de la balanza y la podrá inclina a su gusto. 

Ella no tiene idea de cuánto me alegra saber que no tiró la toalla, 
que conservó su confianza y siguió con firmeza; normal, no se podía dejar derrotar,
no está en su linaje;
por ley no podemos agachar la cabeza, 
nacimos para brillar y opacar las estrellas.
Me hubiese encantado decirle que la amaba, pero no, 
la quería demasiado, eso sí, la adoraba;
pero amar... amar solo pudo suceder con su hermana... Contigo. 

Jooooder, ojalá y todo hubiese sido un sueño. 
Ojalá y las cosas no hubiesen acabado así. 
Ojalá y yo hubiese sido más inteligente. 
Pero no, errores, siempre errores.
Para aprender hay que equivocarse aunque salga caro;
y ahora, heme aquí, con una sabiduría infinita... pero a qué costo... a qué costo...

Perderte nunca fue una opción. Desearía que me hubieses perdonado, pero te conocía, eras más reconcorosa que yo,
habrás querido verme sufriendo por el resto de mi vida. 
¿Y adivina qué?, lo estoy consiguiendo.

Naaa, sin embargo, soy una maldita bestia, que me pongan todo el dolor del mundo en mis hombros que yo lo aguanto,
que yo resisto, 
yo camino porque rendirme no puedo; aunque quiera, no puedo. 
No hasta encontrarte en el otro lado y que me pongas las cosas color de hormiga, 
no hasta hacer que me perdones y que me vuelvas a amar porque sí. Sí, no tengo más deseos... porque eres el único Cielo que esta maleza siempre quiere ver.

Mira tú, escribir para despedirme de tu hermana y terminar con una lágrima derramada.
Aún sigo esperando entender por qué tú. 
De tanta gente, tenías que ser tú... y por qué yo,
entre tanta mierda, por qué tenía que ser yo...no fue justo... nada justo. 


Malayerba 

miércoles, 14 de julio de 2021

PARA MI AMOR

Y cómo vuela un corazón,
cómo nace una canción,
si el sabor amargo que la soledad no deseada brinda, solo envenena el alma;
cómo prosperar en esta gran masa de tierra donde la empatía se disipa,
y la normalizada indiferencia domina.

Cómo lograr que uno y uno sean dos y no se puedan dividir,
cómo hacer que este ser vuelva a nacer sin antes tener que morir,
a quién echamos la culpa si no hay nadie más aquí que este viejo espejo roto que refleja el dolor de quién se ve completamente ajeno al amor. 
Qué hacer para sentirse bien, 
no saber si matar... no saber si morir.

Así me encontraba yo, perdido en el mar a donde va a parar todas las palabras, 
navegaba a la deriva y de vez en cuando pisaba islas donde reinaba la ironía, 
o archipiélagos donde el sarcasmo era el jefe mayor;
a veces me encontraba en continentes llenos de tristeza, 
otras veces solo pasaba siglos entre la espesa bruma de una fiera soledad. 

Hasta que un día la encontré, 
ocurrió cuando la esperanza se había extinguido ya, 
brillaba tenuemente a unos centímetros bajo mis pies,
me zambullí rápidamente,
y sin perder el tiempo la atrapé;
estaba frágil como debía esperarse,
era tan débil como cuando se ha perdido el cobijo,
era tan solo una tinta que se desteñía en el inmenso océano.
La abracé con todas mis fuerzas y a mi bote la llevé;
mojados y bajo una noche que duró eones la mantuve dándole calor.
Un día amaneció, 
la tormenta había cesado al fin,
en mi corazón se prendía una llama...
mi corazón volvía a latir.

Tenía una razón ahora,
había un motivo por el cual vivir,
tenía que encontrar a su dueña,
tenía que hacerla feliz.

Volví a navegar y esta vez con más empeño,
volví a cruzar el mar, y esta vez hacia el lugar más incierto,
me salieron a encontrar monstruos disfrazados de demonios,
me salieron a recibir demonios que ya no tenían poder sobre mí.

Me dejé arrastrar por las corrientes,
y terminé chocando contras las rocas de un lugar enteramente desconocido.
Desperté en un playa árida de arena negra con inmensas montañas de peñascos detrás,
no había tiempo que perder,
tenía que seguir derecho,
la intuición me guiaba,
el corazón me obligaba a hacerlo.

Anduve largas jornadas caminando sin descanso;
pese a la destrucción, mis pies se resistían al cansancio,
mi alma volaba a pocos metros delante de mí,
y mi corazón más se agitaba a cada paso que daba;
no me daba cuenta que mi vida se acababa.

Y entonces desde el cerro más alto, caí,
era el final, la parte última y no vi nada,
solo enormes rocas gigantescas y un mar de palabras a lo lejos con unas nubes que presagiaban la tempestad más dura.
Caí desde lo alto, fatigado y desdichado,
decepcionado por haber viajado tanto para llegar a nada,
caí y rodé sintiendo como mi cuerpo se desgarraba, 
como mis partes se desmembraban,
con cada golpe mi mente se opacaba,
la oscuridad volvía a invadir mi alma.

Recuerdo verme desde arriba tirado en el fondo del abismo;
irreconocible, deformado, pero con los brazos rodeando y con el corazón apretado entre mis manos.
Recuerdo haber sentido el aroma de una dulce flor,
recuerdo como unas manos acogieron mi corazón y recibieron de este la palabra mayor,
recuerdo unas lágrimas lavando mi dolor,
recuerdo un llanto tranquilo que significaba salvación, y entonces todo se oscureció.

Desperté y ya no había dolor,
desperté y ya no era yo,
había muerto, 
había vuelto a nacer,
había llegado, al final la había encontrado.

Te había encontrado a ti, 
entre un mar de gente,
oculta entre tantas caras.
Sabía que en algún lugar tenías que estar esperando,
aunque no bastaba con hallar la palabra,
tenía que demostrar que merecía cargarla,
que era digno de llevarla hasta tus manos.

Mi corazón es chico, pero el amor que guarda es tan grande como el mismo universo,
todo el amor que tengo,
te lo entrego a ti,
mi hermosa flor,
mi hermosa doncella,
mi bella princesa,
mi adorada reina...
mi alma gemela.

Te amo.

Malayerba

jueves, 3 de junio de 2021

POETA DEL CHIQUERO Cap XIV: Vaya dato perturbador V (final)

Salió de la nave y se dirigió hacia donde el sol apuntaba, luego de caminar por varios días, en algún pueblo de los años 2100 encontró brillando clavado en un poste un machete que tenía las letras grabadas en su hoja: Colima de Incolma (publicidad no pagada, pero esos hptas machetes lo que son es finura), —Joder, esto tiene que ser obra del mismo universo que me quiere ver bailar —se dijo, y recogiendo el machete, se lo echó a la espalda y se dirigió hacia aquella ciudad que se veía a lo lejos donde un letrero decía: Nueva Francia —veeeerrrrgaaaaa, aquí empezará la matanza, ja, ja, ja —pensó y se dispuso a practicar blandiendo la herramienta.

