martes, 29 de octubre de 2019

UNA TANGA PELIGROSA (+18)

Ha sido curioso como a la mujer que amo le ocurren sucesos un tanto extraños;
quizá, es esa una de las cosas por las que me enamoré de ella; 
asumo que el lector echaba de menos una anécdota de quien fuera mi amada,
le regalo entonces una de las últimas que con ella sucedió.

Ocurrió hace un par de meses;
me encontraba laborando cuando mi celular sonó,
—amor, tengo un problema graveme dijo, y me asusté,
me contó lo que le pasaba,
y amigo lector,
no se burle por favor;
no se ría, porque... jaja, 
no enserio no se ría... jajaja,
porque esto a cualquiera le pasa, jaja,
no, de verdad, a cualquiera le puede suceder o tal vez solo a mi gorda jaja.

En lo que ella transitaba por la gran ciudad,
en busca del trayecto que la llevase a casa,
tomando buses y recorriendo aceras;
su tanga hilada de negro color, de alguna forma se las arregló para terminar incrustada en medio de los labios que debía cubrir;
pero el punto no es la tanga metida entre aquellos deliciosos pliegues,
no no no;
el punto crucial de esta anécdota es que el roce de la prenda por el movimiento que ejerce el caminar fue estimulando el clítoris a tal punto que el calor invadió a mi compañera,
y por razones obvias eso no era algo bueno,
al menos no en medio de los transeúntes;
la cosa empeoró cuando tomó el bus,
pues la falta de asientos y la conglomerada gente la obligaron a moverse de a un lado a otro, 
ora al frente, ora al fondo,
y sin quererlo la tanga se complacía masturbando a Eliza, que sin quererlo también, lo estaba disfrutando irremediablemente.

Le propuse buscar la forma de disimular el hecho y que se arreglara lo mejor que pudiese,
sin embargo, el jean no colaboraba en la causa;
empero, debía hacer algo,
me colgó y esperé que las cosas mejoraran,
tampoco quería que el civil masculino que le rodeaba observara con morbo como mi nena se metía las manos dentro del pantalón justo en la entrepierna de manera indecorosa;
resta decir que ya era bastante vergonzosa como para hacerlo.

Pasaron algunos minutos y no pude volver a concentrarme en la tarea;
tal noticia me causó una creciente horda de risa y ganas de presenciar aquello que dejé de lado mi labor y me dirigí a su casa,
tardaría un par de minutos en llegar;
a mitad de camino el celular sonó,
—amor, ya llegué a casa, pude solucionarlo pronto, pero necesito que vengas ya—, su voz sonaba agitada, presentí que algo malo ocurría,
aumenté el pasó,
me detuve en un local por cigarros y una botella de vino,
sabía bien que cuando las cosas van mal, el vino puede ayudar a relajar,
compré dos botellas por prevención.

Una vez llegué a su casa, toqué la puerta, pero no hubo respuesta,
la música retumbaba en el apartamento,
busqué en mi pantalón alguna copia de las llaves con la esperanza de que las hubiese traído y no haberlas olvidado por salir de prisa;
en efecto, ahí estaban,
abrí la puerta con cautela,
quería darle una sorpresa,
entré y no había señal de ella,
caminé con leves pasos esperando darle un pequeño susto,
pero no la veía,
el volumen del equipo por otro lado me empezaba a molestar por no tener la música de mi gusto, 
así que me dirigí a bajarle el volumen,
pero antes de llegar noté que el dormitorio se encontraba con la puerta entreabierta,
y fue allí donde me percaté y entendí el bullicio.

Me quedé parado,
quieto, observando la situación;
el ávido lector habrá intuido ya lo que se viene,
si, ahí estaba mi amada,
con sus bellas piernas desnudas y contraídas,
un ligero "baby doll",
sus enormes pechos bailando al ritmo que sus manos ejercían sobre el consolador que se deleitaba en uno de mis lugares favoritos;
una sonrisa se me formó al ver como se auto complacía a falta de mi presencia,
entonces entendí por qué me requería prontamente allí.

Lentamente me fui acercando,
dejé el vino y los cigarros en la mesa,
mi preciosa dama estaba tan concentrada en su apetecible trabajo que aún no se daba cuenta de que yo estaba allí ya sin camisa y con ganas irresistibles de exaltar la lujuria que crecía a cada segundo;
me fui acomodando a su posición,
y un beso del lado interior del muslo provocaron la reacción de mi compañera que casi se infarta del susto,
pero que se repuso en seguida al descubrir que se trataba de mí;
cerró los ojos y se mordió los labios,
continué acariciando sus contoneadas piernas con mis manos y recorriendo con mi lengua el camino que me llevase a la fuente de la gloria;
un manjar que hombre en el universo no ha de despreciar jamás.

