domingo, 7 de noviembre de 2021

MUJER DE POCAS PALABRAS

Cualquier excusa es válida con tal de escuchar su voz,
aunque diga poco, aunque suene cortante,
me gustaría creer que es porque anda realmente ocupada,
o porque simplemente no es su estilo hablar demasiado;
no obstante, siento que es porque no quiere expresar sentimientos,
le habrán hecho daño suficiente como para poner a la razón sobre el corazón,
y por ende, expresar palabras desde el intelecto.

Quizá ya no es la niña tonta de antaño que creía en cuentos baratos,
ahora tiene metas y cada una más ambiciosa que la otra;
no necesito conocerla a fondo para saber que su objetivo final es lograr la inmortalidad,
a través de una huella imborrable en esta humanidad,
o a través de un buen poema,
pero ella no es poeta,
aquí el poeta al parecer soy yo,
y pese a que digan que mis letras no son buenas,
pongo mi empeño en sacar lo más bonito de mi ser para ella.

Que el grotesco escritor que habita en mí debe ser educado,
que hablar con el nabo ya no debe ser;
poner mi corazón en el papel;
dejar la razón en el cuartel, que dirija desde la lejanía la misión de entrar en su vida,
así pues, si las cosas salen mal y a la improvisación haya que darle salida,
que el corazón se encargue y complete el objetivo a su manera,
olvidando los protocolos,
echando las normas al polvo.

Que mi corazón sin reparo se acerque al suyo y le susurre al oído versos de amor con la más inocente intención del perverso,
que se dé cuenta de que soy un ángel, aunque en caída,
pero ángel al fin, y así poder demostrar que si ella me lo permite,
yo me pongo a su servicio,
más allá de mi paciencia,
más allá de mi experiencia, yo me pongo a su merced.

Quiero aprender de ella,
quiero crecer más con ella;
que me voy dando cuenta de que al parecer me gusta de verdad,
y que podría enamorarme con facilidad,
pero soy reservado y a lo mejor, ella igual,
o a lo mejor y todo es una errada perspectiva mía y resulte que le valgo mucha verga,
pero hasta confirmar si es uno o lo otro,
por qué no seguirla jodiendo, o molestando para que suene tierno,
quién sabe y de pronto y le gusta...
quien sabe y de pronto se enamora... de las locuras mías,
«¿Qué tal que le hagan falta unas noches divertidas?
¿Qué tal que sea yo el portador de su alegría?
¿Qué tal que estemos juntos por el resto de la vida?
¿Qué tal si está viviendo en la monotonía?
¿Qué tal que yo le pinte los labios de sonrisas?
¿Qué tal que ella se atreva a besar la boca mía?
Y no le provoquen otros labios en la vida».

Heme aquí, hasta modificando un coro vallenato, no mamen, algo me debe de estar pasando...
 

Malayerba




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