domingo, 23 de febrero de 2020

TERCO O QUIZÁ COBARDE

Si tan solo hubiese alguien que no dijese mentiras,
que encarara la verdad como lo hago yo,
que no tuviese miedo de entregarse a mis ásperas caricias,
que no temiera decirme a la cara que se muere por mí.

Si tan solo hubiese alguien con el corazón lleno de remiendos
y aún así, siguiese creyendo que  el amor de verdad existe;
yo, yo le correspondería con todo mi ser,
aunque no sea mucho,
aunque no tenga dinero,
ni sea inteligente,
ni audaz,
ni valiente;
en mi torpeza, yo haría lo posible por sacarle una sonrisa,
por alegrar su vida,
por hacerla feliz incluso a costa de mis días grises.

Ojalá dejara de ser un soñador
y aterrizara en mi realidad,
ojalá me diera cuenta que solo descoloridas paredes me acompañan junto a una vieja cama que ya está cansada de mi llanto,
me dice que debería parar,
que nadie llegará,
que deje de fantasear
que coja el cuchillo que ya oxidado está, y de libertad a mi alma.

Pero yo, terco en mi promesa de resistir,
busco alivio quemando una porción de marihuana,
altero mi sentidos,
y caigo en un sueño amenizado por la lúgubre musicalidad del fracasado.


Malayerba

2 comentarios:

  1. “Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos.”
    ― Alejandra Pizarnik


    ResponderEliminar