martes, 18 de febrero de 2020

QUEJAS PRESCINDIBLES

¡Mira!, ¡mira mi cara!, ¡está llena de manchas!;
mira mi barriga, ¡estoy gorda!;
¡¡Ahhh!! ¡mira mis cejas!, parezco un futbolista, (esto último no lo entendí),
mira mi... 
y mientras proseguía enumerando y describiendo sus defectos físicos,
de lo único que yo estaba seguro, era de haber comprendido que,
pese a lo que dijera,
seguía siendo la mujer más hermosa entre todo lo que existiese,
y que el lugar que ella ocupa en mi corazón
no podría ser ocupado por otra cosa más que su amor.

Yo reía suavemente cuando acabó de quejarse,
—¿qué?— me dijo, cuando se percató de que la miraba fijamente,
—te amo...
—owww, yo también te am...
—...fea
—¡¡AHHH!!...
y antes de que pudiera siquiera hacer un reclamo ante mi broma,
me acerqué a sus labios y en menos de lo que dura un parpadeo, 
ya le había robado uno más de sus exquisitos besos,
pero esta vez para su rescate,
le habría de pedir un millón más.


Mayer

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