miércoles, 8 de noviembre de 2023

Amparo

En momentos de crisis es cuando mejor escribo, porque pese a ir a la deriva, prefiero perderme entre letras vagas antes que enderezar el rumbo.

De ingenieros y abogados se llena el mundo. Los primeros para construir, los segundos para defender lo construido esté bien o mal hecho...por lo general es malo, por eso siempre buscan tener la razón aunque no siempre les sea beneficioso.

Esta mañana he soñado que lanzaban bombas de racimo sobre mi techo y los del resto de habitantes. Todos huían cubriéndose la cúpula cerebral como si eso los pudiese salvar. Pero es interesante como la confianza se incrementa cuando nos cubrimos la cabeza. No obstante, en el momento final, una bomba en forma de dardo engordado vino en dirección a mi humanidad y he aquí el milagro de la física colegial: no interrumpir el trayecto ni servir de muro, no. Deslicé la bomba entre mis manos y la direccioné 45° hacia arriba sin desperdiciar su impulso. La bomba, en efecto, se desvío y fue a dar unos cuantos metros más allá, mas la explosión me mandó a volar y perdí el conocimiento.

Despierto ya, busqué el amparo en la desolación, pero nadie llegó. Tuve que depender de mí como siempre lo he hecho. Luego, sobrevivir en una ciudad a medio destruir porque aniquilarla era un desperdicio de recursos. Ni siquiera para eso éramos valiosos. No servíamos ni para generar lástima en los corazones de los despreciables humanos que gustaban de causar dolor...


Malayerba







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