miércoles, 15 de noviembre de 2023

Barca


Y cuando seas mía te haré el amor de una manera tan increíble que no sabrás si fue obra de un hombre o de un dios. En efecto, esos dos minutos de placer solo podrán achacarse a la divinidad que soy yo.

Muy bien, ahora que ya te has reído podemos avanzar a temas de mayor impacto, como el saber si la Coca-Cola podrá destapar la obstrucción en la cañería, o es un mito de tantos que abundan en el jolgorio de la gente, como ese que dice que todavía hay políticos honestos en la vida real. Joder, el mundo está negro con tanto engaño disfrazado de verdades.

Salí a caminar y me quedé un buen rato en un amplio campo desde donde vi caer la noche. Los truenos cantaban con rudeza, mis perras corrían velozmente intentando morderse las colas y uno que otro relámpago caía iluminando el lugar.

Mas frío no hacía, pero harto evidente era que se aproximaba una tormenta de esas que te hace preguntar, ¿si lloviera cuarenta días así, se inundaría la tierra? Y la verdad es que no.
Pero por si las moscas, ya tengo lista la barca, a ver si nos vamos de paseo a navegar por el extenso mar en busca de Caronte para echarnos una buena plática, de esas que solo los condenados saben contar.

Cuando seas mía, sabrás cuánto puede querer un hombre sin principios ni moral. Cuánto puede amar un salvaje flotando en la inmensidad. Lo último no tiene sentido, pero esta vida ¿desde cuándo lo ha tenido? Somos débiles seres fortaleciendo nuestras almas en el candor de la batalla diaria, algunos más jodidos que otros, pero al fin cada cual con su lucha.

Hoy solo quiero flotar entre ideas y versos límpidos, hoy solo quiero volar y perderme en el infinito brillo de tus rizos.


Malayerba

martes, 14 de noviembre de 2023

Garzas al viento


Me quiero enamorar de ti. 
Tengo ganas de volverme pendejo, porque el amor sin un estúpido que lo sustente no existe, y se me antoja ser uno de ellos.

Los que cambiaron el mundo lo hicieron por amor a su mujer, a su hombre, a sus huevos, a su guerra, a su dios, a su causa maldita, a su tontería... Pero al fin y al cabo, por amor a lo que creían correcto.

Quiero yo también cambiar el mundo por mi convicción en el amor. 
Que sacarte mil sonrisas al día se convierta en mi única adicción.
Que mis letras dejen de ser vulgares y superfluas.
Que adquieran por fin el matiz de sabio poeta... 
ese que soy yo bajo esta capa tan espesa de incongruencias.

Quiero enamorarme de ti en la dosis correcta para disfrutarlo tranquilo y sereno, o inyectarme más allá de la cuenta y perderme en tu tormenta.

No quisiera tomarte por excusa, pero no tengo mayores sueños que crear para la historia una obra maestra,
alcanzar el zenit con las palabras perfectas,
y pararme en la cima ondeando una bandera con tu nombre en ella.


domingo, 12 de noviembre de 2023

Segundo capítulo

 

Me gustaría decirle que es mía, que me pertenece, que su corazón debe venir conmigo, pero no está bien intentar desviar el destino ya trazado.

Si ella me va a querer, lo hará a su tiempo, a su ritmo, sin cortarle la libertad a su espíritu, sin enjaular su amor, su amor que es del universo.

Dejé los cigarros hace ya mucho rato, pero de vez en cuando fumo alguno porque el poeta sin vicios no existe. Mi vicio eres tú, dicen los ridículos... No, tú no eres mi vicio, serás la razón mi vivir, pero no mi vicio. La diferencia es abismal, el humo no te mata, las razones por las que lo haces es lo que te aniquila. Generalmente la razón mayor se convierte en dos letras, «tú». Porque achacar la culpa al otro siempre ha sido la salida fácil. No aceptar que se es débil por cuenta propia, que caemos por el gusto de caer, que levantarnos nos da pereza porque requiere esfuerzo, esfuerzo que vemos inexistente cuando las dos palabras ya no existen: «tú». Tú... tú, cuánto poder abarcan cuando el pronombre se convierte en un rostro con labios carmesí, unos ojos penetrantes y una melena rizada en forma de tormenta.

Me gustas, eso es indiscutible, cómo no me vas a gustar si eres mejor que yo en todo sentido. Cómo no sentirme atraído si eres todo lo que me gustaría poseer.

Pero tan solo soy un hombre solitario que ha caminado varios kilómetros para poder leer el mensaje de las estrellas junto a un riachuelo y solo, para poder escribir estas palabras carentes de toda sustancia, a menos que las aceptes como tuyas.

