"—Chao, cuidate y gracias por todo— me dijo y se fue".
Mis ojos empezaron a ver borroso de pronto,
no pude pronunciar palabra,
se atascaron todas en la garganta,
me negaba rotundo a asimilar el hecho,
y desconocía por completo el motivo,
pero los últimos días había estado distante,
y con una mirada apasionada que no era para mí.
no pude pronunciar palabra,
se atascaron todas en la garganta,
me negaba rotundo a asimilar el hecho,
y desconocía por completo el motivo,
pero los últimos días había estado distante,
y con una mirada apasionada que no era para mí.
Me quedé mirando como sus piernas se iban alejando,
su cabellera sobre sus hombros se fue danzando,
y no volteó a ver nunca más,
solo se marchó con un gesto que evidenciaba lo que me dijo un día: nacimos sin esa persona, y que por tanto no moriríamos si esta no está.
su cabellera sobre sus hombros se fue danzando,
y no volteó a ver nunca más,
solo se marchó con un gesto que evidenciaba lo que me dijo un día: nacimos sin esa persona, y que por tanto no moriríamos si esta no está.
Era libre de todas formas y podía elegir partir cuando quisiera,
yo no era el hombre de su vida y eso estaba más que claro,
aunque ella si era la mujer que le daba un colorido destello a mis días,
y eso estaba más que asentado.
yo no era el hombre de su vida y eso estaba más que claro,
aunque ella si era la mujer que le daba un colorido destello a mis días,
y eso estaba más que asentado.
Me encontré perdido de pronto,
el tiempo perdió la contabilidad y solo me percaté de lo tarde que era cuando la luna creciente iluminaba mi rostro angustiado,
sin darme cuenta del camino llegué a casa con la vana esperanza de encontrarle allí,
pero no sucedió, nadie había vuelto a pisar el hogar,
sobre el andén me quedé en posición fetal,
agarrando fuerte las rodillas y llorando como un niño que pierde a su madre hasta que amaneció.
el tiempo perdió la contabilidad y solo me percaté de lo tarde que era cuando la luna creciente iluminaba mi rostro angustiado,
sin darme cuenta del camino llegué a casa con la vana esperanza de encontrarle allí,
pero no sucedió, nadie había vuelto a pisar el hogar,
sobre el andén me quedé en posición fetal,
agarrando fuerte las rodillas y llorando como un niño que pierde a su madre hasta que amaneció.
"Y el día nuevo llegó, día uno en el que ya sin su guía comenzó mi perdición".
Yerba
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