Para llegar a aquél lugar había que cruzar una enorme grieta de candente magma que algún volcán había abierto hace tiempo, Miguel no se quiso arriesgar saltando y dado que afán no tenía, decidió rodearla.
Entre más se alejaba, más parecía ensancharse, como si hubiese elegido el camino equivocado. Anduvo caminando por algunos días hasta que al fin encontró un estrecho de unos treinta y cinco metros que podía saltar, lo hizo y prosiguió sin dificultad. Retornó a su camino y luego de otro par de días al fin pudo divisar en la lejanía, una ciudad, seguro de que era la Nueva Francia. 

De repente salió corriendo atravesando el paso, un animal que se arrastraba torpemente, y de pronto salió otro y de un salto le alcanzó la cabeza con un pico de hierro. Cuando hubo de cerciorarse mejor, notó que no eran animales, sino humanos, pero de apariencia salvaje, como si hubiesen vivido en los bosques todo el tiempo.

El agresor echó la mirada a Miguel y en un solo movimiento saltó y atacó apuntando a su cabeza, pero este lo esquivó, con una mano agarró el cuello del vil cazador y lo apretó hasta que sus dedos volvieran a sentir la palma de su mano derecha. En ese momento salieron otros más y lo rodearon, lo miraron extrañados y preguntaron:

—¿Quién eres?
—¿Quiénes son ustedes? —respondió Miguel.
—Preguntamos primero —dijo uno de ellos.
Miguel agarró al que tenía más cerca y con una sola mano aplastó el cráneo haciendo que el cuerpo convulsionara en el acto y se los arrojó al resto.
—¿Quiénes son ustedes? —volvió a repetir.
Los tipos comprendiendo el asunto, resumieron que eran «humanos exteriores», que de alguna forma había salido de las murallas y vivían como animales en los bosques.
Alguno dijo que había sido hijo de un político exiliado, otro de un militar, otro que su familia había decidido salir entre los primeros; los presentes explicaron que fue hace apenas unos treinta años que prohibieron tajantemente la salida de la gente, que algunos lograron escapar, pero murió la mayoría y ahora solo había pequeños grupos de nómadas por ahí buscando sobrevivir.
Miguel los observó detenidamente, sus largas melenas, sus barbas enredadas, poca ropa, algunos sin calzoncillos mostrando penes súper peludos y culos súper pelados. Armados con lanzas, espadas, hachas y alguna que otra herramienta de corte, andaban alertas.
 
Poco después y luego de quedarse con ellos, Miguel comprendió la necesidad de andar con la verga suelta, y es que las mujeres escaseaban y si llegaban a encontrar alguna, la violaban sin misericordia hasta matarla, aunque esto último no fuera su intención sino el resultado del desahogo de más de veinte salvajes en el coño de una hembra.
Y cuando esto ocurría y quedaban con ganas de más, follaban entre ellos. De ahí la razón de tener poco pelo en el trasero.

Miguel rio alegremente cuando fue conociendo esto y otras cosas más. Luego los salvajes lo llevaron a su cambuche y lo presentaron como un espécimen de increíble poder. Miguel notó que en realidad no eran estúpidos, solo habían optado por vivir de la manera más simple, sin inquietarse por el futuro, por la vida, por el arte, sin molestarse de si estaban haciendo bien o no. Se habían fusionado de alguna forma a la naturaleza que los rodeaba.

Una vez en el cambuche, los ancianos que nunca pierden su puesto en cuestión de sabiduría dialogaron con el visitante, y este pudo entender que en algún tiempo atrás, los exiliados querían volver, pero les fue imposible. No tenían manera, sin embargo, ahora con él había una posibilidad de retornar para sus hijos, Miguel que por entonces ya les había agarrado cariño decidió llevarlos con él a la primera ciudad que encontrara, y así lo hizo.

Les tomó otros dos días llegar a las puertas de San Ignacio, entrada de la muralla. Una vez allí se repitió el proceso con luces paralizadoras, Miguel se dejó llevar y una vez adentro y desmantelado, desnudo en una capsula de cristal, luego de haber tomado un descanso apropiado, se despertó, analizó el ambiente y pudo notar que el centro de mando de la seguridad de la muralla, estaba solo a unos doscientos metros del lugar.
No perdió tiempo y con la velocidad del sonido escapó de su celda, aterrizó en el puesto de control y destruyó lo que consideraba peligroso.
En el proceso los cráneos de los soldados se escurrían entre sus dedos.
De los cientos de rayos láseres que le lanzaron, solo uno le rozó en un brazo.

Siguió destruyendo los sistemas y a cuanto soldado encontrara, no era difícil ahora, ahora contaba con el poder de una bestia.
Robots automatizados hicieron lo propio e intentaron capturarlo, pero fue en vano. Miguel estaba ya en otro nivel. 
Una vez se hubo percatado de haber sometido a los que mandaban en el lugar, cosa que le tomó tan solo el resto del día, liberó a quienes habían llegado con él.

Las alarmas habían sonado, y solo era cuestión de tiempo para que llegaran refuerzos de otras bases y eliminaran a los vándalos. No lo pensó dos veces y se apresuró a organizar la bienvenida. Habían personas instruidas en el grupo de salvajes, sacó de la bolsa que llevaba consigo una especie de inyección y otras cosas que el pequeño alien le había facilitado y procedió a aplicarla en los neardentales modernos. Rápidamente hizo efecto y cada uno pasó a usar su capacidad cerebral al cien por ciento. Y se pusieron a trabajar. 

Eran más de cincuenta los que con él habían viajado, solo unos cinco habían ingresado junto con Miguel, los demás esperaban en las afueras. Tomando el control de la base todo era más fácil. Los cuarenta y cinco restantes ingresaron y fueron inyectados con el suero extraterrestre. Había un pequeño ejército ahora, el grupo estaba listo para abordar la ciudad. 
Cabe resaltar que tan solo se adueñaron de la base que era el punto de control de la ciudad, y ahora irían por ella.
Se mandaron diez personas para enviar la noticia a los grupos nómadas de salvajes y con el suero para que las cosas avanzaran en el menor tiempo. Los cuarenta restantes equipados con armas de largo alcance, drones, bombas, y un sinnúmero de artefactos de guerra a las cuatro de la mañana de algún día del año 2310 guiados por Miguel Ángel de la Ascensión, irrumpieron en la ciudad. 

No fue difícil, la mayoría del ejército había sido masacrado horas antes, los que quedaban de la fuerza pública no suponían mayor reto. Lo complicado era encontrarlos en la enorme ciudad. 
Pero fue saneado el asunto rápidamente, ya un par de salvajes habían accedido a los sistemas y en cuestión de minutos habrían tener toda la información de cada habitante de la Nueva Francia, ubicación actual y demás. 

Con esos datos en mano, Miguel se adelantó y dejó lo demás en manos de los neandertales que ahora eran genios. Miguel contó cerca de mil doscientos pendejos que debía aniquilar, eran pocos teniendo en cuenta que la ciudad albergaba siquiera a unos cinco millones de habitantes, y aunque bajo una dictadura, había una especie de paz, falsa, pero se respiraba tranquilidad.

Instantes antes de llegar al primer objetivo que se hallaba a diez kilómetros, los sistemas ya habían sido apagados, depurados y configurados a servicio de los «liberadores del sueño» como se hicieron llamar desde entonces. Miguel llegó como si nada, se acercó al tipo que bebía un café junto con una pequeña en una mesa de algún restaurante de esquina y vestía un uniforme en realidad, bonito, y sin dar chance a nada, sacó su machete y le rajó la cabeza en dos; lo que correspondía a media nariz hacia arriba cayó al suelo. La niña miró dos segundos sin entender y al tercero gritó tan fuerte y tan alto que quienes estaban cerca gritaron también. 

Miguel sonrió —¡hijos de puta, ahora todos son míos! —exclamó fuertemente y de otro tajo partió a la niña en dos por toda la mitad del ombligo—. La gente al ruedo se enloqueció y salió corriendo pidiendo socorro. Llegaron cuatro agentes, y luego seis más. Miguel se bebió el café que estaba intacto, y esperó, los «agentes del orden» que se así se habían denominado sacaron armas extrañas y apuntaron a Miguel, este solo levantó su machete, pisó fuerte y de un salto estuvo detrás de un agente y le atravesó el filoso artefacto por las costillas y siguió hacia arriba abriendo al que se moría. Y antes de que se dieran cuenta, ya cuatro habían sido cortados cual si fuera un parpadeo. 

Los oficiales entraron en pánico, era un demonio lo que tenían al frente, pidieron ayuda, pero no funcionó, no había comunicaciones.
Miguel emocionado ya, no dejó a ninguno con vida y se apresuró a ubicar a los demás objetivos.
La gente le importaba menos, no había razón para preocuparse por ellos, habían sido domesticados a tal punto de obedecer a quien demostrara superioridad. Esto lo comprobó, cuando de camino a su siguiente objetivo que era en realidad la estación de policía y seguridad nacional, agarró a una chiquilla de unos veinticinco años, la arrimó a la pared y frente a su novio que nada hizo, le reventó el culo a más no poder. Llevaba siglos sin haber penetrado un buen ojete y aquella muchacha fue quien le permitió tal goce. Como ya he mencionado, el novio, presa de un miedo, simplemente no se atrevió, y la gente de alrededor simplemente miró. Miguel entonces se dio cuenta de lo bajo que había llegado la sociedad, a ser unos simples pusilánimes incapaces de hacer frente al miedo, quien sea que los hubiese amaestrado de tal forma, lo había hecho sencillo para Miguel.  

Después de la tremenda cogida que le dio a la chica y luego de desmembrar al tipo frente a una masa de unos veinte espectadores que por alguna razón no pudieron huir, se dirigió a paso rápido a la estación.
Llegó en menos de cinco minutos, no dio chance a nada, entró por una ventana, arremetió contra cinco de un solo golpe, y a los tres restantes les quebró la columna de una sola patada. La bulla atrajo la atención, llegaron en fila unos cincuenta uniformados y a Miguel le prendieron fuego, ondas, rayos, burbujas, y todo un arsenal para capturar revoltosos, claramente ningún sistema hizo efecto puesto que Miguel había roto la pared y se había escabullido por un lado, y así lo creyeron cuando por el otro salió disparada la cabeza de un oficial, y luego siguió otra, y otra; Miguel con sus manos limpias separaba las cabezas de su cuerpo y las arrojaba a ciento setenta kilómetros por hora; no tardó más de una hora en vaciar aquel edificio, setecientos oficiales fueron abatidos, desmembrados, aniquilados por una fuerza imparable de un monstruo disfrazado de humano, ja, ja, ja.

Los liberadores del sueño, por otro lado, usando la maquinaria de la misma ciudad, drones sofisticados y equipo de avanzada aniquilaron a otros mil combatientes, sin contar a la gente que se atravesaba en el camino.
Fue un día agitado para aquella ciudad que era todo lo que quedaba de una de las grandes naciones que un día dominaron el mundo. 

Entrando ya la tarde, solo unos setenta hombres y mujeres que juraron proteger a la ciudad de los enemigos, estaban respirando aún. Pero a cada minuto que pasaba uno descendía uno a los suelos, generalmente destripado, apuñaleado, reventado, pero siempre, violado. Con el culo en punta quedaban. Los neardentales modernos no perdonaban una, Miguel Ángel mucho menos.

Bastó solo un día para tomar la ciudad, para acorralar a la población, para captar la atención. 

Las otras ciudades del mundo, comandadas por un Alemania promiscua recibieron una señal de ayuda de parte de Francia y estaban ya en camino, pero por las distancias, tardarían al menos unas dos horas más en llegar, pero Miguel no necesitaba más que unos minutos para hacer su movimiento. 
Contactó con el pequeño alien, le dio las buenas nuevas, y en menos de lo que canta un gallo, una pequeña nave interplanetaria apareció encima de un lado de la ciudad, y aterrizó pulverizando lo que tenía debajo. 

Se reunieron y se pusieron a trabajar según las órdenes del alien, y en menos de media hora ya había conectado diversos sistemas de energía y campos electromagnéticos de alta capacidad cubrieron la ciudad formando un escudo terriblemente protector. Con esto, encerraron a la población y para cuando llegaron los ejércitos de las demás ciudades, ya no había forma de entrar.

El jolgorio entonces empezó. Miguel se metio en una casa y sacó a una chiquilla de unos diecisiete años, buenota la hpta, más allá en el camino agarró a una de treinta y más allá, una de diez. 
En el edificio más alto se instaló, y ahí en la terraza habiendo sometido a las tres mujeres, las violó maliciosamente y tanto que, sin querer, las chicas consiguieron orgasmos tan potentes que se rindieron a sus pies. La verga mejorada de Miguel era una puta maravilla. Luego de eso el alien se las llevó, usó sus cuerpos para depositar adn extraterrestre y empezó a experimentar con ellas. Los liberadores del sueño, entre tanto, habían acorralado un edificio de estudiantes y habían empezado a hacer fiesta con quienes allí se encontraban. Gritos desgarradores, llantos amargos, palizas y un sinnúmero de cosas se escuchaban desde la calle. 
Nadie podía hacer nada. Empezaba a implantarse la liberación de un sueño bonito, liberación hacia una pesadilla sabrosona.

