lunes, 4 de noviembre de 2019

LA HISTORIA DE UN IMBÉCIL

Como aquél niño creció sin el cariño suficiente, lo buscó cuando se hizo un poco mayor;
se apegó a personas que lo lastimaban,
no porque le gustase ser maltratado, sino porque era para lo que alcanzaba su autoestima,
se sentía útil para que aquellos desfoguen en él su ira reprimida,
le dijeran cosas que no debería escuchar,
y le llenaran su mente de pensamientos negativos;
se sentía útil cual contenedor de basura,
pensaba que alguien debía hacer ese trabajo.

Al crecer de esa forma no distinguía la verdadera amistad de la falsa;
no sabía que había algo mejor,
que podía existir una forma de vida más saludable.


Creció un poco más y el dolor se incrementó con él,
se dio cuenta de que su obrar era errado y se sintió estúpido;
su mirada se enfrió y al mundo empezó a odiar,
buscó ayuda, pero a los mayores no le importaba en absoluto lo que a un pequeño negro de clase baja le sucediera;
siempre había algo de mayor relevancia antes que él,
por lo que no sabía como manejar la situación;
se sentía ahogado,
incomprendido,
se sentía demasiado solo;
envidiaba al resto,
como sonreían,
como se divertían;
y se juró matar al próximo que le molestara;
mas cuando intentó hacerlo, recibió una paliza,
y se dio cuenta que ni para eso servía.

Se remitió a vivir en su mundo,
a pasar los días de clase imaginando lugares donde no costaba sonreír,
y en casa no daba muestras de que llevaba una soga que le apretaba el cuello, para no ser una carga;
sus notas nunca subieron, siempre fueron bajas, 
lento de aprendizaje,
no entendía un carajo de lo que enseñaban los docentes.

Dejó a un lado al planeta y su gente,
era un dios en su mente,
tenía amigos y jugaba bajo un árbol gigante;
un mini dinosaurio de plástico cobraba vida allá y era su mejor amigo;
luchaban batallas titánicas y vencían al mal;
allí, alguien lo quería de verdad,
se la pasaban bien,
era feliz en su imaginación.
Así se pasó su pubertad,
además de idear la mejor manera de matarse, para irse a ese mundo perfecto donde todo era más fácil y sencillo.

Pero la vida exigía cierta madurez y sin quererlo se vio obligado a crecer un poco más;
se fue olvidando de su pequeño mundo hasta dejarlo guardado en un
 lejano rincón;
otras cosas pasaron a ser más importantes.

Convertido en adulto su mirada era sombría;
su caminar lento;
su labios no sabían devolver una sonrisa,
sus respuestas eran frías y poco le importaba herir a la gente;
le daba igual si los otros vivían o dejaban de hacerlo;
dentro del margen que estipulaba que los seres humanos eran sociables por naturaleza, 
él se creyó la excepción.

Pero como cuando las cosas deben ocurrir, suceden;
siempre existe alguien,
nadie puede estar solo en este mundo,
hay demasiada gente ahí afuera;
y sin pensarlo,
tras ciertos desaciertos llegaron algunas de esas señales, vestidas de mujer,
mas por la inexperiencia en las relaciones humanas, no conocía la forma correcta de obrar,
y terminaba siempre rechazado,
lo dejaban de lado;
al final comprendió que el del problema no eran ellos,
o el mundo,
eso estaba perfecto;
era su vida la que no encajaba,
era su existencia la que no cuadraba,
se sintió un error,
y se entrego por entero a la depresión.

Más un día en el que su vida carecía de sentido,
llegó ella;
de blanco como un ángel su mirada iluminó,
cada negra partícula de su ser conoció la luz,
y supo por primera vez lo que era el calor.
Lloró sin entender muy bien el por qué, alegría tal vez,
el sentimiento lo cobijó como si de una cálida manta se tratara;
no podía creer que la perfección existiera,
pero ahí estaba ella tirando por la borda todo concepto establecido,
demostrándole que él no era un error,
y él se convenció por completo;
la alegría visitó su rostro,
el futuro se vio próspero,
atisbos de felicidad llegaron a su puerta.
El dolor y la tristeza se fueron de viaje,
y conoció la verdad del amor.

