viernes, 16 de agosto de 2019

LA CARRERA DEL SALMÓN

Nadando junto al salmón se abre una ruta río arriba,
—la gloria nos espera allá en la colina— dice el experimentado pez mientras me mira con la sonrisa de la sabiduría,
yo asiento mientras lucho contra la corriente.
No somos los únicos, hay más de ellos con la esperanza en sus ojos,
de repente una turba se amontona por el peligro al mamífero pardo que hambriento busca saciar su apetito en el río,
y muchos de ellos impulsados por el miedo y motivados por las ganas alcanzar el paraíso avanzan hacia el otro lado,
mi maestro va con ellos y me grita que no me tarde, que los alcance para el festejo nocturno,
yo me quedo con los más débiles al parecer,
donde la muerte es la recompensa.

De pronto veo como un joven pececillo huye despavorido de las garras del oso,
pero más que miedo noto una fuerte entrega: es un esfuerzo colosal a cambio de la nueva vida,
sin embargo, me mira desalentado al saber que quizá no llegue a dejar descendencia,
y muy probable podría ser aquel final, 
pero no será hoy,
hoy es su día.

Caigo en la cuenta de que el camino para mí no ha sido este ,
que mi objetivo terrenal quizá nunca ha sido conseguir la gloria,
que estoy aquí para enseñar el sendero a quienes más perdidos se hallan,
que el deleite aún puede esperar.
Acompaño al pequeño salmón hacia la corriente menos feroz, pero no por ello menos baja,
y le impulso tan alto que salta pasando por el frente de los ojos de su asesino,
las manos de este último se quedan rezagadas y contra el viento chocan;
aquel chicuelo me da las gracias y dice que espera pagarlo un día,
yo le digo: no te preocupes, solo vive.

Y me quedo intentando no estrellarme contra las rocas mientras veo como una hilera más de tiernos ovovivíparos buscan salvarse y saborear el gozo sin mucho éxito,
sin embargo, soy el canal,
soy el trampolín con ansias de actuar,
y uno por uno al otro lado van a dar;
el oso se desespera al no cazar lo suficiente,
pero yo estoy gordo,
y en mi pone el ojo;
esquivo cada ataque mientras ayudo a los últimos.

Al final nos quedamos solos,
él oso y yo, 
la muerte y mi flaqueza.
Harto cansado del trajín al que me he sometido,
en un abrir y cerrar de ojos siento como las garras penetran mi costado,
veo a lo lejos a mis compañeros que libres son;
y entre los brillantes colmillos de la fiereza...
...muero en paz.


🌹Malayerba🐉

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