Hay experiencias,
experiencias que trascienden,
como tener sexo bajo la lluvia de febrero;
tú y yo bailando a un mismo compás,
deleitándonos hasta el límite del deleite,
evaporado el agua con el calor de nuestros cuerpos.
Chupártelo,
que me la chupes y luego chuparnos mutuamente,
hasta alcanzar orgasmos que llenen de éxtasis nuestras gargantas,
y al acabar sonreír,
sonreír antes de continuar el gozo.
Blancas nalgas como el mármol y frías como el invierno
cabalgando mi bajo vientre;
senos grandes como la inmensidad del mar y firmes como el Himalaya,
no se cansan de amamantar a mi boca.
Un amor recíproco entre gemidos y un par de alaridos;
peligroso idilio de una demente y un maldito pervertido;
gratificante faena en la noche de luna llena;
son momentos de lujuria... con la gorda bajo la lluvia.
Mayer
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