miércoles, 11 de diciembre de 2019

PAR DE FEOS II

Te veo y me doy cuenta de que eres todo lo que un hombre podría desear...
—Pfff, ¿desde hace cuánto hablas como un idiota?
—¿Qué has dicho?
—¿Que hace cuánto que no has parido una buena idea? un frase tuya, de verdad...
Me quedé mudo, tenía razón,
no recordaba cuánto tenía de no poder plasmar algo original y auténtico digno del gran Malaya,
había caído en un lúgubre lapso de insípida creatividad,
y mi compañera lo había notado, temo que desde hace mucho, pero no quería decirlo,
tal vez solo esperaba que me diera cuenta por mí mismo.

—Se supone que le escribes al amor más grande de tu vida;
se supone que tu corazón habla;
se supone que sacas a flote lo que siente tu alma, 
y sales con estas maricadas;
negro, esa gorda no vale tan poco como para que salgas con algo tan básico...
La miré como un niño que asiente el regaño merecido;
me miré y sabía que algo tenía que hacer;
miré las últimas fotos que tenía con mi amada
y mi mente se quedó en blanco,
huían las palabras, 
no querían ser escritas,
tenían miedo de no poder concebir algo de digno para mi bella damisela.
No obstante, guardé silencio,
les mostré que no hay nada que temer,
y entonces me sonrieron, 
ganaron confianza,
se adueñaron de mi boli,
y el papel se ofreció de voluntario presto a recibir cada insulsa idea que dejase salir:
«"Gorda, vieja y fea le dije un día,
esta gorda, vieja y fea es todo en mi vida",
le dije eso a mi amada y sonreía,
porque sabía que yo mentía;
mi sonrisa me delataba,
mis ojos no sabían fingir 
era tan obvio que cuando la miraba solo veía perfección.
A veces me gusta creer que Dios existe y que bendijo mi camino;
a veces me gusta creer que si Dios vino a la tierra dejó la mitad de su esencia en mi bella doncella.

¡Ja! A quién engaño al decirle al mundo que las letras no quieren dar su brillo,
la verdad es que, el que no es capaz de escribir lo que su alma siente soy yo,
porque cuando la veo, me quedo sin habla,
sin voz,
sin cabeza,
y solo siento que debo besarla como si nunca la hubiese visto,
y como si fuera la última vez que lo fuese a hacer».

—Una gorda y un peludo, una combinación matadora, ¿eh?
—¡No me jodas!, no me tires el momento, ¡hija del diablo!
—Jajaja... cuesta creer que aún existan amores de fantasía.
—¿mmm?
—Tú y esa mujer, es como si el universo mismo se hubiese puesto a la tarea de juntarlos para ya nunca separarlos.
—Jaja, no creo.
—Cuando ella está en tu cabeza veo que encuentras la paz, y cuando ella está cerca de ti, todo su caos entra en calma. Cada uno es la medicina del otro. Serías el más grande hijo de puta si la dejas ir.
—Lo sé... créeme que lo sé.
—De acuerdo, no lo eches a perder esta vez.
—Está bien, lo intentaré.


Malaya

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