miércoles, 26 de enero de 2022

PIERNA DE NIÑA

Aaah, cómo se me antoja en esta noche fría tener sus nalgas restregándome la cara,
abrazarme a su cintura y devorar cada centímetro de su piel,
pero estoy en un parque y la del delicioso trasero me ha dejado hace poco menos de un año.
Esta vida vale mucha barriga señor verga.

Veo a una niña trepando un pasamanos, pero más arriba de lo normal, sentada avanza un poco más y noto que quiere meter su pie en uno de los triángulos de agarrarse, me quedo a la expectativa que brinda la experiencia y me dispongo a escribir mientas no dejo de ver ¡HIIIIIIIJUEPUTA! ¡AJÁ! yo si decía, ajá, yo sí decía ja, ja, ja.

Ahora quién se aguanta la chilladera de la mocosa. Ahí llega el padre que, de hecho, estaba abajo con quien es su mujer, creo, pero no se percataba de lo qué hacía quien es su hija, creo.
Ahora la llevan en brazos, el hospital queda a dos cuadras del parque, no tardarán en llegar.

La harán balar como a una cabra para acomodarle el tobillo seguramente, si es que no tienen que remendarlo con alambre y un par de clavos. Pobre hija de la chingada, te has dañao la pata por nada, ja, ja, ja.

Siendo honestos, no sé de qué me río.
Seguramente por haber predicho con exactitud lo ocurrido.
Pero ha sido divertido esto. 
Saber que desde pequeños los humanos son unos pendejos.
El gusto por el riesgo es natural, buscar la manera más absurda de joderse parece ser la meta.
Cómo si apuntar a la mayor estupidez fuese meritorio del premio mayor.

Hijueputas ja, ja, ja.


Malayerba

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