domingo, 6 de octubre de 2019

SANÁNDONOS

Mi cara de bobo no se quitaba,
tenía una sonrisa enorme desde la tarde;
nos habíamos tenido que despedir porque yo tenía que arreglar unos asuntos en casa,
pero haber visto como sonreía de nuevo,
con un semblante positivo;
ver a Juliana como volvía a sentir la alegría del viento,
verla contenta, joder... La amé más que nunca, y estoy seguro que tuve que ver mucho con ello.
«Mujer, no te fallaré».

Me pasé el resto de la tarde con su imagen en mi mente,
quería estar junto a ella otra vez,
a su lado,
deleitarme con su compañía.
Rogué porque el tiempo se fuera volando y la noche llegara,
deseé que la luna saliera de inmediato;
mas recapacité y me tranquilicé,
las cosas hay que tomarlas con calma,
pero ella me provocaba el caos en mi interior.
«Maravilloso desastre de mujer, ya no llorarás por un pasado nefasto,
porque desde hoy haré lo posible para que seas feliz».

Nos vimos nuevamente ya entrada la noche;
llevaba un jean ajustado,
una blusa sexy que dejaba ver un tercio de su busto bajo una chaqueta de cuero,
la saludé con un beso dirigido a su mejilla que cambió su rumbo en cuanto estuvo cerca y aterrizó en su boca.
«Deliciosos labios,
podría saborearlos todo el día sin descansar».

Cogidos de la mano;
recorriendo los caminos de la gran ciudad;
aderezando el panorama con el sabor de sus besos,
la noche se teñía color esperanza,
algo en mi dentro crecía descontroladamente,
el aire se pintaba de felicidad;
nos mirábamos al tiempo como un par de niños enamorados por vez primera;
me sentía un novato con ganas de experimentar;
ella sonreía a cada halago que le brindaba,
un juego de adolescentes bajo el cielo nocturno.
En medio de bromas sin sentido, le arrebataba una sonrisa cada vez más pura,
y cada vez que lo hacía, yo deliraba.
Me costaba un motón creer que estuviese pasando,
y que tras tanta asfixiante realidad,
al fin la hubiese encontrado,
o nos hubiésemos encontrado,
llevábamos tiempo buscándonos.
«Ambos lo sabíamos».

Compré un par de cigarros,
ella, un par de frituras;
nos sentamos a conversar durante mucho rato, se hizo media noche;
era hora de volver a casa,
enganchada a mí apoyando su cabeza a mi costado
y yo cubriendo con mi brazo su cuerpo, regresamos.

No he de relatar que una vez adentro asalté por entero su cuerpo;
que mis besos no dejaron ningún rincón vacío;
que sus uñas me rasgaron la piel;
y que nos entregamos con el gozo de dos vírgenes en su segunda vez, pero con la experiencia de los que han recorrido las cinco décadas.
No he de contarle amigo lector que eliminamos las limitaciones del amor y dimos por completo rienda suelta a la pasión, porque ahora me siento incapaz de tanta magia plasmar.

«Gozo eterno sin temor en un recoveco del cosmos;
deleite celestial en el regazo de Juliana».


🌹Malaya🐉

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