martes, 10 de marzo de 2020

ENTRE LÍNEAS

Hay situaciones en las que por la lejanía de quienes se aman,
el amor suele ser bello y tranquilo para evitar problemas,
pero llegan los ratos en los que la pareja entra en la corriente de miedos sin sentido y celos sin fundamento.
La gran mayoría opta por dejarse de hablar, luego de hablarse con palabras dolorosas demás,
y al volver, olvidan lo ocurrido y se perdonan sin mayor inconveniente.

Pero el caso del par que hoy presento,
es que no son simples mundanos jugando a quererse;
es la realidad de un dúo poético que sabe bien aprovechar sus emociones.
Si de amarse es el caso, proliferan textos llenos de cariño sin igual,
y en los que se tiende el cielo de alfombra a los pies del otro.
No obstante, si una discusión aflora,
la madurez y tolerar al ser querido se tiran por la borda,
y en un poema se puede asesinar con el mayor perverso deleite a quien tanto se ama,
solo por llevar a cabo la orden de los resentidos:
"si no eres mío o mía, no serás de nadie más".

Plasmo aquí el verdadero espíritu del que está poeta,
porque poeta nunca eres;
y poeta solo estás cuando la inspiración grita a viva voz que dejes salir el dolor en letras,
o, rellenes libros con palabras de amor.

Así es como la vida de un marginado se manchó de color al toparse con una princesa de gustos amargos.
Dejo entrever aquí, que mi amor es tan frágil como un copo de nieve a las brasas,
y despejo la duda de que quien me ama, 
puede atacarme a cuchillo por la espalda solo por capricho.

Es una relación insana,
es una pasión que desborda algarabía.
Es una gorda con un deje de amor egoísta;
es un negro sin vicios, más que ser adicto al placer de sus besos.

Eso soy,
eso somos:
dos inmaduros jugando a quererse.


Mayer

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