Todo, claro. Porque a medias solo la temperatura de la leche pal cereal.
Si después de aquello sonríe, entonces díganle que la quiero con su malgenio y sus odiosas muecas.
Con sus llantos y berrinches.
Con las mil y una pecas en su piel.
Con los tres lunares de su vientre.
Y con el millón de alegrías que le genera a mi corazón cuando sonriendo me dice que le encanto, que le gusto, y quiere hacerme suyo.
Díganle que para eso es que la quiero, y también para sentir lo que es tener a lado a una mujer que es tan madura y niña al mismo tiempo.
Tan simple y compleja a la vez.
Tan dulce y amarga en la misma línea.
Tan mágica al cerrar y tan real al abrir los ojos...
Malayerba
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