La veo y la excitación clama por mí.
Tiene ese algo que gusta,
el "no sé qué" que te pone loco y ansioso por probarla.
¿Será acaso la inocencia que derrama la que instiga a profanarla?
¿Será aquella sonrisa mimada de la santa en apariencia y diabla tras la puerta, lo que me hace levitar?
¿O será su cuerpo de niña traviesa que busca con urgencia la perversión de la que soy amo?
No lo sé;
no quiero saberlo,
no quiero saberlo,
porque de hacerlo se perdería la magia,
y en estos momentos lo único que pretendo para esta noche,
es poder junto a ella disfrutarla,
gozarla hasta el límite del deleite.
Solo tener el placer de saborear cada palmo de su ser con el fino gusto del mejor catador de vinos,
y recorrer cada centímetro de su piel
con el majestuoso tacto de un Miguel Angel.
con el majestuoso tacto de un Miguel Angel.
Malayerba
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