domingo, 28 de abril de 2019

VIGILANTE

Una calada y un vistazo a las estrellas,
la media noche se acerca y mi mente se decide a descansar,
el frío asciende por mis desnudas piernas y me pone a temblar,
soy consciente de que estoy sentado en las escaleras observando un panorama por completo oscuro,
más nada pienso, y nada me incómoda,
propicio espacio para su llegada.

Le oigo caminar a paso lento,
la hierba cruje al ser pisada,
cuento, uno, dos, tres, cuatro,
ha llegado, no puedo verle, pero se que sonríe
ha pasado tiempo,
creí que había muerto,
pero sigue en pie.

Ella se sienta a mi lado,
sé que es una ella por su aroma, huele realmente bien,
no dice nada,
saca un cigarro que parece un leño y se lo lleva a lo que creería es su boca,
espera el fuego,
alargo la mano y la chispa cobra vida,
espero que la luz me deje verle el rostro,
sin embargo es como un vacío y ni un sol podría penetrar en tal oscuridad,
no pertenece a este mundo es obvio,
me pregunto de donde viene,
pero no quiero saber que quiere,
sé que es algo que no me gustará.

Mi cigarro hace un par de minutos que se había acabado,
ella me ofrece su leño,
lo sé porque la luz del tabaco se mueve en dirección a mí,
lo recibo y lo pruebo,
es suave, es dulce,
pasaría todo el día con uno así en la boca.
Siento que ya se levanta,
no me atrevo a tocar,
no siento que sea prudente la curiosidad matar,
escucho como la hierba vuelve a crujir,
uno, dos, tres, cuatro,
se aleja, se va otra vez sin decir nada,
una vez se acaba el cigarro parece que el tiempo vuelve a correr, y oigo un susurro en la oreja que me dice: ya falta poco...


Yerba

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