Las milicias estaban afuera de la ciudad desde hace tres días ideando un plan para romper la barrera, pero nada daba resultado. Solo podían observar cómo la gente buscaba formas de protegerse, pero todos los sistemas estaban en su contra. Robots recogían a la gente en carros y se los llevaban a un edificio donde el alien modificando adn había generado mutaciones con las personas y las tenía como ayudantes obedientes. 
Los hombres y mujeres más lindos eran violentados en cuerpo y alma por los neardentales modernos, los feos que en realidad eran pocos en aquella sociedad, eran simplemente usados como conejillos de indias. No obstante, hubo casos de alguno que despertaron y se unieron a la nueva reforma que se implantaba, y ayudaron a masacrar a la gente. 
Faltaba poco, el alien había simplemente esperado material para poner en funcionamiento sus experimentos y ahora tenía materia prima de sobra.

A las dos semanas de haber empezado la revuelta, y con cientos de máquinas, soldados, y gente de altos cargos a las afueras de la ciudad, el alien sonrió, o eso parecía lo que reflejaba su rostro. Había dado con un tipo material genético mezclando diversas especies donde Miguel fue clave el éxito debido a sus mejoras y logró conseguir un espécimen que podía multiplicar en poco tiempo. Había logrado crear monstruos que estarían listos en menos de un mes para ir a sacar a los invasores de su planeta. 

Y así fue, de los siete punto ochenta y cinco (7.85) millones de personas que vivían en Nueva Francia, en solo un mes fueron reducidas a tres y medio. El gobierno central no pudo tolerar más la situación y dio vía libre a la detonación de bombas de neutrinos, puesto que nucleares eran simplemente obsoletas para aquel escudo. Miguel por otro lado se había proclamado amo y señor de esas gentes y todos los días tenía a su disposición por lo menos una virgen para el desayuno, que luego de follarla deliciosamente, le enterraba los dedos en el pecho y la abría lentamente mientras bebía su sangre y le arrancaba el corazón para comerlo de manera fresca, ah, era un hijo puta, pero eso bien lo sabe ya el amigo lector.

En todo caso, habiendo transcurrido dos semanas del siguiente mes, el gobierno lanzó sus misiles, y minutos antes, el alien se preparaba para despegar en su nave con mil monstruos listos para el combate y millones más que saldrían en pocos días antes de llegar a su planeta. Miguel había presentido cosas y se había puesto a jugar con algunos artefactos.  

La nave salió y la bomba cayó, en cuestión de segundos todo se hizo polvo, cabe resaltar que el escudo lo generaba la nave interplanetaria por lo que, sin esta, ya no habría protección. 
La explosión alcanzó parte de la nave, pero no le causó daños graves y huyó de la tierra hacia su hogar. 
Migue Ángel de la Ascensión Hidalgo Cortés, sentado en una silla en el jardín y dio la última calada al último cigarro, apretó la cabeza de una chica que le estaba dando una mamada espléndida y se corrió abundantemente, y lo hizo tan duro que esta murió asfixiada segundos antes de que la bomba les cayera encima y destruyera todo lo que con la vista se podía ver. 

Quedó solo un desierto radioactivo en aquella zona del planeta, por no decir un cráter que con el tiempo habría de ser el desencadenante para que el planeta se revelara y fuertes terremotos pusieran a bailar a la tierra matando a todo ser viviente antes de que estallara y se convirtiera en polvo estelar.

Tres mil doscientos veintiocho años después de la gran explosión del planeta, en la lejanía de una estrella menor, en una lámina de una aleación extraña de metal que flotaba por el espacio estelar, se alcanzaba a vislumbrar la imagen de un hombre fornido, de espaldas, con un machete en la mano y una frase que rezaba: «¡la cagué, pero aprendí un chingo!».

Fin.


Para no alargar más esto que leía y mientras sucedían los acontecimientos que estaba viviendo por mi cuenta junto a Gervacio y Nataniel que he venido contando al final, lo recapitularé en el proxima entrega: Luz Andrea y la mala fortuna de mis compañeros.


Malayerba

domingo, 31 de enero de 2021

POETA DEL CHIQUERO Cap XIII : Vaya dato perturbador IV

Al reincorporarse miró una ciudadela extraña lo lejos, habían muchos domos, y de pronto miró un papel, el encabezado de alguna especie de carta, folleto, papel informativo y leyó: año 2305. Para toda la población superviviente, la raza Xarbaris ha sido casi aniquilada por una se...y se acababa la nota. 

Miguel quedó frío, su mundo ya no era su mundo, y él, pasó más de tres siglos en aquella nave, en aquellos combates, de pronto, asustado, corrió al río, y al ver su reflejo una enorme alegría invadió su alma (si es que alguna poseía y si la había, debía de ser muy negra), ¡la verruga ya no estaba! —LA PUTA VERRUGA NO ESTÁ, COÑO! JA, JA, JA  —se dijo entusiasmado—. Entre las cosas que más odiaba de su vida, era esa maldita cosa negra que le entorpecía la cara, que le daba un verdadero toque de fealdad, pero algo había sucedido en tan largo tiempo y ya no había más que decir.

Se dirigió entonces hacia aquella ciudadela, habría de ser ya tarde porque la noche se dejó caer cuando llegó a las puertas, lugar donde robots automatizados lo congelaron en una luz rojo intenso que le cegó la vista hasta perder la razón.

Se despertó en una celda de cristal amarrado de pies y manos; poco después entraron unas gentes de al parecer origen militar, lo interrogaron y Miguel contó todo lo sucedido en cuanto a los alienígenas; un momento después ya estaba arrepentido de haberlo hecho, pues lo llevaron a una sala para que demostrara tales cosas en su condición, cosa que resultó imposible, pero al tener rastros de radiación alienígena, estos no se convencieron y a base de torturas intentaron extraer esas habilidades, con lo que lograron que Miguel terminara con los brazos quebrados, las piernas destruidas y ciego de un ojo.

Era notorio que aquél lugar no era sino un laboratorio militar para estudiar a aquella raza que luego de trescientos años al fin habían podido vencer a base de ingenio humano, a base de microorganismos que más de una vez intentaron poner fin a la misma humanidad.

Miguel se enteró de esto y otras cosas porque ya eran de dominio público. De lo que no debía haberse nunca enterado, era que aún quedaban alienígenas y precisamente estaban en otros laboratorios siendo analizados para extraer lo más útil. Evidentemente se había instalado una dictadura, porque lo que el humano no deja nunca de hacer, es ser un hijueputa corrupto y el poder siempre le gana la batalla.

