domingo, 14 de junio de 2020

VATICINIO

Dos cigarros para calmar el hambre y el frío,
dos palabras directo a la altura de tu oído;
un «te amo» sincero desde un lugar lejano,
la promesa de recorrer el mundo agarrados de la mano;
de salir de la piel para follarnos el alma,
de terminar exhaustos al borde de la cama;
de abrazarte por la espalda y no dejar de quererte,
de besar tu cabellera, y quitarme el miedo de perderte.

Porque te conocí en el calor del verano,
pero me enamoré de ti en el frío de este invierno,
y después de recorrer los recovecos de tu infierno,
he perdido el temor y ahora solo quiero volar,
no importa si no tengo alas, pienso despegar igual.

Escribo esto medio somnoliento,
con tu imagen en mente,
con tus besos en mi recuerdo;
a la luz del fuego y de la luna,
bebiendo un trago para bendecir mi fortuna:
de saberte lejos,
pero de tenerte cerca,
porque si aún en la distancia estás conmigo,
mi mundo cobra por entero un nuevo sentido;
quizá no te habrás dado cuenta todavía,
de que soy todo lo que quieres en tu vida,
pero de que tú...
tú eres todo lo que necesito en la mía.


Malayerba



viernes, 12 de junio de 2020

ALMA NÓMADA

Cada cierto tiempo un alma recorre la galaxia en busca de un cuerpo que habitar.
En su trayecto divisa horizontes que sufragan tempestades. 
Y dentro de la negrura que trastoca la noche, 
un haz de luz titila a lo lejos haciendo gala de su presencia.

El alma busca en su sendero el interior de algún ser para completar su destino.
Ese alma un día lo encontró y se posó dentro de mí,
y ahora somos un salido de algún lado que camina a solas bajo la lluvia, mientras duerme la ciudad.

A la orilla del planeta me siento a descansar;
a fumar un cigarrillo a las tres la mañana;
y en la hora de los muertos,
en mi cabeza retumban los susurros del demonio.

Hay mil historias que deseo plasmar en mi libreta, 
pero quizá el tiempo no me alcance,
quizá muera más temprano que tarde.
Y ahora la mano me tiembla al escribir con estas letras, 
un episodio vacío de un corazón dolido, 
la escena donde grita a viva voz:
que no me hables de milagros si no te encuentras a mi lado. 


Malaya






miércoles, 10 de junio de 2020

UN ÁNGEL EN EL CAMINO

Donde quiera que me encuentre, la llevo conmigo:
en el viento que me roza la cara,
en las hojas que caen de los árboles,
en el suelo que labro;
ahí está conmigo,
en cada uno de mis pensamientos.

Debo decir que mis días eran pasajeros,
que las noches me parecían eternas,
que la oscuridad se acrecentaba en mi alma,
pero ha llegado irradiando luz y las tinieblas se han alejado;
ahora solo me queda decirle: gracias.

Amigo lector, debe saber que todavía soy un novato,
que tengo mil defectos que no han dejado ver quién soy en realidad,
y que he vivido oculto tras máscaras de cartón.
Pero al final todo acaba un día,
porque te topas con una «ella» a la que no puedes engañar,
esa que te desarma por completo;
la que te pone a su merced a la brevedad; 
eres suyo y no lo notas, sino hasta cuando el amor que le tienes es tan enorme,
que te das cuenta de que esta vida sin ella, perdería todo el sentido;
porque al fin, después de tanto, la has encontrado,
y dejar marchar la oportunidad de hacer de tu mundo, un lugar bonito,
no sería lo más inteligente que podrías hacer.


Yerba

https://youtu.be/litrSQ6RRlI

martes, 9 de junio de 2020

TRISTE CORAZÓN

Ven y hazle el amor a mis recuerdos, 
desfoga la pasión de los tiempos en los que todo se pintaba de color. 
Alegra la vida de este muerto que vive aferrado a clavos ardiendo.

Me pregunto a quién trato de engañar, 
un hombre que no sabe lo que es, no vale más que bulto de piedras. 
A fin de cuentas uno de estos días moriré desangrado a las orillas de mi cama;
lugar donde los sueños contigo cobraron vida,
donde perdí la mitad de la mía con tu partida. 

En mi corazón existe un dolor que no se extingue, 
y por más remiendos que haga, 
la herida no sutura, no sana, 
sigue abierta, no cierra. 

La fragilidad de mi alma corre peligro de ser rota para siempre, 
como un cristal frente a las balas.
Vivo aferrado a una dulce esperanza que se extingue con él tiempo, 
soñando con que las cosas podrían cambiar. 
Deseando desde mi charco de lágrimas, 
poder encontrar la muerte siendo feliz. 


domingo, 7 de junio de 2020

UNA PUTA DE 1.80

De vez en cuando una persona llega a tu vida para agregarle un poco de sabor,
y ella es una de esas.
No he podido volver a ser el mismo desde entonces. 
He aprendido en poco tiempo lo que me hubiese costado un par de años.
pero ella me ha ahorrado por mucho, el trabajo de tener que perderme para encontrarme. 

