Poemas, versos, cuentos, escritos varios (sin censura) y fotografía aficionada.
miércoles, 25 de octubre de 2023
Red power
martes, 17 de octubre de 2023
Estaba rica
Yo no detuve mi caminar, pero en mi mente empecé a dilucidar lentamente, ¿me gustaría que mi pareja me ande metiendo el dedo en público? No lo sé, lo del público me es indiferente, pero dejarme meter en dedo así seco, me causa cierta desconfianza, aunque lo primero sería conseguir pareja, creo.
En fin, que seguí caminando y pensando y, entre tanto, alcancé a ver de reojo unas papas bien rellenas asomando en una vitrina. Me detuve de golpe, porque no es posible avanzar si se ha visto papas rellenas en una vitrina echando humo con olor a gloria, no obstante, no se puede uno confiar por la apariencia, así que le inquirí a la señora la pregunta clave que dudo alguien se la haya hecho antes, porque puso cara de ¿cómo así? ¿Qué pregunta es esa? Cuando le cuestioné, pero qué, ¿si están ricas? Dudó un instante antes de responder, no creo que haya sido porque no creyera en su culinaria arte, sino porque la pregunta quizá estaba demás, pero aún así respondió, sí, sí, claro. Y yo, bueno, a ver, deme una a ver cicierto.
Procedí a echarle muela, un poco de picante y algo de salsa de ajo para sazonar... En efecto, la señora no mentía, estaba rica.
Yerba
lunes, 16 de octubre de 2023
Me tenía miedo.
Pero era bien cierto que se reía.
Me decía que yo la hacía reír mucho.
Que también le gustaba.
Que yo le atraía.
Y yo me llenaba de dicha porque alguien sentía algo lindo por mí.
Pero cuando le preguntaba entre bromas y jaleos sobre el sentimiento de su corazón, la respuesta era obvia, no quería mi amor por ser como soy.
Y entonces yo insistía, pero ya sin esperanza,
ya sin fe,
ya sin razón...solo para que no me viese caer y que descubriese que su rechazo me dolía como debe doler el saberse no aceptado en lo importante, en lo primordial, en lo valioso.
Entonces la noche se tornaba lúgubre y fría, mi habitación se hacía pequeña y me asfixiaba. Una presión se cernía sobre mi pecho y en la oscuridad una lagrima rodaba por mi mejilla.
Me estaba rindiendo.
Ella no creía en mis palabras, claro, en un mundo tan mundano y corrupto, no era posible creerle a quien no sabe mentir.
La vida es horrible sin amor... Ojalá hubiese sido menos inteligente y más ingenuo, más iluso y menos sabio, cuando lo tuve entre mis manos. Ojalá no hubiese sido un cobarde... Ojalá y hubiese muerto en aquella caída, y no abrirme la cabeza y seguir vivo solo para seguir estorbando...
Yerbita
miércoles, 20 de septiembre de 2023
Sentires
No sé si la gente me mira raro por mi seriedad, por mis harapos o por mi forma de caminar. Pero porqué habría de andar sonriendo y saludando a cuanto estúpido se me atraviese, ni siquiera los conozco aunque los haya visto por ahí. Y qué tiene de importante la apariencia, manga de acomplejados, si lo importante va por dentro, por más que quieran disfrazarlo con ataviados vestidos y polvos en la cara. Y qué hay contra mi forma de caminar, manga de envidiosos, mi biología me impide andar erguido y con la mirada hacia el frente. No me queda de otra que echar el cuerpo atrás, los pies adelante y mis ojos al cielo para ver las estrellas y no el suelo, manga de cobardes que temen apuntar a lo alto...
Yerba
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jueves, 14 de septiembre de 2023
Sin chispa
Es que nadie le ha agradecido a los lectores como se debe.
Los escritores de mierda se creen que los lectores no tienen mayor importancia, siendo que por ellos lo hacemos; esto de escribir, por ellos es que se dá. No obstante, decirles gracias, no basta, así sean mil. Así esté acompañado de un: qué Dios se lo pague, porque yo tengo cómo, no es suficiente. El lector debe ser amado por sobre todo. Que alguien se digne a leer nuestras letras, es la mayor muestra de afecto para con los que desempeñamos esta noble labor. Pero como no hay palabras suficientes, sepan que desde lo más hondo de mi ser les digo gracias por leerme, y que Dios se los pague, aunque no sea suficiente.
