domingo, 28 de noviembre de 2021

POR UN BESO

—Escríbeme más poemas bonitos y te doy más besitos —me dijo.

Pero cómo se supone que los escriba si no recibo el ingrediente principal para componerlos.
Así que aquí me hallo, a la orilla de un riachuelo pensando en nuestro próximo encuentro y en la forma más eficiente de secuestrarle un jugoso beso y pedirle de rescate un millón más.

Es un chica rara como tantas, pero tan escasas y me gusta por eso, ¿y a quién no? Si en lo diferente está la gracia,
en lo singular está la magia.

En su mirada hay universos más grandes que el que habitamos y por eso adoro verla, cosa que malinterpreta y me dice que no le gaste su belleza ja, ja. Me encanta.
Ser testigo de su sonrisa es algo de lo que jamás me cansaría.
Lo demás toma un segundo lugar cuando se encuentra ella, como debe de ser.

Es una cachetona preciosa y vaya, hay algo que me obliga a adorarla, sea la fiebre del momento o lo que siento en mis adentros.
La veo y mi alma se inunda de alegría.
Vale mucho la pena ir despacio,
a su ritmo.
Debo aprender a conocerla, cosa imposible de lograr, pero con un 90% quedaré contento.

La estrella de la tarde me ofrece un poco calor; en comparación, el calor que me surge cuando estoy con ella es más grande que el mismísimo sol.
Y adormecidas las piernas me levanto porque el camino de regreso es largo.
Buscaré un par de rosas en el trayecto, a ver si encuentro alguna que se le parezca. Tarea difícil, claro, temo que es imposible hallar alguna que equipare la belleza que la rodea cuando me suelta una sonrisa...


Malayerba

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