lunes, 28 de agosto de 2023

La clave para la unión latinoamericana

Con mi propio puño y letra, nunca ha sido posible engendrar un verdadero poema, más que un par de veces, y la verdad es que no ha sido de un totazo (¡paaah!), sino que, más bien, varios pensamientos atravesados y enredados los unos con los otros que tenía por separado.

De gamberro a erudito,
de estudiado a gamín,
ida y vuelta y también en viceversa.
De aquí y de allá.
Yo sí soy de aquí y también de allá, porque el mundo es de todos y la calle de nadie, Cabral.

Hay personas a las que nos miran como locas cuando decimos cosas que habitan en nuestro dentro, pero obramos de corazón y jamás nos equivocamos, porque esos errores son aciertos en el aprendizaje honesto.
Alguien, además, debe tener el deber moral de decir las cosas sin reparos ni temor dentro del sistema de creencias de la última era, de ser la voz de los oprimidos por las falsas verdades.
Ese no soy yo, pero alguien también ha de tener huevos aparte Bukele, el primer varón al que veo que los tiene bien puestos, después de mi padre. 
Bien varón el hijo de su puta madre. 
El puto amo Nayib.

Sirvan de algo, gorsovias y hagan que Bukele lea esto:

El primer presidente que muestra la diferencia. 
La clave crucial a la evolución del superhombre. 
La representatividad de la generación de los primeros milenianls, sí, señor... Ese es Bukele.

Demostrando que así es como se despierta más gente con ganas de cambio. 
De cambio real.
De cortar a la mitad el 360°.
De pasar del lado feo y temor, a ser la cara de la más cochina envidia de las naciones y con ganas tremendas de irse para allá... porque acá los dirigentes no nos quieren ver mejorar.

Un hombre como Bukele debe perpetuarse en las siguientes generaciones de los pueblos oprimidos y explotados. En los próximos siglos por venir, que a través de las piedras milenarias les hablen. Escuchen la voz de un hombre que habito un presente feroz y a punta de orden y justicia de la buena, le cambió la cara al peor país de América. Cosa honorífica aquella. Un honor es, en efecto, poder ser testigo de un cambio, evidentemente, precioso.

«Y si alguna vez se te comprueba que en tu gobierno se cometieron masacres y terror, y te condenan; yo te seguiré admirando, hijo de perra (inserte aquí brazo mostrando bíceps)».

Bukele, ¡tú eres el hombre!... (aquí hacer el gesto de apuntarle con el dedo índice en toda la frente, y decirle en una sonrisa de complicidad plena: Bukele, tú eres el hombre).


Yerba

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