Me gustas sí, y qué se le va hacer. Yo es que soy muy bruto, pese a fingir inteligencia. Porque me lanzo de cabeza cuando veo un pozo de felicidad en el cual sumergirme. Un oasis maravilloso que noto a través de tus ojos.

La gente en la ciudad duerme, mientras yo camino por las silenciosas calles sin propósito, pero con la ilusión de posar mis labios en los tuyos, una, dos, tres y las veces que haga falta en lo que me queda de vida.


Malayerba


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jueves, 9 de noviembre de 2023

La última prueba: El granero



Ahí estaba el gato lunar, observando todo 
desde las vigas que sostenían el techo del inmenso granero.

La prueba consistía en no tocar el piso, ni dejarse agarrar por un demonio, que era grande y feo como suelen ser los demonios mal alimentados y sufridos, pero tenía restricciones, puesto que era la parte final de la prueba: no podía saltar ni ponerse delante de la puerta para que no sea atravesada.

Así estábamos: Ya varios habían pasado y me tocaba a mí que era el penúltimo, detrás estaba Alicia. Los dos hicimos equipo desde el inicio de la competencia y ya nos faltaba poco. Sucedió entonces, ella se adelantó y se metió antes de que pudiese yo reaccionar. 

El granero no era realmente enorme, pero podría decir que era de piedra y argamasa, de unos diez metros de ancho por unos veinticinco de largo, y unos seis a ocho metros de alto. Estaba vacío para ser honestos, solo algunas cajas de madera en un rincón. 

Había una entrada y una salida. La entrada era una ventana a la mitad de la altura total en un extremo, y la salida estaba en la misma pared, pero al final, justo en la esquina donde había una puerta de madera tallada en forma de árboles. Habían unas ventanas pequeñísimas en fila por la parte de arriba por donde ingresaba la luz, como de una cuarta por cada lado, serían unas cinco o seis de aquél lado, ya no lo recuerdo. Y el techo constaba de vigas enormes cruzadas de lado a lado que sostenían toda la estructura de tejas de barro que cubrían el edificio.

Así pues, el ejercicio era sencillo, entrar, atravesar el granero y salir, pero claro, el pequeño detalle, ese diablo de cuatro metros de alto, dos de ancho, sus filosas garras, sus colmillos cual tigre dientes de sable, la agilidad, su fuerza y sobre todo, suelto.

Los que cruzaron antes dejaron trazado el camino, solo era irse por un lado, sujetándose de los salientes y brincar cuando había la oportunidad de hacerlo, aterrizar cerca a la puerta y correr a la salida. A todos se nos daba un cuchillo de carnicero por si hacía falta combatir, pero lo ideal era esquivar y salir lo más rápido del salón. 

Era sencillo y el demonio ya estaba cansado. Pero entonces Alicia cometió una ligera falla, adelantarse. Su emoción era mayor, se arrojó por la ventana y de un salto estuvo agarrada a una viga mientras pisaba una saliente. El demonio se percató y arremetió contra ella con las garras en alto. Ella siguió su camino con rapidez, pero cerca de llegar al final del trayecto no alcanzó a cogerse bien y cayó. Entonces tuvo que enfrentar al demonio que ya estaba encima, sacó su cuchillo y se desató una batalla que no duró más de diez segundos, porque bastó una manotada de aquél diablo para mandarla a volar, por fortuna apuntó a un lado de la puerta, a donde no podía llegar él con su apetito. 

Los demás hacían bulla asomados detrás de la puerta. No perdí el tiempo y aproveché la distracción para atravesar el granero. Rápidamente lo hice y llegué hasta el final, entonces me iba a soltar, cuando miré a Alicia saltando muy alto con el cuchillo en su mano y directo a mi entrepierna, por lo que en un reflejo automático me volví a colgar de una viga. Todos nos quedamos perplejos al verla, yo aún más, no recuerdo qué le grité, pero bien cierto fue que sus ojos no eran ya suyos, eran gatunos y pálidos, y de su boca salían unos pequeños colmillos. 

Ella había sido contagiada por el demonio del granero y ahora eran dos contra mí. Siendo que ahora era una prueba con un plus añadido que no pasa casi nunca, tuve que enfrentar a aquella chica con la que tanto había compartido antes. No hubo mucho qué pensar, la noche se estaba acercando y el tiempo se estaba agotando. Tuve que sacar mi cuchillo y atacarla. Pese a que se estaba transformando, era más débil.

