jueves, 13 de enero de 2022

DE LA FIESTA

Te extraño, pero... Ya qué
He entendido que sonreir aún con el alma rota, es lo único que me queda por hacer.
Sonreír y disfrutar del recorrido, aún con el corazón en paro.

Más en medio de la fiesta mi sonrisa se aletarga,
se me vacía la capacidad de razonar,
el alcohol causa desvaríos,
y termino con un sentimiento herido en pecho...
Tanto amor, te daba tanto amor,
tanto que quizá fue demasiado para lo que valía tu corazón.

Veo a un extraño que saca a la pista a una extraña. Ella lleva blusa amarilla de encaje y una minifalda de cuero que marca sus bien pronunciadas nalgas.
Él, a pocos metros mí, deja entrever sus negras intenciones para con la chiquilla.
Ella, por su parte, no muestra mayor atracción sobre aquél macho, sus largas manos no quieren siquiera tocarlo con gusto.
Acaba la música y ella ni una mirada le da en agradecimiento por el magnífico baile, él queda como pendejo esperando algo, solo recibe la espalda, y la vista de su hermoso trasero.

Ella pasa por mi lado y dirige una mirada, yo correspondo con un ligero movimiento de cejas,
pero no se me antoja nada hoy. 
Follar que tanto me encanta, me importa poco.
Solo quiero estar con mi chica,
follar con mi nena,
hacerle el amor a ella,
a esa maldita niña de veinte años que me tiene hipnotizado,
con sus largas pestañas,
con sus hermosos ojos de miel,
con su deliciosa sonrisa de ángel,
con su fuerte carácter de mujer.
¡Joder, todo mi ser solo piensa en estar con ella!
¡Maldita sea! ¡Maldito amor que me ha surgido en el momento peor!

Realmente no tengo idea de en dónde coño me he metido, pero asumo que el universo es el que dirige esta mierda y hay que aceptarla como venga.
Acepto pues y le echaré ganas al asunto para sacarle el máximo provecho aunque implique violar las normas establecidas.

Ahora veo a un tipo en medio de la pista que no se halla.
Estará tanto o más ebrio de lo que yo me encuentro, se nota que lleva encima varias dosis de alguna droga.
Busca la razón de encontrarse en este lugar, pero no habrá hallado ninguna, y más aún, en medio del caos que se genera por un puto regueton de antaño.
La gente se alborota y todos llenan a la pista.
Alguien me arrastra del brazo.
—¡Ven, vamos a bailar! —me grita.
Me dejo llevar y ahí está, no sé quién es, pero se restriega en mi cuerpo, tiene una blusa naranja bien ceñida al cuerpo cubriendo sus pechos y una minifalda de cuadros que dejan ver sus piernas cubiertas por mallas.
Tacones, pelo corto, es una morena preciosa.
Está buena la hijaperra...

Mi chica me ha dejado por ser como soy.
He tratado de sacar todo lo dulce que tengo para que no crea que todo en mí es fealdad.
He demostrado que tengo dinero suficiente para llevarla a cenar a dónde se le antoje.
Para viajar a donde le plazca.
Que tengo millones de versos esperando a que sus ojos los lean.
Que tengo un jardín para que lo adorne con su gracia.
Pero nada de eso importa ya;
le encantaba todo lo que hacía, lo que me rodeaba;
no le encantaba yo.
A mí no me pudo querer.
Vaya mierda, es la primera mujer que no acabaré de entender.


Malaya


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