Se había implementado entonces un miedo en la sociedad mundial que ahora respondía a un único gobierno central y sus respectivas sedes en diversas partes del mundo, una única moneda, solo tres idiomas y la libertad que se limitaba a no salir de las murallas que en cada ciudadela se había desarrollado, ¿y si salían qué?, a pues desaparecían misteriosamente en manos de los perros del gobierno.

Miguel Ángel de la Ascensión fue trasladado a otro lugar en otra ciudad, sus extremidades fueron reparadas lo mejor posible, aunque dejándolo inservible. Fue durante el proceso de su recuperación que se dio cuenta que él solo era otro más de muchos otros que fueron raptados por los aliens, y que una vez devueltos, estos eran estudiados por sus congéneres para extraer alguna información, fue de esa manera que lograron descifrar una debilidad que les permitió vencer a los invasores.

De alguna forma se las apañó Miguel para ganarse la confianza de los trabajadores del lugar, y luego de tres años de saber que él no representaba ningún peligro, lo dejaron de mensajero y andaba de aquí para allá en su silla de ruedas flotante.

Un día empezó la búsqueda de los aliens que aún debían estar en algún lugar, le llevó otros dos años poder localizar a uno solo que estaba en una instalación cercana. Actuando como si fuese uno más, y habiendo demostrado capacidades en cuanto al manejo de equipos, logró que lo llevaran como parte del equipo de mantenimiento a esa base. Una vez allí, se escurrió como mejor sabía hacerlo y terminó frente a un cilindro de gran altura donde estaba encerrado y suspendido en una especie de gas a presión, un alien, pero no era cualquiera, era uno de color violeta, Miguel sintió una ligera esperanza de verse frente al que lo recibía luego de cada pelea, pero el alien estaba muerto desde hacía ya dos años.

—Alto ahí, ¡manos arriba! —gritaron unas voces.
—Lo siento, señor, me perdí, soy de mantenimiento —respondió Miguel.
—Si claro, andando. Y se lo llevaron a una sala de interrogación.
Ahí Miguel demostró su lado más amable y explicó que solo quería encontrarse con esos monstruos para gritarles cuanto los detestaba por lo que le habían hecho, que necesitaba desahogar su odio contra esa especie que lo había arrancado de su familia y miles de cosas más, tanto, que el agente a cargo, convencido por sus inocentes palabras, le prometió dejarle ver uno vivo. Miguel aceptó encantado y terminó el trabajo con los equipos.

Siete meses después Miguel fue llamado, y volando lo más rápido llegó hasta el vehículo que lo llevaría al laboratorio en Nueva Alemania. Una vez ahí junto con el agente entraron en las instalaciones y entonces al fin pudo ver a otro alien de color violáceo pálido con una señal en lo que parecía su pierna; Miguel no dudó, esa señal se la había hecho él en uno de tantos intentos por lastimarlo, y solo una vez había logrado rozarlo con una mano en medio de la desesperación. El alien al verlo reaccionó también, pero nadie lo notó, solo Miguel pudo sentir un cosquilleo en su cabeza y supo que era de aquél bicho estelar.

Preguntó cuanto pudo, observó cuanto pudo, y como si de un turista se tratara, le contaron lo esencial y superficial del asunto, Miguel trató de idear algo para poder estar a solas con el bicho, pero no había opción. De pronto un temblor azotó la zona, y la alerta se disparó, era un ataque enemigo, una nave de mediana envergadura se estrellaba con la base, no sin antes disparar enormes cantidades de energía que generaban movimientos telúricos de alto peligro, todos fueron socorridos y en medio del caos, Miguel se separó. No lo pensó dos veces y regresó con el alien, lo liberó aumentando presión extra al tanque y este estalló, por desgracia el alien salió hecho pedazos, Miguel recogió al menos lo que sería la cabeza y trató de hablarle, los ojos de este ser miraron fijamente a Miguel, y en un instante, Miguel Ángel de la Ascensión Hidalgo Cortés vio cruzar por su mente toda una epopeya de mundos y civilizaciones que escapaban a su entendimiento, pero entre todo eso logró discernir que esta especie que los había invadido, había sido desplazada por otra peor y lo único que hacían era buscar de planeta en planeta algún material para formar armas con las que defenderse, los humanos mezclados con su tecnología habían sido otro proyecto más en la búsqueda de esa salvación para su raza, y, entendiendo lo que deseaba Miguel, el alien le reveló la ubicación de su nave y cómo ingresar. Unos segundos después, se convirtió en una especie de líquido que se escurrió entre las manos de Miguel.

Una gran explosión alcanzó el lugar y Miguel salió disparado junto con multitud de escombros por los aires fuera de la muralla hasta aterrizar sobre un techo que le terminó por destrozar en tres partes la columna vertebral. Arrastrándose como le fue posible, mientras no era consciente de la gravedad de sus heridas, llegó hasta su silla de ruedas flotante, se puso encima y boca abajo y la dirigió hacia el lugar de la nave que estaba a no muchos kilómetros de allí oculta en las montañas.

Llegó a altas horas de la noche, pero había luna llena y se podía ver, sin embargo, Miguel poco miraba porque ya estaba medio muerto, y en realidad debía haberse muerto desde hace ya varias horas, pero aún seguía respirando esperanza, esa que le devolviera una vida de goce. Encontró la nave, logró entrar y al fin, luego de casi tres años se hallaba frente a un salón con bañeras por doquier, y a punto de perder la consciencia se dejó caer en una que mantenía un brillo azul marino.

Se despertó luego de una semana, se vació el liquido y Miguel se miró completo y regenerado, se levantó emocionado al verse nuevo y saltó de alegría, pero solo saltó dos cuartas por encima del piso, golpeó el suelo y se lastimó la mano, seguía siendo humano, no había mejoras en él, solo que estaba sano de nuevo, pero esa no era la idea, quería volver a tener esas capacidades, volver a ser imparable. Entonces se metió en otra tina, y se despertó igual, nada había, así estuvo intentando durante varios días, probando alguna que funcionase, sin embargo, desde que llegó no se percató que no era el único en la nave, había algo más, un bicho rosa del tamaño de un perro mediano, por simple deducción se trataba de un alien bebé, o de algo similar, Miguel se percató de su existencia un día que furioso golpeó una bañera con tanta fuerza que la partió y creyó que volvía a tener poder, de reojo, ahí lo vio, parado en un costado, observando a Miguel, y Miguel le devolvió la mirada y acercándose le preguntó qué pasaba, por qué no funcionaba, pero el alien no respondía, —ha de ser pendejo —se dijo— por algo lo habrán dejado aquí —añadió—, pero antes de que continuase, el bicho extendió un brazo y abriendo cual tela su mano apretó la cabeza de Miguel y pudo observar todo cuanto este sabía y había hecho, mas se limitó a observar las últimas imágenes del otro alien que habría sido alguien importante ahí, y entendió el propósito de la situación. 

