domingo, 7 de junio de 2020

UNA PUTA DE 1.80

De vez en cuando una persona llega a tu vida para agregarle un poco de sabor,
y ella es una de esas.
No he podido volver a ser el mismo desde entonces. 
He aprendido en poco tiempo lo que me hubiese costado un par de años.
pero ella me ha ahorrado por mucho, el trabajo de tener que perderme para encontrarme. 

Hablar de ella es cosa breve porque no hace falta recalcar en lo obvio, 
sería como hablar del cielo,
sabiendo que lo más correcto es apreciarlo y disfrutar de su paisaje, lo demás queda sobrando. 
Además, debe saber, amigo lector, que si un día se le atraviesa una niña tonta que no sabe hacer otra cosa más que reír con el corazón, 
debes abrazarla tan fuerte, pero tan fuerte, 
que sientas como los trocitos de su alma se van juntando, 
porque le hace falta, 
porque es necesario que ella vaya sanando,
porque a su vez sanarás tú también. 

Así funcionan las cosas, 
no hay trucos, 
y el dolor es el mejor maestro;
no echarse a la derrota y sea como sea que se ponga vida, debes convertirla en esa puta rubia de 1.80 que brinda el mejor goce,
y darle tan fuerte que le dure la hinchazón por varios días,
para que sepa quién manda. 
¡Que la vida está para que tú la vivas a tu maldita manera!,
para que tú la disfrutes porque es lo único que tienes, ¡joder! 

Basta de perder el tiempo. 
Hay que sufrir, y hay que ser feliz, 
hay que perder la cabeza de vez en cuando, 
hay que romper alguna reja de la jaula y volar, 
hay que dejarse llevar al fondo del abismo,
y hay que salir con la frente en alto para que el sol la queme;
todo para que te des cuenta de que al final, 
el chiste de esta existencia, ¡es disfrutar del maldito camino y nada más!
La última puerta no se va a ir,
pero en el cómo llegas hasta allá, 
en ese cómo, ahí...
está la verdadera gracia de vivir.


Malayerba & Enya

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