Salté directo hacia ella, pero una mano intentó agarrarme, la apuñalé, me deslicé por su brazo y escapé del demonio, luego con mi cuerpo cargué contra Alicia mientras le enterraba el cuchillo en el vientre, a penas si alcancé a llegar a la puerta empujado por un rayón que me propinó el arma de Alicia. 

Me jalaron desde el otro lado y los pocos que seguían ahí se alegraron por mi victoria, pero entristecieron al ver a la chiquilla como se iba convirtiendo en demonio poco a poco.

Pronto serían los dos los encargados de hacer la prueba del granero más difícil para los que llegasen el siguiente año.


Mayawell




miércoles, 8 de noviembre de 2023

Amparo

En momentos de crisis es cuando mejor escribo, porque pese a ir a la deriva, prefiero perderme entre letras vagas antes que enderezar el rumbo.

De ingenieros y abogados se llena el mundo. Los primeros para construir, los segundos para defender lo construido esté bien o mal hecho...por lo general es malo, por eso siempre buscan tener la razón aunque no siempre les sea beneficioso.

Esta mañana he soñado que lanzaban bombas de racimo sobre mi techo y los del resto de habitantes. Todos huían cubriéndose la cúpula cerebral como si eso los pudiese salvar. Pero es interesante como la confianza se incrementa cuando nos cubrimos la cabeza. No obstante, en el momento final, una bomba en forma de dardo engordado vino en dirección a mi humanidad y he aquí el milagro de la física colegial: no interrumpir el trayecto ni servir de muro, no. Deslicé la bomba entre mis manos y la direccioné 45° hacia arriba sin desperdiciar su impulso. La bomba, en efecto, se desvío y fue a dar unos cuantos metros más allá, mas la explosión me mandó a volar y perdí el conocimiento.

Despierto ya, busqué el amparo en la desolación, pero nadie llegó. Tuve que depender de mí como siempre lo he hecho. Luego, sobrevivir en una ciudad a medio destruir porque aniquilarla era un desperdicio de recursos. Ni siquiera para eso éramos valiosos. No servíamos ni para generar lástima en los corazones de los despreciables humanos que gustaban de causar dolor...


Malayerba







martes, 7 de noviembre de 2023

Del super

Quieren aparentar que todo es perfecto, todo con demasiada luz, demasiada pulcritud, sin una sola partícula de polvo. Pero olvidan que es siempre necesario un poco de mugre, un tanto de porquería, que se note la suciedad para ser verdaderamente felices.

No es justo ni correcto echar al olvido que somos unos marranos por naturaleza. Que los instintos primarios son los únicos que realmente importan. Porque somos animales con y sin intelecto (en la mayoría de los casos), pero siempre con ganas de cargarla; aunque todo sea puesto con la mejor intención para llevarlo a buen término, cagarla es simplemente innato de la abyecta raza humana...


Yerba



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domingo, 29 de octubre de 2023

El último del año

Caída la noche me preparé para el descenso, mas me preocupé cuando detrás de mi la oscuridad avanzaba a medida que yo andaba.

Apresuré el paso y algunas curvas más abajo, choqué con una pared de tierra de montaña. Tardé un rato en poder entender qué demonios era aquello. Era una loma de sedimento para arreglar la vía que hace tiempo estaba a caída. Entre eso y la oscuridad a mi espalda algo en mí se sintió espantado, luego oyendo la melodía recobré la calma, serené mi alma y proseguí a cruzar por el único lado que era un lodazal, tarareando el ritmo de Aire de ganjah de Yanawalka, yo quiero aire, yo quiero aire, yo quiero aire de ganjah en mi despertar. Yo quiero aire, yo quiero, yo quiero aire de ganjah en mi respirar...

Fue el último pipazo allá arriba. La última fumada del año y había que disfrutarla desde lo alto, cerca de la cima donde suelen bajar las sombras del bosque a beber del rocío crepuscular. 
Solo como sólo los estoicos de ayer y de mañana lo están. Mas siempre acompañado por el viento, el trinar de las aves y dos perras.
Siempre dos perras. No puede ser paseo sin ellas.
Oyendo buena música y disfrutando el anochecer desde lo más alto.

¿Qué faltó? Una piernona nada más, con short apretado remarcando ese trasero bendecido por Dios.
Una blusa a la mitad del ombligo, y una chaqueta con hojas de hierba en su diseño.
Negra ojalá, como mi alma; o blanca, como mi espíritu.
Aunque intermedia también sirve, el todo es que tenga ganas de sonreír porque hemos comprendido que el juego de la vida está ganado, que está de puta madre.