Miguel se quedó en blanco por un momento, pero una vez volvió en sí, arremetió en insultos contra el alien, no obstante, esta vez tuvo respuesta. El pequeño alien hablando directamente a su mente, le dio órdenes de hacer esto y aquello y una vez listo le señaló una bañera en específico. Miguel entonces agarrando un pedazo de la bañera rota, arremetió contra su cuerpo, se hirió como mejor pudo aunque no en este orden: se cortó las venas, el cuello, se sacó un ojo, se partió los dientes, se abrió la barriga y se sacó los intestinos, el hígado, los riñones, se apuñaló la verga, y antes de caer en la tina, se golpeó la cabeza tantas veces y tan fuerte que logró penetrar su cerebro y cayó en la tina. Hacer esto y aquello implicaba que toda lesión o herida que su cuerpo tuviese, habría de ser curada y mejorada en tanto peor fuera.

Se despertó luego de mucho tiempo, habrán pasado unas tres semanas o quizá dos meses, jamás lo supo, pues no tenía idea de las fechas de aquel tiempo. Pero esta vez se despertó renovado tanto que sabía que ya no era el mismo sino mejor apenas abrió los ojos. Frente a él se hallaba el pequeño alien que había vigilado su recuperación y al parecer era el último de su clase, una vez Miguel se encontró listo para salir, el alien le extendió su brazo a su cabeza y le enseñó todo cuanto le había sido transmitido, ahora no tenía nada más que hacer que vivir si le era posible, pero no lo podría lograr en ese mundo donde él sería una presa de incalculable valor para el gobierno de aquél entonces, se hallaba varado y solo le quedaba esperar dentro de la nave por algún milagro, milagro que Miguel Ángel de la Ascensión Hidalgo Cortés le prometió cumplir, porque ahora había dejado de ser humano, ahora él era un maldito puto desquiciado con hambre de ver sangre y cagarse en los que se creían superiores.

Miguel se despidió del pequeño alien, y en regreso del favor de devolverle su poder, le iba a conseguir un lugar en este mundo.
Salió de la nave y se dirigió hacia donde el sol apuntaba, luego de caminar por varios días, en algún pueblo de los años 2100 encontró brillando clavado en un poste un machete que tenía las letras grabadas en su hoja: Colima de Incolma (publicidad no pagada, pero esos hptas machetes lo que son es finura), —Joder, esto tiene que ser obra del mismo universo que me quiere ver bailar —se dijo, y recogiendo el machete, se lo echó a la espalda y se dirigió hacia aquella ciudad que se veía a lo lejos donde un letrero decía: Nueva Francia—, veeeerrrrgaaaaa, aquí empezará la matanza, ja, ja, ja —pensó y se dispuso a practicar...


«Aceptamos el trabajo de doña Samantha. No me gustaba la idea, pero logramos encargarnos del asunto y hacer suficiente dinero.
—Nataniel, Gervacio, ¿desde hace cuánto nos conocemos?
—Desde hace un año más o menos —respondió Gervacio.
—Por qué —preguntó Nataniel.
—No lo sé, solo quería saber —respondí.
La verdad es que sabía que esos eran mis últimos días con ellos, tenía un mal presentimiento que era inevitable...»


Continuará...


Malayerba

martes, 12 de enero de 2021

POETA DEL CHIQUERO cap XII: Vaya dato perturbador III

El ruso terminó con heridas tan profundas que necesitaría un par de décadas en el otro mundo para que terminen de cerrar, el cuerpo del gigante lo aplastó y sintió como era asfixiado, alcanzó a oír que se acercaba algo, y antes de perder la consciencia sintió que lo liberaban de su peso y flotaba suavemente.


Cuando volvió en sí, se encontró dentro de lo que parecía una bañera de diamante, una capsula, una tina de algún puto millonario, pero no era así, esta emanaba una luz amarillenta y Miguel aún no se había dado cuenta de que estaba inmerso en este líquido, pues respiraba tranquilamente y sentía un bienestar infinito, cerró los ojos para disfrutar mejor; alcanzó a sonreír poco más de diez segundos, cuando el agua fue vaciada y el quedó desnudo temblando de un frío abrumador. Seguido fue rociado con una especie de polvo rosa que lo cubrió por completo, y al instante una especie de colores verdes oliváceos fueron tornándose a lo largo de su cuerpo formando una especie de ropa. 
Aunque pareciera que solo era una licra pegada al cuerpo, sentía el mismo bienestar del acuoso líquido.

Se levantó observando que era el primero de una fila interminable que se extendía hacía un lado y hacia arriba, una de muchas filas. Habían otros en cápsulas y reconoció al ruso ahí a lado de la suya y sintió miedo, de pronto recordó su pelea y como este le había quebrado las piernas, pero ¡oh sorpresa!, las piernas estabas intactas —JA, JA, JA ¡¿qué verga?! —exclamó, y para salir de su asombro dio un salto, y el salto lo elevó por más de cinco metros—, wow wow woooow, ¡¡¡jueputaa!!! —gritó y cayó de jeta en el suelo—. 
¿What the fuck? —prorrumpió asombrado.
Entonces entraron dos aliens unos seis metros y el otro todavía más grande y de color violáceo pálido, el verdoso extendió lo que parecía un brazo y antes de atrapar a Miguel su extraña mano se abrió como si fuese una cortina, una manta, una red; se abrió como si fuese una puta bolsa y atrapó a Miguel en un parpadeo.

Fue depositado en una sala igual a donde estaba junto con los otros matones, y en seguida en las demás celdillas fueron colocados otros hombres.
Como en el primer acto, salieron a matarse, pero esta vez Miguel fue el tercero, los dos primeros eran un negro alto y fornido y un mexicano que grito: ¡¡¡CHINGUEN A SU MADRE CABROOOOOONEEESSS!!!, mientras con una pala atacaba al negro, y el negro en un idioma inentendible gritó algo, le quitó la pala y le abrió la barriga al pobre mexicano de metro sesenta, y sus intestinos quedaron esparcidos por el suelo.

En seguida se fue contra Miguel que ya había sido liberado, pero este de un salto se posó en el otro extremo del salón,
el negro lo siguió, pero Miguel corrió, y su velocidad fue increíble, en carrera se acercó al negro por un costado y le arreó una patada, el pobre nigeriano voló hasta el otro lado, su cabeza golpeó de lleno la pared, se oyó un estridente crujido de huesos. —¡Me cago en la puta, joder!, ¡qué go-no-rre-aaaaa ja, ja, ja, ja!
De pronto apareció un irlandés con un gran maso y Miguel Angel de la Ascensión se fue en galope a su encuentro, le arrojó varias patadas que el tipo no supo detener, y Miguel le destrozó la cabeza en dos pisadas, se emocionó el hijoputa y ya no esperó a que liberaran a otro, sino que se fue como tren descarriado destrozando las celdas y machacando cabezas sin piedad.
—¡¡¡JUEPUTAAAAAA!!! ¡QUÉ BUENO ES VIVIR! —Gritó emocionado.

