Linda, como el sol a la mañana,
de rulos suaves y un lunar encima del labio;
me sonríe alegre y yo agradezco su compra,
se despide amablemente y la despido con un hasta luego.
La encuentro horas más tarde en el evento,
me sonríe nuevamente a lo que respondo con una sonrisa igual, bueno tal vez un poco más fea,
pero no por ello menos simpática, creo.
Hablamos,
nos conocemos,
la tarde corre sin darnos cuenta;
y luego de vino, cigarros y aguardiente,
follamos irremediablemente.
Una noche en vela,
el inicio de una secuela;
un efímero gusto cumple su labor;
es una mañana con sabor a pasión.
Se viste,
se pone algo de brillo en los labios,
agradece el haberla complacido,
y desaparece tras la puerta dejando en la habitación el aroma genuino de mujer.
Sara... creo que se llamaba Sara.
Yerba
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