Hablar de ella es cosa breve porque no hace falta recalcar en lo obvio, 
sería como hablar del cielo,
sabiendo que lo más correcto es apreciarlo y disfrutar de su paisaje, lo demás queda sobrando. 
Además, debe saber, amigo lector, que si un día se le atraviesa una niña tonta que no sabe hacer otra cosa más que reír con el corazón, 
debes abrazarla tan fuerte, pero tan fuerte, 
que sientas como los trocitos de su alma se van juntando, 
porque le hace falta, 
porque es necesario que ella vaya sanando,
porque a su vez sanarás tú también. 

Así funcionan las cosas, 
no hay trucos, 
y el dolor es el mejor maestro;
no echarse a la derrota y sea como sea que se ponga vida, debes convertirla en esa puta rubia de 1.80 que brinda el mejor goce,
y darle tan fuerte que le dure la hinchazón por varios días,
para que sepa quién manda. 
¡Que la vida está para que tú la vivas a tu maldita manera!,
para que tú la disfrutes porque es lo único que tienes, ¡joder! 

Basta de perder el tiempo. 
Hay que sufrir, y hay que ser feliz, 
hay que perder la cabeza de vez en cuando, 
hay que romper alguna reja de la jaula y volar, 
hay que dejarse llevar al fondo del abismo,
y hay que salir con la frente en alto para que el sol la queme;
todo para que te des cuenta de que al final, 
el chiste de esta existencia, ¡es disfrutar del maldito camino y nada más!
La última puerta no se va a ir,
pero en el cómo llegas hasta allá, 
en ese cómo, ahí...
está la verdadera gracia de vivir.


Malayerba & Enya

sábado, 6 de junio de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP. IV: Camila

A punto de abandonarlo todo y lanzarme por la borda,
recapitulé el último día en el que saboreé un culo.
Sabía a mierda de hecho, pero en el momento mis organismo no estaba enfocado en otra cosa más que en brindar placer.
Ver cómo se retorcía por el gozo, era algo espectacular,
pero manosearle la verga mientras lo hacía, uff era aún más fenomenal.
Ok no, lo último es joda, ah, pero te has quedado con cara de WTF, ¿no? Con el qué putas,  ¿no cabrón? Ja, ja, ja.

En todo caso, era una menor de edad, aunque ya mucho sabía de lo que hace la gente mayor,
creo que incluso más que yo.
Tenía unas preciosas nalgas blancas y un agradable bosque lleno de bellos que adornaban su exquisita entrepierna.
Recuerdo entonces aquel momento, y me doy cuenta de aquello es un placer por el que vale la pena seguir vivo.
Follar un coño joven es delicioso, pese a que es un placer mundano y demasiado común. 
No obstante, hay quienes aún no lo han experimentado, siendo la cosa aquella una de las simples de lograr en esta vida. 

Fumar marihuana y encantarse al ver el cielo estrellado, es otra de las cosas por las que merecen la pena mantener la vigencia. 
Son estas las libertades sencillas y pasajeras que enriquecen el espíritu de verdad.

Acto seguido enciendo otro cigarro aun cuando prometí dejarlo. 
Pero las promesas son como cuerdas que te atan, y ¿qué haces cuando estás atado?, pues lo normal, tratar de zafarte, pues una promesa a una muerta ya no tiene validez. 
Que fácil es romper la atadura después de todo, ¿no? 

Un par de billetes y tengo a una puta encima moviéndome las nalgas. 
Fue así ocurrió mi segunda vez.
Yo todavía inexperto en el acto, no sabía cómo manejarme, 
por lo que sin mayor esfuerzo llegué tan rápido al orgasmo que sentí la humillación y la vergüenza de saberme tan poco hombre en el lecho de una dama. 
Pero me recompensó con un lindo beso, la negra, y me hizo entender que solo me hacía falta experiencia, igual que todo en la vida. 

Loco, y las apariencias engañan demasiado. 
Ves una chica guapa por ahí y pareciera que todo en ella es magia, tanto que al meterle la mano, te saldrían los dedos empapados de una viscosidad arco iris y polvos mágicos;
pero ves a la misma chica un lunes por la mañana y te das cuenta de que entre tú y ella no hay mayor diferencia, en cuestión de fealdad, 
así que no pongas en un pedestal cualquier culo.