Entró un alienígena violáceo y Miguel de un salto se dirigió a su cabeza, pero quedó flotando a pocos centímetros de sus ojos; este alíen lo observó escrutadoramente, Miguel se enderezó en el aire, sintió que algo tocaba su cabeza, y de pronto un millar de imágenes le atravesaron la mente y quedó con los ojos en blanco.

Al despertarse, se vio de nuevo en una celdilla, rodeado de varios otros, pero esta vez eran distintos, eran humanos, pero tenían algo diferente, a lo mejor como él pensó.
Esta vez la batalla fue distinta y Miguel que entró de séptimo, fue mutilado de un brazo y una oreja. 
Al despertar en la tina, estaba completo, pero una fuerza asombrosa generaba su brazo izquierdo que lo sentía más pesado; supo de la fuerza cuando al despertar, se agitó de pronto y con el brazo rompió la tina e hizo una mella en el suelo.

Fue puesto de nuevo en una sala, y de vuelta a lo mismo. Pasó así más de diez veces, más de cincuenta, más de cien, perdió la cuenta cuando pasó de doscientas treinta. A veces perdía un dedo, otras veces los dos brazos, un día le dieron un hachazo en la verga, una vez le atravesaron una lanza en el ojo izquierdo. Y cada vez despertaba en esa tina y de ahí al combate.
No supo cuanto tiempo pasó, no entendía qué ocurría, y lo que en un principio fue emocionante, se convirtió en una exhaustiva monotonía.

Un día se puso de acuerdo con un hondureño con el que había luchado varias veces, en tratar de huir cuando en la sala ingresara el alíen por el último sobreviviente. 
Se hizo el muerto Miguel y cuando el alien entró por el hondureño, los dos de un salto apuntaron a la puerta, pero fueron detenidos varios metros antes de acercarse. 
Perdieron la consciencia en un chasquido donde sentía una descarga y al despertar, Miguel se vio tirado en un río, el hondureño sabría Dios dónde. 

Miguel se vio entero, pero al saltar no saltó más de veinte centímetros, y al golpear se fracturó la muñeca.
Era un humano normal de nuevo, pero no entendió que pasó. si todo era un simple sueño, o si todo fue rea... ¡suánfonsoooonn!, pasó una nave por encima del río, y atrás unos aviones de guerra que varios metros más allá lo derribaron, la explosión llegó hasta Miguel que lo mandó a volar y cayó en un auto que se hallaba volcado. Al reincorporarse miró una ciudadela extraña lo lejos, habían muchos domos, y de pronto miró un papel, el encabezado de alguna especie de carta, folleto, papel informativo y leyó: año 2305. Para toda la población superviviente, la raza Xarbaris ha sido casi aniquilada por una se...y se acababa la nota. 

Miguel quedó frío, su mundo ya no era su mundo, y él, pasó más de tres siglos en aquella nave, en aquellos combates, de pronto, asustado, corrió al río, y al ver su reflejo...


—¡¡¡HIJUEPUUUUUUTAAAAA!!!, ¡nos encontraron estas gonorreas! ¡¡¡AL SUELO!!! 
Y un montón de balas perforaron la pared de la casa.

Con Gervacio y Nataniel, escapamos de milagro por una pequeña puerta que no había sido remodelada en aquella casa y daba a los patios. De ahí huimos a pie con el corazón en la mano hasta que no pudimos correr más.
Dejé mi celular ahí, tratamos de pensar qué hacer, la gente de los Martinez no van a parar y yo...
—Oe, Chique.
—¿Qué?
—Busquemos al Potro, te debe un favor, ¿no?
—No está aquí y si está, tal vez me mate a punta de golpes mientras me cuelga de los huevos.
—¿Por qué?
—Me cogí a su hija dos días antes de sus quince, je, je.
—¿A Fernanda?
—No, a Maritza.
—¡NO SEA HIJUEPUTA, HERMANO!, ¡QUÉ CA-GA-DA!
—Pues, no sabía que era hija.
—¿No sabías que era la consentida, la preferida, la vida de ese malparido? TODO EL MUNDO LO SABÍA, ¡POR ESO NADIE LA TOCABA!
—Ah, pero es que...estaba buena la tonta, je, je.

—Eh chicos, tengo algo, Samantha, la dueña del tango, su oferta aún sigue en pie.
—Es verdad, vamos con ella —Dijo Gervacio—, Nataniel, ¿sabes si tiene a Rodrigo con ella? —añadió.
—Sí, él fue quien me informó, me lo encontré en el centro—respondió Nataniel.
—¿Qué, Chique?, no hay de otra.
—Pos ya qué, tocará.


Continuará...

Malayerba

domingo, 10 de enero de 2021

POETA DE CHIQUERO Cap XI: vaya dato perturbador II

Los aliens estaban recogiendo a cuanto humano divisaran, vivo o no.
Se asomó como pudo por un lado de la estructura y al asomarse sus ojos se abrieron de par en par: una horda de monstruos verdes con cuatro ojos formando una corona en lo que parecía su cabeza hacían lo que parecía un acopio de materiales en una nave interplanetaria.

No había manera de huir de aquel envase de metal; de saltar por la borda daba lo mismo que tirarse de un edificio de cinco pisos, Miguel Ángel de la Ascensión reparó en sus compañeros de viaje, la mayoría jóvenes, no pasaban de los cuarenta años los más viejos.
En lo que duró el viaje subió varias veces y notó que los vagones flotantes tenían distintas tonalidades y en algunos se observaban puras mujeres, en otro solo ancianos, había uno de niños, otro de hombres negros, otro de solo blancos, todos en algún momento asomaban sus tristes caras pálidas al igual que Miguel, solo para observar que todos iban derecho a una monstruosa nave. El corazón se le llenó de emoción, se sentía afortunado de poder entrar en una nave alienígena antes de morir, un sueño cumplido, objetivo tachado de la lista de cosas por hacer antes de cerrar los ojos para siempre.

Miguel se recostó en un lado del vagón, por alguna razón los demás se alejaban de él, quizá por lo feo, quizá por la sangre que impregnaba su ropa, quizá por el machete que aferraba su mano muy alerta ante cualquier amenaza. Sea como fuere Miguel se reclinó en la pared, respiró hondo y se puso a dormitar.