Sin los lectores no somos nada, aunque el lector en ocasiones, solo seamos nosotros mismos frente a un espejo.
¿Tú hace cuánto no hablas con el espejo? Yo, siendo honestos, nunca lo he hecho. Me da vergüenza encontrar unos ojos marchitos mirándome de frente. Me da miedo encontrarme conmigo mismo y ver en lo que me he convertido... Vaya cosa más triste, joder: no encontrar una pizca del amor que un día tuve entre mis manos, pese a haber prometido no olvidarlo.
No recuerdo ya qué se siente el roce de sus manos.
A qué saben sus besos, de los que, lo único que sé, es que eran dulces.
A qué olía el aroma de su piel, no he vuelto a oler algo mejor o que al menos se le parezca: olía rico. Entended que esto lo dice un niño de cinco años, «ella olía rico», y sonreía al mirarme, agarrado de mi mano me miraba hacia arriba, y luego la miraba nuevamente a ella, diciéndome a través de su rostro alegre, «quiero pasar más tiempo con ella, traela pa acá, porfis». Y yo, tonto como era, sabiendo que no había lugar en este mundo pa mí, puesto que nadie por mí daba un peso. «¿Quieres conocer mi mundo?» Le pregunté sin mayor esperanza a una respuesta afirmativa. Sí, me dijo; y entonces ya no supe qué decir, la había visto a los ojos y ahí solo había sinceridad. Pues va, lo primero que se me ocurra entonces, total, hasta puede ser una falsa alarma, y se lo dije, y entonces se rió. Joder, se rió, y su risa cumplía firmemente el propósito de su sonrisa incrustada en esa boca: alegrar la vida de quién pudiese ser testigo, y a veces eclipsarla. Yo era uno de esos eclipsados.
Pero no recuerdo sino imágenes que poco a poco se van desvaneciendo irremediablemente.
Ahora no sé con qué cara voy a llegar al otro lado, encontrarla, y tener que decirle: lo siento, mi amor, te olvidé.
Preguntaron por ahí que es el amor y a qué se le parece, y yo solo atiné a decir, es algo precioso, tanto, que cuando te llegue, lo sabrás de golpe...decía aquello, mientras de mí se borraba todo su recuerdo.
Malayerba
lunes, 4 de septiembre de 2023
El Musguito
Él también ayuda a espantar las malas energías. La primera vez que se dejó ver, anduvo con su garrote de chocolate moviéndolo ora un lado, ora el otro. Tenía como dos metros y era tan gordo como Fêtard Loulou, el toro francés ganador en la competencia mundial del más pesado. Ostentaba una cabellera larga desde la mitad de la calva hasta poco más abajo de la espalda y una barba espesa que le llegaba a la barriga. Todo él cubierto de musgo y una que otra flor. Era un gigante enternecedor cuando lo conocí por vez primera, y todavía lo sigue siendo muchos años después, aunque para él no hayan sido más que un par de días. Me pregunto desde hace cuánto está aquí, pero nunca me ha dado respuesta, aunque bien cierto es que, tampoco le he inquirido lo suficiente, porque ya la sé y solo quiero corroborarla.
Entonces en la meditación sale corriendo de entre los árboles como lo hacen los enanos, con el garrote en alto y gruñendo fuerte. Lo hace una sola vez por sesión y a veces dos, cuando alguna cargada presencia asoma para contagiarme con su gozo, tan delicioso que es, pero bien peligroso también. Pero cuando ya va a llegar a la entidad, esta huye rápidamente antes de dejarse dar alcance... Entonces él se detiene, se pone las manos en la cintura y espera un momento antes de regresar con paso tranquilo. Señal de que ya todo acabó y ha cumplido con su deber, mientras su voluntad de poder se mantiene intacta.
El guardián del caminante natural, me dijo que era, o eso me llegó por un susurro en el viento, luego de tanto insistirle. De ahí nunca más volvió a hablar, pero de vez en cuando lo veo cuando la meditación es muy fecunda y el viaje no debe ser alterado, como ahora.
Entonces primero son mis perras, que bajo el cielo nocturno, un par de veces durante el trance se levantan y arrancan a ladrar con ferocidad contra la presencia no bienvenida, hasta conseguir que prosiga su camino. Son el primer y único anillo de seguridad en el que confío siempre. Son la guardia real. La protección privada del señor imperial. Son guardianes natos.
Y luego está él, que ahora mismo acaba de irse hacia el bosque con paso tántrico de su segunda venida. Me vuelvo a preguntar desde hace cuántos milenios anda acá. Los grillos me contaron que hubo un tiempo donde le apodaban, el Musguito, porque cuando lo depositaron en el jardín del juego, era pura inocencia y solo espantaba las más simples energías, no las más pesadas. De ahí hasta esta noche han debido de nacer algunos planetas en la siguiente calle de la vía láctea. Mucho tiempo seguramente.
Yerbita
lunes, 28 de agosto de 2023
La clave para la unión latinoamericana
De gamberro a erudito,
de estudiado a gamín,
ida y vuelta y también en viceversa.
De aquí y de allá.
Hay personas a las que nos miran como locas cuando decimos cosas que habitan en nuestro dentro, pero obramos de corazón y jamás nos equivocamos, porque esos errores son aciertos en el aprendizaje honesto.
Sirvan de algo, gorsovias y hagan que Bukele lea esto:
El primer presidente que muestra la diferencia.
Demostrando que así es como se despierta más gente con ganas de cambio.
Un hombre como Bukele debe perpetuarse en las siguientes generaciones de los pueblos oprimidos y explotados. En los próximos siglos por venir, que a través de las piedras milenarias les hablen. Escuchen la voz de un hombre que habito un presente feroz y a punta de orden y justicia de la buena, le cambió la cara al peor país de América. Cosa honorífica aquella. Un honor es, en efecto, poder ser testigo de un cambio, evidentemente, precioso.
«Y si alguna vez se te comprueba que en tu gobierno se cometieron masacres y terror, y te condenan; yo te seguiré admirando, hijo de perra (inserte aquí brazo mostrando bíceps)».
Bukele, ¡tú eres el hombre!... (aquí hacer el gesto de apuntarle con el dedo índice en toda la frente, y decirle en una sonrisa de complicidad plena: Bukele, tú eres el hombre).
Yerba
domingo, 13 de agosto de 2023
Del sabor de la piedad
Lo miró y se percató de que había pasado algo horriblemente cruel. Sus ojos destellaban una rabia que a los números les fue imposible calcular. Sus dientes se rozaban los unos con otros demostrando el dolor de la fuerza aplicada en su pecho. En el de ambos, mejor dicho, él por el dolor tan horrendo y, a veces, tan mortífero que deja del amor cuando se va del corazón por la puerta de atrás. Ella, por la presión inexistente y la voluntad de poder de la hoja de metal que entraba con fiereza separando la carne, atravesando el pecho, y buscando decirle al alma, es hora de volver a casa.
La quinta puñalada, la más dolorosa. Él, tan desesperado para no ver más salidas menos extremas, que no pensó que sería esa, la última vez que la tendría antes sus ojos dentro mucho tiempo, aunque cuántas veces deseó que así fuera. Ella, sintiendo el arrepentimiento atroz de haberlo abandonado, no importando cuántas veces él le implorase que se quedara. El arrepentimiento de no haber escuchado las palabras más honestas del amor verdadero cuando le decía: cualquiera, cualquiera menos él, por favor, no con él... No te vayas, te lo pido...no soy el mejor de los hombres, pero ningún hombre te va a amar más que yo...ningún otro te va a dar, todo lo que te mereces. Palabras tan trilladas que no merecían ni una pizca de compasión, sin embargo, con una verdad más que certera: golpes, malos tratos, tristezas y una vez al mes una sonrisa antes de una buena noche de placer era el regalo que cubría el engaño por el que cambiaba a un buen hombre. El arrepentimiento de no haberle hecho caso, siguiendo ciegamente a las estúpidas decisiones de las pasiones desenfrenadas.
La quinta puñalada, la más dolorosa, pero menos sorpresiva que la primera; esa cuando la agarró del saco y tiró de él, cuando ella vio a su alrededor y no había nadie más que él, cuando le brilló el cuchillo con un destello tanto o más destructivo que el que irradiaban sus ojos, cuando miró que el aura oscura que le rodeaba, y su mirada perdida en la tristeza, venían por ella, buscando llenar el vacío que se anida en el pecho sin importar el costo... Cuando vio a Caronte remando apaciblemente en su dirección, por el mar que conecta este mundo y los otros.
La primera, la más impactante al ver en qué se había convertido el amor de su vida. La quinta, la definitiva al darse cuenta que no alcanzaría a decirle: lo siento.