Beso por aquí, mordida por allá,
cada vez más cerca de su hinchada vulva,
cada vez más incontenible mis ganas de devorarla;
se retorcía entre más me acercaba,
a tal punto que antes de posarme sobre sus rosados pliegues ya estaba gimiendo arduamente,
mi voraz hambre por ella no pudo aguantar más,
y me prendí a mamar cual cachorro a la hora de beber agua en un día de eterno calor;
espasmos invadieron cada músculo de mi doncella,
y sumando el hecho de que ya llevaba tiempo buscando el orgasmo, fue cuestión de la brevedad del tiempo que concibiera un placer extático sin igual.

—Ven con mamá, bebé— me dijo, —aliméntate también de mis pechos que urgen de ti— añadió;
yo por otro lado fui su sirviente y obedecí cada orden,
y con ávido movimiento me resbalé por su vientre en el que me entretuve sin perder el horizonte;
esas gloriosas dunas en su pecho pronto fueron víctimas de mi apetito,
paso siguiente, ya me encontraba recorriendo la base que terminaba en unos pezones más rosados que marrones, 
terminé ahí prendido cual bebé en días de hambruna;
ella gemía y se deleitaba;
mis manos por otro lado no se hallaban quietas,
y mientras una sostenía el seno que no saboreaba,
la otra hurgaba incesante la húmeda cueva de mi princesa,
lo cual le otorgaba un placer inconmensurable;
otro orgasmo echó a saltar y fue la señal para que hiciera uso de mi verdadero aporte.

Pasé a desnudarme por completo, pero ella lo impidió, pues quiso darse el lujo de hacerlo,
me desabrochó el pantalón, 
bajó el bóxer que había luchado fuertemente frente a la erección que llevaba,
y reveló a sus ganas la hegemonía que promovía mi viril miembro;
sin esperar menos se lo llevó a la boca como la niña que espera por el dulce prometido;
lo lamió y lo succionó de tal forma que me perdí en el placer de brindar amor;
contenta me sonrió,
y fue recíproco el sentimiento.
Se tendió boca arriba esperando que hiciera justicia a su libido,
pero para obrar de misionero no había llegado;
la puse de costado con una pierna sobre la otra,
y en el borde de la cama su cintura mi verga buscó crear la conexión en su palatable coño.

Procedí a arremeter con ansias locas,
pero el afán nunca resulta en estos casos,
así que primero lento y luego subí la velocidad;
mis manos aseguraron sus muslos para que no escapara,
y con mi verga ya sincronizada con sus gemidos,
procedí a una violenta arremetida que dejó dos cuerpos fundidos en el éxtasis;
deleitándonos bajo la luna llena de finales de mayo,
ella se entregó a mí y yo me perdí en ella.

Cambiamos de postura porque las ganas eran tantas que quise aprovecharlas al máximo;
con su trasero elevado, y su cabeza al ras de la cama,
en cuatro la penetré con fina dulzura,
mas las nalgadas que dejé en su blancos cachetes no decían lo mismo, pues violentas fueron,
tanto que despertaron en mi dama la salvajez que le encantaba,
y me estrujó la polla con movimientos inusuales,
y yo lo disfruté a sobremanera;
fuimos dos locos entregados a la faena,
fuimos dos personas que habían perdido la razón.

La noche avanzó y las posturas se fueron acoplando,
elevar sus piernas a mis hombros y follarla mientras la besaba fue la penúltima pose antes de terminar con ella cabalgándome cual jinete en su negro corcel;
haciendo uso de las lecciones aprendidas del baile del amor propio también conocido como "twerking",
se contoneaba sobre mí,
aruñaba mi pecho y me mordía,
y mis manos azotaban sus inquietas nalgas;
al final me levanté a medio tronco,
ella quedó sentada sobre mí sin dejar de moverse fervientemente,
y yo mordía su pezones y mientras la apretaba fuerte contra mí;
el cielo lanzó su bendición a través de una estrella fugaz que se vislumbró tras la ventana lo que dictó la hora de tomar un reposo antes de continuar.
Y ella y yo corriéndonos juntos, al tiempo, 
fuimos víctimas directas del un placer manifiesto.

Las palabras fueron surgiendo,
el ambiente se empezó a tornar relajado,
destapé una botella de vino,
encendí un par de cigarros,
bebimos y fumamos; 
ella recostada sobre mi pecho me contó que no se pudo contener las ganas,
la iniciación que le había provocado aquella tanga en el camino no se pudo quedar allí,
y que conmigo o sin mí iba a conseguir el gozo;
mas agradeció infinitamente mi llegada,
y me lamió cual felina melosa;
yo la besé con ternura;
sus dulces labios jamás me cansé de probar,
pues era mi mayor bendición;
era mi dama, 
era mi princesa,
mi amada,
y le aseguré que sin un día la dejaba de querer es porque de seguro estaría muerto;
me sonrío con ternura y tras unos momentos de descanso volvimos a la faena de la que aún quedaban algunas horas antes del amanecer.


🌹Mayer🐉

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