viernes, 22 de febrero de 2019

RETAZOS (anécdota)

Me hallaba sumido en mis cosas y fastidiado por el ruido de la gente, mientras esperaba para una reunión.  
De repente reparé en un suceso de increíble existencia.

—¡Él la lleva!— dijo uno
—¡No! ¡Yo te la devolví!— reclamó el otro
—¡No! ¡Él la tiene!— gritaron los demás en coro señalando a quien en efecto, si la poseía.

Eran cinco niños, niños de unos ocho a trece años aproximadamente, se movían al compás de un antiguo juego llamado "la lleva", sencillo y simple este como es correr y tocar al compañero, y simbólicamente entender que se carga con algo de lo que debe deshacerse tocando a otro más.

Remonto de pronto a una infancia que marchó con el tiempo, y la nostalgia del chiquillo muerto me replica el por qué se extinguió aquella vida, y no sé darle una respuesta contundente.

Y ahora veo a esos niños, y siento la necesidad de detener su juego, ponerles un pare, y llamarles a la verdad: —¡hijos de alguien!, ustedes no tendrán otra oportunidad de ser niños de nuevo, así que más os vale que el mayor provecho exploten a momentos como este, quizás no se comprendan mis palabras, pero disfruten como si fuesen a morir mañana— les inculqué, y me uní a su juego por un rato olvidando las distracciones tecnológicas que nos suelen absorber.

Hoy volví a ser un niño de 50 años.


Yerba

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