sábado, 7 de marzo de 2020

ELIZABETH

Y toda rabieta, toda agitación negativa,
toda explosión de malas sensaciones se borran cuando vuelve ella.
Porque ella trae una sonrisa,
una mirada,
y a veces una lágrima;
pero también, inevitablemente: la calma.

No importa cuánto se haya oscurecido el mundo,
no importa si aquí dentro no deja de llover,
no importa si muero en cada atardecer.
Porque ella es mi luz;
mi cobijo;
y mi vida.

Así que ahí andamos;
celándonos como dos jóvenes idiotas;
reclamando los halagos ajenos;
imponiendo nuestro lugar en el corazón del otro sin dar cabida a nadie más.

Y qué se le va a hacer,
jugar a ser propiedad del otro
sabiendo que nunca lo podrás tener,
es cosa divertida.
Porque al no poder poseerte, mujer, 
al no poder poseerte...
solo me queda amarte
a lo que marque el corazón.


Mayer

2 comentarios: