miércoles, 9 de septiembre de 2020

OCASO

Con este cuerpo de osteoporosis, la verdad no entiendo a dónde me quiere llevar el destino. 
La ausencia de amor y de cariño, empeoran la situación;
pero qué se le va a hacer, 
hay cosas más importantes que lamentarse por la fragilidad de este individuo, como por ejemplo,
esteeee... jmmm... pueees...
¡Ay! ¡Mira!, ¡un caracol!, mira a ese desgraciado como se come las lechugas que sembré hace quince días,
aaaah maldito, voy a matarte ya mismo...

—Oye, ven ¿qué te pasa?
—¡Que voy a acabar con esa plaga! Eso pasa. 
—Ajá, ni siquiera te puedes mover, y por como veo las cosas, tienes la pierna más gorda que antes. 
—¿Qué? 
—Sí, mira, está más hinchada, creo que debe amputarse. 
—No molestes.
—Ja, ja, ja. ¿Sabes? No es el molusco, 
no son los insectos, 
no es la maleza la que ha arruinado tu jardín.
Y por lo que veo, el problema viene de ahí, —me dijo, apuntando su índice a mi pecho. 
—¿De qué hablas? 
—La tristeza, querido, la tristeza. Extrañar tanto a alguien que se fue no te hace bien. 
¿De qué sirve lamentarte por no haber estado presente todo el tiempo?,
es ahora por tu accidente que no te puedes mover y estás aquí de vago, 
pero aún así jamás te quedas quieto, siempre encuentras algo que hacer.
—Jmmm... 
—Así que será mejor que dejes de poner esos ojos tristes o tendré que arrancarlos de su cuenca. 
El tipo que conocí no dejaba que su vida se aminorase por una fémina.
—Jmmm... 
Aaaah, son poderosas ¿no es así? 
no te culpo, 
muchos hombres sabios prefieren seguir el camino de la iluminación;
de hallar a Dios en su vida, 
de entrar en contacto con lo más alto, 
solo para olvidar que una mujer les arrancó el corazón y se lo guardó en el bolsillo.
No son capaces de tolerarlo y prefieren alejarse del mundo.
Son frágiles, los hombres son frágiles.

—Yyyy ¿qué se supone que debo hacer?
—Primero que todo, recuperarte; 
tardará un par de semanas.
Luego de eso empezar a creer en ti, 
darte un poco de amor, 
también algo valor, 
y sobre todo, 
darte cuenta de lo que eres capaz, 
no obstante, 
la verdad es que no te veo en intenciones de querer avanzar.
¿Sabes que cada vez que te miro, veo al mismo niño de siempre?, 
el que caminaba a solas con un trozo de rama en la mano navegando por mundos imaginarios camino a casa. 
El que no conocía más que las piedras del camino y el blanco de las nubes en el cielo.

Sabes bien que aquí no encajas, pequeño.
Tu mundo está a donde los hombres no puede llegar.
Así que no sufras por buscar tu lugar entre esta gente y mucho menos en el corazón de alguien más. 
Ven conmigo, 
usa el cuchillo que dejé hace tiempo,
te llevaré a un lugar mejor donde no existe el dolor, 
no te demores —me dijo sonriendo y se marchó.


Yerbita 

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