—Malayerba —me dijeron un día—, ¿cómo haces para escribir esas letras tan cabronas? Yo sonreí; con singularidad les respondí —talento, señores, puro y duro talento, más poco menos de cuatrocientos libros encima, y poco más de tres cuadernos de mi puño y letra en el calendario.
No es posible escribir una buena obra, sin antes haber hecho cientos de malas.
Y así para todo en la vida, paciencia y experiencia...

—Eres el puto amo —gritaron.

—Todo un filósofo de la nueva era —murmuraron los más sensatos.

—Maestro —apuntaron los más osados.

Yo apresuré a decir: no exageren, no es pa tanto...


Yerba


miércoles, 25 de octubre de 2023

Red power

Pues no recuerdo mucho lo que implica la palabra «antes», pero un día fui testigo la magia: había una chica que sobrepasaba lo maravilloso. Iba, de alguna manera, más allá de lo perfecto. Era hermosa en cuerpo y alma, y quizá más en el cuerpo que en el alma o quién sabe, nunca la conocí como debía. Pero tenía una particularidad; era roja, roja como el sol de poniente. Era bella, bella como los oasis del oriente. Era divina y sentaba tan bien al espíritu como un café y dos mil de pan al iniciar el día.

Era una especia de fiera, una salvaje, una diabla, el demonio en carne viva, todo en ella era imponente con su cabellera colorada bailando al ritmo del viento, era simplemente: perfecta.

Si algún día la ves, dile que el jueves de la semana pasada se me fue el día recordándola de la nada...


Yerba

martes, 17 de octubre de 2023

Estaba rica

Entonces ya venía de regreso cuando los miré al otro lado de la vía, saliendo de una droguería, no sé quienes serían, tampoco importó, pero el grito fue claro, ¡AAGRHH! Gritó aquél cuando su novia, supongo, le metió el dedo en el culo por encima de la sudadera, luego le dijo algo y se besaron intensamente, se subieron a la moto y arrancaron.

Yo no detuve mi caminar, pero en mi mente empecé a dilucidar lentamente, ¿me gustaría que mi pareja me ande metiendo el dedo en público? No lo sé, lo del público me es indiferente, pero dejarme meter en dedo así seco, me causa cierta desconfianza, aunque lo primero sería conseguir pareja, creo. 

En fin, que seguí caminando y pensando y, entre tanto, alcancé a ver de reojo unas papas bien rellenas asomando en una vitrina. Me detuve de golpe, porque no es posible avanzar si se ha visto papas rellenas en una vitrina echando humo con olor a gloria, no obstante, no se puede uno confiar por la apariencia, así que le inquirí a la señora la pregunta clave que dudo alguien se la haya hecho antes, porque puso cara de ¿cómo así? ¿Qué pregunta es esa? Cuando le cuestioné, pero qué, ¿si están ricas? Dudó un instante antes de responder, no creo que haya sido porque no creyera en su culinaria arte, sino porque la pregunta quizá estaba demás, pero aún así respondió, sí, sí, claro. Y yo, bueno, a ver, deme una a ver cicierto.

Procedí a echarle muela, un poco de picante y algo de salsa de ajo para sazonar... En efecto, la señora no mentía, estaba rica.


Yerba

lunes, 16 de octubre de 2023

Ella no me quería.
Me tenía miedo.
Pero era bien cierto que se reía.
Me decía que yo la hacía reír mucho.
Que también le gustaba.
Que yo le atraía.
Y yo me llenaba de dicha porque alguien sentía algo lindo por mí.
Pero cuando le preguntaba entre bromas y jaleos sobre el sentimiento de su corazón, la respuesta era obvia, no quería mi amor por ser como soy.
Y entonces yo insistía, pero ya sin esperanza,
ya sin fe,
ya sin razón...solo para que no me viese caer y que descubriese que su rechazo me dolía como debe doler el saberse no aceptado en lo importante, en lo primordial, en lo valioso.

Entonces la noche se tornaba lúgubre y fría, mi habitación se hacía pequeña y me asfixiaba. Una presión se cernía sobre mi pecho y en la oscuridad una lagrima rodaba por mi mejilla.

Me estaba rindiendo.
Ella no creía en mis palabras, claro, en un mundo tan mundano y corrupto, no era posible creerle a quien no sabe mentir.

La vida es horrible sin amor... Ojalá hubiese sido menos inteligente y más ingenuo, más iluso y menos sabio, cuando lo tuve entre mis manos. Ojalá no hubiese sido un cobarde... Ojalá y hubiese muerto en aquella caída, y no abrirme la cabeza y seguir vivo solo para seguir estorbando...


Yerbita