No es un vicio, no es que mi vida esté quebrada, no está desparramada como las ropas de mi habitación tampoco, es solo un regalo que cada semana otorgo a este cuerpo viejo que sigue funcionando bien.
No se siente mal, esta bien hacerlo, mi cuerpo me sonríe en agradecimiento por seguir brindando de ese alimento, y no puedo hacer más que devolverle una mirada concreta para saber que conectamos más que bien.
Sigue sonando el metal por el parlante.
Se acaba de pronto y sigue hablando un tipejo acerca del estrés, esa tontería que hoy en día todo el mundo la cree real, ¡Ja! ¿Donde estás? pendeja; ¿cuándo piensas volver? Dijiste que lo harías, lo prometiste, sabes que soy un niño torpe que confía en la gente porque cree en el potencial de ellos para ser omnipotentes así que no me hagas pensar que eso has hecho. No destroces tan feo este corazón.
Ya no se quedó digo, la marihuana me hace divagar, hasta veo mariposas dentro de mis ojos, estoy volando, estoy contento y mi cuerpo lo agradece con una gran sonrisa.
Malayerba
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