Unos minutos después, luces incandescentes le dieron de lleno en el rostro, una luminaria de rosa claro dejaba ver cientos de vagones dispuestos en carriles que se avanzaban suavemente y más adelante en bifurcaciones desaparecían de la vista. 
No pasaron el primer túnel cuando gritos desgarradores irrumpieron los lloriqueos, de los que ahí estaban presos del miedo.
Miguel que el llanto no toleraba, miró a un tipo que se lamentaba al parecer con su hija, mientras rezaban pidiendo perdón a Dios y auxilio para sus almas.
—Saben qué pendejos, ¡¿por qué no mejor le van a rezar en su puta cara?!— les gritó, mientras blandía su machete— y antes de que alcanzaran a ver quién les hablaba, varios cortes consecutivos destrozaron sus desamparados rostros y la sangre mojó a los aledaños.
—¿Dios? —dijo en tono de burla— ¡estos son sus putos dioses de mierda!, ¡y ahora nos van a matar a todos! JA, JA, JA.

Ni el mismo comprendía a qué venía su reacción, era una simple energía que sentía en su interior, era como si entre más adentro de aquella nave, más se inflamara su gozo, su vitalidad, sus ganas de matar.
La gente lo miró con temor y Miguel vio en aquellos rostros algo encantador: que mejor no estuvieran bellamente asustados, y como si de una danza se tratase, enfiló su machete a todo el que lo rodeara, y fue bajando de tajo algunos cuellos, narices, hombros quedaban colgando, orejas volaban por doquier, Miguel poseído por la euforia mutiló a más de cincuenta en un instante. Su metro setenta y ocho, y sus noventa y seis kilos de masa muscular aunque unos veinte de pura grasa, le daban un aspecto temerario. 
Miguel se había pasado de verga.

Pero no le duró la pasad porque un alienígena lo notó. Había observado la matanza e hizo detener el vagón, 
con una especie de mano alcanzó a Miguel cubriéndolo por completo, este último no pudo reaccionar pues todo su cuerpo fue inmovilizado. 
Lo soltó en una caja de cristal dentro de una habitación reducida para un par de personas nada más.
De pronto entró un joven asustado y perdido, y el cristal fue levantado dando libertad a Miguel. Este sentía como era observado, y antes de ponerse a pensar en lo que sucedía, una fuerte sacudida los despertó a los dos, el corrientazo los empujó uno contra otro, y Miguel que no soltaba su machete un solo instante, atravesó sin querer el vientre del joven. Se desangró rápídamente.

Una especie de tentáculo salió y arrastró al joven por un pequeño orificio.
Al momento entró una anciana de unos sesenta años, igual que el primero, asustada ella, no sabía que ocurría  y otra liberación de energía, los sacudió y Miguel golpeó de lleno a la señora sin querer, esta chocó en la pared y se desmayó. Fue arrastrada también.
Al momento entro una joven, esbelta, pero aterrorizada, lo miró y quiso hablar, pero Miguel antes de sentir la electricidad a punto de quemarle los huevos, entendió que lo que debía hacer era matar o dejar inconsciente a su visitante. No tenía sentido, pero su instinto le decía que le corte la cabeza, y sin perder tiempo de un tajo la separó de su cuerpo.
Fue arrastrada también.
Entraron luego un par de niños, mellizos ella y él, asustados, perdidos fueron atravesados por el machete de Miguel nada más llegar;
seguido fue un calvo gordo, oficinista al parecer, Miguel le cortó las piernas y luego el cuello, detestaba a los oficinistas, malditos cerdos, era lo que pensaba de ellos.
De alguna forma se estaba divirtiendo, y en esa forma, le fueron llegando más y más personas que nada comprendían. Miguel luego de varias horas se sintió sofocado, sintió mareos y al final fue perdiendo el sentido, mientras sentía cómo era arrastrado.

Se despertó en un salón donde habían más tipos como él, cada uno en su jaula de cristal, cada uno con una herramienta o un arma. 
Recostado en el suelo divisó como se abrieron dos jaulas y un tipo disparó una metralleta a otro que tenía un tridente, luego liberaron a otro y este con un hacha le partió la cabeza en dos al del arma de fuego. Al momento liberaron a un negro de apariencia salvaje, y este con una lanza atravesó las costillas del tipo del hacha, pero este por reacción le asestó un golpe seco que le cortó los brazos.
Los dos murieron desangrados rapidamente.

De pronto la celda de Miguel se abrió y desde el otro extremo salió un gigante de dos metros, ruso a lo mejor, con una patecabra y en dirección a él. Miguel se levantó apurado, y aferrándose a su machete trató de moverse por el salón. 
Habían varios muertos ahí, al menos doce más antes de los primeros que alcanzó a divisar cuando despertó.
El ruso se aumentó la velocidad y fue por el pequeño Miguel, este último reparó en que había muchos ojos observando desde las afueras del salón, era como si eso fuese una gallera, un círculo de animales que se matan, como si fuese entretenimiento nada más. 
Se perdió en el pensamiento cuando un golpe directo a la cabeza que alcanzó a bloquear con su brazo lo mandó al suelo.

Miguel miró al ruso que parecía una fiera a punto de devorar a su presa, presa que era el pobre latino. Pero Miguel había pasado ya mucho y le gustaba su vida como para morir ahí, así que se arrastró como un gusano y tan rápido como una serpiente hasta alcanzar la ametralladora y disparó a lo loco, el ruso se cubrió la cara, pero las balas le dieron en la panza, sin embargo, no se detuvo y de un salto cayó sobre Miguel, rompiendo sus piernas, gritó como nunca el pobre, y el grito se transformó en rabia, y con una energía tal como se ve antes de la muerte, Miguel Ángel de la Ascensión, blandió su machete hasta perder la razón; cortaba y cortaba, y cuando el machete se apretaba en un hueso, gritaba, lo sacaba y volvía a cortar.

El ruso terminó con heridas tan profundas que necesitaría un par de décadas en el otro mundo para que terminen de cerrar, el cuerpo del gigante lo aplastó y sintió como era asfixiado, alcanzó a oír que se acerc...

Trash, trash, trash, golpearon la puerta.

—Chiquero, ¡puto weón!, los Martinez no eran. Fueron los de don Saúl.
—¿Qué coño? de qué hablan —respondió Chique, mientras habría la puerta.
—Andrea, tu putita, no la mataron los hermanos Martinez, sino el Negro y el Chino, los del bar.
—Joooodeeerrr, ¿y ahora? ¿Qué hacemos?
—Viejo, toca volarnos, si nos quedamos aquí, no pasamos de esta noche.
—¡Jueputa! y tan buena que está la historia, ¡no mamen!, ¿qué? ¿Pa Santa Rosa?
—Pues sí.
—Pos vamos.


Continuará...


Malayerba