La noche de un viernes, y el desenfreno de un sábado son buenos momentos para ver el lado rebelde de la sociedad;
como el sábado en el que andaba rodando por la ciudad y en un rato de cansancio, me eché a dormir en un callejón abrigado por unas bolsas.
Me desperté recuerdo a qué hora,
pero la luna ya estaba en lo alto justo arriba de mí,
y los sonidos de un par de azotes y unos ahogados gemidos, fueron la causa de haberme hecho perder el sueño.

Moví la cabeza y vi como una niña unos quince quizá estaba en el suelo con sus prendas echa añicos,
y dos tipos agotados, bebían unas cervezas más allá,
le tiraron unos billetes y se fueron caminando.
Me quedé observando, pero la nena no se movía,
así que me levanté y me percaté de que estaba inconsciente.
Estos  papayasos como le dicen en mi país no se pueden desaprovechar.
Eran a penas cinco dólares, pero igual los guardé,
me percaté de que la niña estaba con el culo levantado aún y no podía dejar eso quieto,
me saqué la verga y con un poco de esfuerzo, porque la tengo algo gruesa, se la fui hundiendo hasta el fondo.
Estaba con algo de prisa, así que fue rápida la cogida.

Luego la acomodé entre las bolsas,  la cubrí y me fui a dormir a donde estaba.

Un perro me orinó en la frente y aunque estaba soñando que estaba lloviendo caliente, me desperté,
pero era el hijoperra burlándose de mí.

Me levanté y seguí mi camino, 
pero al niña aún no despertaba, estaría muerta, fue lo que pensé.
De pronto movió la cabeza,
y abrió los ojos,
me miró y me dijo:
—Llévame a casa.
—¿Dónde vives?
—En la octava luna, cruzando el río.
Sí, conocía el lugar, pero  qué putas hacía ella por estos lugares.
La levanté,
le presté mi chaqueta para cubrirse del frío,
y la llevé a la espalda.

—Oye, espera.
—¿Qué?
—Vamos para allá.
—Pero eso es el despeñadero.
—Lo sé, vamos.
Y la llevé hasta ahí.

Saqué un cigarro y lo encendí. Ella miraba el paisaje.
—Dame un poco.
Le pasé el tabaco y lo fumó con suma soltura, sintiendo el fluir del humo por todo su cuerpo.
—¿Quieres cogerme?
—Pues, bueno.
Y la agarré sin más en ese áspero lugar,
tenía las tetas muy suaves y firmes,
sus pezones era de un rosa perfecto.
Su belleza era maravillosa.
Pero no pregunté quién era ni qué hacía por ahí.
Sólo me enfoqué en llenar de espesa esperma su juvenil coño.

—¿Satisfecho o quieres más?
—Aproveché ayer, no te preocupes.
—Ah, vale. Gracias por todo.
—No he hecho nada.
—Toma —me dijo mientras se sacaba un piercing de oro de su lengua y me lo extendía—. Gracias por traerme —añadió—.

Se lo recibí y la miré extrañado.
Luego dio un par de saltos, corrió dos pasos y se arrojó hacia el fondo del barranco.
—Vaya mierda —pensé mientras daba otra calada—.
Me asomé y en el fondo, las rocas se habían pintado de un rojo brillante que relucía con el sol.

En el camino de regreso me tope con un trozo de periódico donde se ponía la foto de una niña desaparecida desde hace una semana,
era hija de un matrimonio conocido en el otro lado de la ciudad.
«Camila de catorce años había huido de su casa porque sus padres se la pasaban peleando, y ella siempre estaba sola,
había empezado a consumir drogas a los doce y se convirtió en un problema a los trece, empeoró a los catorce, y el 22 de junio cumpliría sus quince.»

Veintidós era ese día, 
asumo que tenía planeado su muerte de alguna forma en esa fecha,
y bueno, en ese momento solo pude decir que,
saboreé Camila antes de que sea tarde, ja, ja, ja.

—¿Y qué con eso?
—Ah pues nada, que conseguir sexo es fácil.
—Pero esa mierda fue muy extraña.
—Ja, ja, sí, supongo, pero hay que disfrutarlas mientras se pueda, ¿no?
—Pues que hijo de puta eres.
—¿De verdad?
—Pues sí.
—Pregúntame cuanto me importa.


Malayerba

miércoles, 3 de junio de 2020

DESALIENTO

Muy lejos de aquí, 
hay un lugar donde los sueños cobran sentido. 
Ahora solo espero mi turno de subir a alguna una estrella
e irme con ella a recorrer los campos cada noche,
hasta olvidarme de quién he sido,
hasta olvidarme del por qué he estado vivo.

