lunes, 24 de junio de 2019

SALVACIÓN MUTUA

"Le encantaba el café negro, cargado y sin azúcar,
yo en cambio, lo prefería con leche y con seis terrones;
no toleraba el humo del cigarrillo,
a menos que sea ella quien fumase y sea yo su acompañante;
el vino, el vodka y el whisky era lo único que su paladar recibía,
el mío por otro lado se satisfacía con cerveza y aguardiente barato;
ella era de buenos modales, de estilo, tenía clase,
yo por mi parte provenía de las calles más olvidadas de la ciudad;
ella leía a Tolstoi, Neruda, Borges y García Lorca,
yo a lo mucho tres renglones de Sabato y dos de Kerouac;
sus ideas le fluían mejor a las seis de la mañana,
mi inspiración llegaba casi entrada las seis de la tarde;
la conocí un viernes de noviembre al borde de un puente queriendo morir,
y aunque nunca se lo llegué a decir, 
aquel día, 
en aquella noche, 
tras agarrarla de las tetas para evitar que cayera, 
yo empecé a vivir".

Me encontraba sin ánimos realmente,
el día me había sido nefasto,
del último trabajo me habían echado,
de chivo expiatorio me habían utilizado,
cabizbajo y con el alcohol al 20% en la etiqueta, mi cuerpo sufría las consecuencias,
me quedé tirado a descansar a lado de la vía,
los carros con máxima velocidad corrían,
todo entraba en una caótica sinfonía,
empezaba a notar la áspera música que genera la ciudad,
solo debía dar un pequeño salto y sería parte de la composición;
de pronto algo me obligó la mirada levantar,
y una figura de negro caminaba a paso lento sobre el puente peatonal;
no entendía razones, pero algo  me decía que hasta ella debía llegar.

Me levanté de golpe y el mundo tambaleó,
escuché un claxon y la luz mi cara iluminó,
retrocedí instantáneo y el tiempo una pausa generó,
¡puta madre! ¡joder! fue lo único que del susto dejé salir,
bebí otro trago y la botella quedó vacía,
seguí caminando sin percatarme de nada en la vía,
y sin darme cuenta ya estaba a la mitad del puente
y a mi costado un vestido negro bailaba con el viento,
y unos cabellos largos hacían de adorno para un triste final.

Me movía de un lado a otro,
el equilibrio me había abandonado ya,
llegué hasta la baranda y por reflejo al movimiento delantero mi brazo se estiró,
agarré fuerte su cuerpo,
me agarré sin querer de su seno,
—¡SUÉLTENME HIJOS DE PUTA! ¡QUIERO MORIR!—, fue un grito que alcancé a oír,
—¡Primero me lo vas a mamar, y luego te dejaré morir en paz!— repliqué,
con tosco movimiento la abracé como pude,
y de un tirón al otro lado de la barandilla quedó,
ahí fue donde mi historia inició,
era Helena, una niña rica,
y era yo, Miguel, un pobre perdedor,
éramos dos inútiles que en un día de noviembre la urgencia de  morir, una pasión generó,
y tal vez, hasta un amor.

Y no, no es que me haya dejado,
o que yo la hubiese abandonado,
sigo con ella y el sentimiento se resiste a dejar de crecer,
pero lo cierto es que desde aquellos días ha vivido engañada,
y de su mentira no he podido sacarla,
me arma problema cada vez que lo intento,
pero ella cree que es la que más ama,
no se da cuenta de que por ella
yo daría mi... Ahhh, bueno, 
tal vez y tenga razón,
mi vida sería muy poco para ver feliz a su corazón,
pero le conseguiría mil más si con eso obtengo otra de sus sonrisas llenas de amor.



🌹Mayawell🐉

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