Sin embargo, todo lo que inicia debe terminar,
y creyendo que sería diferente,
no se percató de que estaba desarmado,
y cuando ella le dejó de lado,
sintió mil puñaladas penetrando su pecho;
un dolor que no conocía se hizo presente,
y sus ojos derramaron torrentes de lágrimas amargamente.
No entendía de razones,
no estaban claras,
se fue porque a lo mejor se cansó de él,
no lo tenía claro;
sólo sintió el frío del abandono,
y quedó destrozado por dentro.

El tiempo pasó y no volvió a sonreír,
se había apagado su llama;
llegaron otras personas,
ninguna duraba;
sacaba excusas,
se creía ocupado,
no quería tener contacto,
no quería volver a sentirse peor de lo que ya estaba.
No obstante, los obstinados también existen,
y una bella dama se negó a marchar,
pese a todo lo que dijera,
ella le veía con otros ojos,
sabía que él necesitaba compañía,
y en contra de sus declinaciones,
ella se quedó.

Aquel joven guardaba distancia,
pero poco a poco se fue abriendo,
ganando confianza;
al final dejó entrar a su mundo a aquella,
y sin quererlo se fue recuperando,
la tristeza se fue desvaneciendo,
y el bienestar le fue poseyendo.

Se terminó enamorando ante tal muestra de afecto,
se dejó llevar por el cariño ofrecido,
por un amor fingido.
Fue dominado por aquella,
y cada uno de sus deseos eran un dictamen de estricto cumplimiento.

Pasaron los meses y como si fuese un hechizo, vivía embrujado,
le encantaba ella,
su aroma,
sus besos,
sus caricias.
Confiaba en cada una de sus palabras, le creía todo,
hasta que un día por la lejanía de la situación llegó alguien más al lado de su dueña,
y nuestro protagonista quedó relevado;
dolió como un demonio,
se sintió como un imbécil,
lo era,
había vuelto a caer en el juego,
lo habían ilusionado de nuevo.

Pero la relación de ella falló y le buscó nuevamente,
y él como un pendejo aceptó,
perdonó sus fallos,
y siguieron juntos aunque distantes,
el afecto y las promesas de amor rondaban en el aire.

Mientras él buscaba conseguir dinero para verla nuevamente,
ella se la pasaba en eventos,
salidas,
conociendo más gente,
pero él confiaba ciegamente en ella,
mas no tardó en darse cuenta de que alguien más le reemplazaba nuevamente,
y esta vez dolió en serio, porque ella no mentía,
le dijo que alguien la pretendía y se la estaba ganando.
Nuestro frágil protagonista entendió que era inevitable y se retiró por su cuenta,
mas la muchahca le rogó que no se fuera,
que lo amaba con toda el alma,
y tras sus lloriqueos,
él decidió quedarse.
Fuese verdad o mentira, su corazón parecía amarla también.

Así pasaron los días,
pero algo no cuadraba,
ella cambiaba de a poco,
se iba alejando,
él se dio cuenta que su amor se extinguía,
y el vacío le llenaba el alma.
Ella decía amarlo mientras salía con alguien más,
el quería creer que ello fuera verdad,
pero cada vez era más evidente,
ella lo pasaba bien con su nuevo pretendiente,
y nuestro querido hombre se inundó de dolor;
comprendió que ya todo estaba perdido.
Pese a todo la amaba en demasía,
y no quería dejarla,
pero ella se olvidaba poco a poco de sus caricias y de su amor,
mientras decía amarlo besaba otra boca y dormía en otra cama,
ya no había lugar para nuestro pobre hombre que un día decidió creer de nuevo en el amor;
así que se retiró deseando lo mejor en la nueva relación de su amada.

Rememoró el mundo que tenía de adolescente,
se hallaba agotado,
exhausto,
más solo que nunca;
eligió la cuchilla con oxido,
rasgó su cuello...
y se fue a un lugar donde sonreír era sencillo.
🌹Malayerba🐉

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