Te violaría sin más si te tuviera aquí enfrente,
te sometería a una horda de sensaciones que pocas mujeres logran conocer;
te pegaría una culiada tan triplehijueputa que no podrías cagar ni mear por cuatro días;
¡qué cerdo!, sí.. así me dicen.
Pero cómo no desearlo,
cómo poder contener las ganas,
cómo decirle a la bestia que no coma cuando tiene a su presa entre las manos;
inevitable, mujer,
como que de amarte tanto no me canso,
amarte hasta el cansancio,
joderte hasta quedar agotado,
y tu quedar sentada a la derecha del Padre.
Del cielo al infierno, en viceversa y en reversa,
una y otra y otra y otra vez;
corridas llenas de pasión,
gemidos que resuenan en el espacio exterior,
placer extático sobrevolando el charco,
dando la vuelta al mundo en la cama,
dando un paseo por el paraíso desde el baño,
bendecirte por tenerte conmigo, mujer mientras nos dejamos caer presas de un placer manifiesto a mitad del piso.
Un amor desenfrenado, insano, y del gusto de pocos enfermos,
un amor de la gorda y mi sentencia de lujuria,
mi amor hacia ella... y sus ganas de nunca terminar de devorarnos como dos jóvenes enamorados.
Mayer
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