martes, 11 de febrero de 2020

BRUNO



Mereces el escrito más grande que pueda crearse,
pero mi corazón ahogado en llanto no me permite lograrlo,
y ahora la promesa de protegerte y estar siempre contigo, fracasó con la inutilidad que me caracteriza.

Cuando crecí, creciste tú también lleno de curiosidad por lo vivido, 
con las energías de no poder esperar al nuevo día para seguir conociendo lugares ajenos,
con una luz en la mirada que soportaba cualquier tormenta.
Aahhh, pero a quién engañamos creyendo que la vida es larga, 
si es tan corta y frágil como el pétalo de rosa.

¿Ahora quién va a aliviar mi corazón herido, mi pequeño amigo?, 
¿ahora que ya no estás, quién lo hará?
Se me forman rocas de dolor en la garganta, al recordar el cariño más sincero que existió jamás,
se me achica el alma y el corazón me cruje al no sentirte cerca. 

Tras una pérdida llega otra,
y el clima emocional empeora;
guardo rencores sin desfogue en el corazón, 
y el anhelo de hurgar en los recovecos de la muerte, la paz que ofrece se hace más fuerte. 

Me quedo vacío, 
con la mirada al infinito,
deseando que donde sea que te encuentres, 
el viento sea cálido mientras acaricia tu pelo, 
que el sol no queme, 
y la muerte sea al menos la mitad de cariñosa y protectora de lo que yo fui contigo. 

Descansa en paz, mi querido amigo, 
perdóname por no poder ir a jugar contigo ahora;
primero tengo que matar a quien te apartó de mi lado.



Malayerba

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