domingo, 19 de abril de 2020

NOCHES DE MARIMBA II

Ya cinco minutos del efecto, y un sonido se me cuela por los oídos;
tardo cinco minutos más en caer en la cuenta;
es un perro: lado izquierdo al fondo y mi mirada se clava;
no es de aquí,
es un invasor,
de la vecina, y aún así se treve a ladrarme el hijoputa —oiga usted— a mí, en plenas gradas,
un perro ajeno ladrándome en mi maldita casa,
JAJAJA ¡qué puto desvergonzado!,
¡pero qué indecencia!
¡¿Qué falta de respeto es esa?! No jodamos, ¿a dónde coño vamos a parar?
Y yo más que ando ya volaaAAAndooooOOOoo, jujuuuyy...jaja.

En todo caso el pulgoso se ahuyenta y lo pierdo de vista en la inmensa oscuridad.
Vuelvo a mi asiento mirando una estrella titilar;
una calada al cigarrillo y echo un vistazo a mis pies,
entonces percibo nuevamente las figuras de antaño,
gestos difusos y a la vez tan claros;
seres de otro tiempo, son espíritus celestes plasmados en el suelo,
pero aún no tengo lo suficiente para entender su lenguaje, así que solo me recuesto a pensar en ti.

En aquellos días donde hablarnos era cosa obligatoria,
donde contarnos los quehaceres diarios era algo de interés.
Recuerdo nostálgico, tu voz, la risa, tu mirada,
las charlas;
hablar contigo, lo echo de menos;
pero qué se le va a hacer, todos tienen algo que hacer.
Así que te dejaré ser;
yo mientras tanto, seguiré por aquí rondando, esperando,
por si algún día decides alegrar mi vida con tu presencia, otra vez.


Mayer

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