Un cigarro se quema entre mis labios;
burbujas de humo se esparcen por el espacio,
y sin dirección ni sentido, se esfuman en medio de la oscura noche;
entre tanto, yo permanezco en vilo desde el día en que perdí el motivo para seguir.
Casi no duermo,
casi no encuentro descanso. 
No hay consuelo, pero sigo buscando entre el gentío un lugar donde hallar alivio.

Mientras me pregunto si hay alguna tormenta que amaine esta ansiedad de dolor, 
una endeble luz se alza en el horizonte,
y me quedo observando,
pensando hace cuánto tiempo habrá muerto aquella estrella,
y el por qué no se le ocurrió dejar de iluminar.

Y ahora un gato se pasea bajo mis pies,
la brisa nocturna se mezcla con la sangre de mis venas, 
y siento el frío mortuorio de quién del otro lado me llama. 


martes, 2 de junio de 2020

JUGO DE GUANÁBANA

Cómo hago para decirle que me encanta.
Que me tiene flotando desde hace un buen tiempo.
Que quiero tenerla cerca,
a mi costado si es posible,
con mis manos acariciando su pecho ojalá.

Cómo le hago entender que quiero que prostituya,
que se venda,
y que su precio se pague con la vida.
Cómo le explico que quiero que se convierta en puta,
para poder comprarla,
para que sea solo mía,
y pagar el servicio de su compañía
con un millar de besos cada día.

¿Qué camino elijo para llegar a su locura,
para sacarle el diablo,
y que haga de mi vida un infierno?
A ver si así me siento como en casa,
a ver si así recuerdo el lugar de dónde vengo.

¿Cómo hago para que entienda que en esta vida no me veo sin ella?,
que me es necesario sentir su presencia;
que en las noches me desvelo pensando,
analizando,
buscando la forma de que vuelva a creer en los hombres,
o que al menos crea en el amor que le brindo...
¿Cómo te conquisto?, dime.


Malaya


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lunes, 1 de junio de 2020

UNA NIÑA POR AHÍ

Paulatinamente su vida decayó.
El cielo oscureció de su vida el rojo pasión.
Las noches olían a promesas rotas,
los días se tiñeron de gris.  

Presa de la melancolía, desfogó su ira.
Contra su cuerpo asentó varias veces el cuchillo,
la sangre fluía lento por las ranuras de la cerámica,
y con un último suspiro se despidió del mundo.

De pronto emergieron del subsuelo unas sombras que despertaron a la niña,
no tenían ojos, ni boca, pero miraban dentro de su ser y le dijeron cosas horrorizaron por completo su alma;
la niña entró en un desesperado tormento,
se estaba muriendo y ya no había vuelta atrás;
cerró sus ojos y se dejó llevar.

Al otro día sin poder entenderlo, oyó los gritos de su madre que la despertaban;
se sintió molesta y limpiando su cara se levantó;
recordó entonces que debía estar muerta,
pero amaneció recostada en la cama con los pies a la cabecera,
y entendió que le fue concedida una oportunidad más.

Recogió su cabello;
se miró al espejo;
una lágrima rodó por su mejilla,
y entre la canela piel de esa bella negra, un rayo de luz se posó.

«La vida es una mierda,
el mundo apesta,
y pese a lo de ayer,
quizá lo mejor sea que en realidad esté muerta», pensó para sí.
Pero afuera había dejado de llover,
y un pájaro aterrizó en el patio,
llevaba una pierna herida,
cojeaba,
tenía un ala rota,
y aún así seguía cantando y se fue volando luego de recoger una rama.

Insignificante la escena,
pero una buena enseñanza,
porque la niña de los ojos bonitos entendió que debía seguir,
que ningún mal duraría eternamente,
que lo único que debía hacer, era soportar un poco más.

Transcurrieron cuatro años y la niña se hizo mayor;
para entonces había trazado su camino:
alejarse de lo que le hacía daño.
Llenó en un maletero unas prendas,
un par de sonrisas,
unos cuantos poemas,
y las ganas de luchar por sus sueños.
Sin más cosas que una vida fragmentada,
salió en busca de su lugar en este mundo.
Tras tropiezos, 
decepciones,
ganas de tirar la toalla,
y un par de lustros demás,
halló en el camino un amigo real, 
y de pronto, fueron dos,
y un par de kilómetros más allá, apareció el tercero.

A los noventa y cinco años, 
cuando estaba en su lecho de muerte,
la rodeaban incontables personas,
todos ellas sintiendo amor por quien les alegró su vida,
cuando estaba a punto de morir,
vio emerger del suelo unas sombras,
y se dio cuenta de que ya era su hora,
y se fue sonriente con un corazón contento, sabiendo que cada día es una nueva oportunidad de hacer algo mejor,
y que al fin y al cabo, optar por vivir, había sido su mejor elección.


Malayerba

https://youtu.be/MPWz8glmgTE

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