El charco que se secó y dejó marcas imborrables en aquél lugar de la plaza, no fue el de la sangre, sino el de las lagrimas que se juntaron de sus rostros: ella diciendo en silencio, lo siento; él le respondiendo, por qué con ese.
Pero ya estaba decretado que «ese» sería la siguiente víctima para eliminar el mal de raíz, y matarle ya hacía parte de un plan diseñado en el infierno presto a ser ejecutado con sus gruesas manos, y el acompañamiento del Diablo.
PdC, cap 25 1ra parte.
viernes, 11 de agosto de 2023
Experiencias profundas
—¡Pongan esa mierda que les fascina a los imbéciles, ya qué hijueputas!, —lo soltó en un alarido que llegó hasta la luna—. Le pusieron a sonar reguetón, y el tipo se explayó filosóficamente en el dilema moral que implica excitarse al ver los buenos culos bailar y dejarse arrastrar por las más bajas de las pasiones, o entender el cuerpo en movimiento como un simple mecanismo perfecto. Una máquina casi suprema, cada cosa en su lugar, ¡la puta madre!, cada puta cosa cosa en su puto lugar. La evolución es una maldita fucking shit, de las fucking shit. Cada cosa en el cuerpo, en la tierra, en la luna, en las estrellas. Cada maldita cosa en su maldito lugar dentro del maldito puto abrumable «caos».
Todo por obra evolutiva, sin dioses en el proceso más que para recibir lo aprendido en una vida, antes de volvernos a ingresar a la otra por medio de la muerte. La muerte solo una puerta es, y allá no importa como fue aprendido, no importa de quién, no importa siquiera, el suceso ocurrido, lo importante es el conocimiento perpetuo asimilado, la lección personal definitiva, la experiencia acumulada por la edad, solo eso importa, adquirir «experiencia». Maravillosa palabra aquella; una vez meditas sobre ella, se torna dulce, amarga, ácida y todos esos sabores dignos de ser elegidos para describir a la vida misma. Esa mierda que nos pesa cada tanto, a veces mucho peor que otras, pero peso es peso, y lo incómodo siempre será incómodo aquí y en el otro lado.
Evolución hasta en esa comprensión del eterno ciclo. El eterno retorno. Nietzsche no estaba loco, ustedes son los que están pendejos todavía. Yo no, yo enloquecí luego de caer de cabeza en la esquina de una banca desde dos metros de altura y abrirme la cabeza cuando era niño; así que no tienen más remedio que aguantarse mis negrientas palabras, como los esclavos sonriedo una vez al año, en medio del ardoroso sol de Egipto azotados por la ignorancia, muertos de hambre por la puta maldad de los disque «amos» de sus vidas. «La vida no le pertenece a nadie, ni siquiera a ti mismo, porque ni sabes lo que eres». ¿Adueñarse para qué? Dos mil quinientos años después seguimos siendo esclavos, y ahora mucho peor y con verdadera vergüenza propia, y también lo ajena: seguimos siendo esclavos, pero ahora por la pura gana de serlo, por idiotas, por desgraciados, por imbéciles. Tenemos conocimiento acumulado de miles de años, y no queremos usarlo, malparidos todos, y ahí si creo que debo incluirme
Se restregó de media vuelta luego de haberme besado cuando se giró. Sus pechos rozaban mis pectorales y podía sentir el palpitar de su sangre. Su pierna aferrada a la mía me apretujaba contra ella respondiendo a un ritmo tántrico, repetía el proceso dos o tres veces más y luego seguía bailando, extasiando mi mirada y la de todos los presentes. Qué rico, decían a coro en sus mentes, pero yo los escuchaba por medio de su expresión en el rostro, y la envidia a mi fortuna conseguida. Sí, qué rico, pero es más rico entender todo eso de una manera elevada: ver solo a un montón de marranos que miran a una pareja fornicando con ropa en una disco y sentir placer con lo ajeno. Esa escena, digna muestra de las más bajas pasiones, fundamenta que no deben desaparecer, porque siempre, al menos una puta vez cada diez vidas, vas a recurrir a alguna de ellas porque to-do val-drá h-u-e-v-o. ¡Todo importará un carajo! Y no se te hará feo ser un idiota, porque estarás tan idiota que ni siquiera lo notarás...
Yerba: Póngame ese que dice, paparapa, piripipi, paparapa, piripipi, pa que se lo roce, pa que se lo goce.
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