domingo, 27 de octubre de 2019

MORELA

Son el futuro los niños,
y serían la salvación del mundo,
y no harían falta mandamientos, leyes,
dogmas ni adoctrinamientos,
si tan sólo se les guiara correctamente, dejándolos ser.

Pero, ¡oh desgracia que a todo lo bueno llega!,
ha tenido que existir el contaminado sistema y dañar el camino de los pequeños.
¿Qué costaba dejar el rencor y la ambición a un lado y comprender que todos van a perecer?
¿Qué costaba dejar el egoísmo en la puta mierda y ser generoso?
¿Que costaba?
Muy poco, casi nada, sin embargo, el orgullo y el egocentrismo del imbécil adulto echa a perder cada vez más el futuro de la generación que viene detrás.

No obstante, aún hay esperanza;
hoy una niña vino con cara de alegría, la normal de cada día,
compró algunos dulces, y una galleta;
salió y no en dirección a su casa sino al opuesto,
allí donde se encontraba un anciano viendo la vida pasar con sus últimos días;
se le acerca muy amable,
le sonríe y le brinda la galleta sin más,
el viejo queda contento, intercambian palabras, 

y la niña se va corriendo a su casa con una sonrisa en la cara.
A sus siete años ya ha comprendido que dar lo que se tiene al prójimo que lo necesita, es la clave para un mundo mejor.
Y yo, yo me quedo reflexionando y con la sorpresa que esta tarde una infante me brindó.

Aún existe un atisbo de cambio real,
y si, tal vez sea cierto;
la esperanza es lo último que se pierde.

Malaya

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