sábado, 26 de enero de 2019

VOY A CABALGARTE (+18)

Estás loca de atar si,
y yo tan inútil que ni hacer un nudo ciego puedo...

...¡living, living, living fire!, sonó de repente aquel coro de algún loco rastaman en la radio,

melodía tan sabrosa que dejar de mover la cabeza no pude,
y en la mesa de trabajo bailaba mi cuerpo aún sentado, 
pero acabó y me dispuse a terminar la tarea, 
sin embargo sonó "strong" de Ondubground, y no podía ser,
¡señores!, la vida es una sola, y más vale ser irresponsable y gozar, que morir sin pasarla bueno.

—A la mierda con el deber— apremié, de un sorbo rematé la media cerveza que me quedaba y estiré lo que deba ser estirado y relajado,
deducirá el lector que tanto me manosee,
y me dirigí a donde el cielo y el infierno se confabulan para otorgar placer,
si, pasé de afán visitando a las putas, pero no por ellas, sino por su jefe, que buena yerba siempre vende y necesitaba unos cuantos gramos para esta noche, 
para esta ocasión que rememoro en estas letras.

Buen ritmo, pipa llena por el camino iba andando, me detengo en un negocio...

—¿cuántas le doy joven?
—mmm, una nada más.
—puto tacaño,
—una docena doña jaja, y no sea grosera que le hago mala publicidad y el chuzo se le va a la mierda,
—tome mijo y ojalá lo perdone,
—no
 vieja, estas rosas son de amor puro, no me crea tan pendejo como para haberla embarrado.

Muero por llegar pronto a casa,

no puedo aguantar las ganas de pegarme una buena cagada que mucha pasta con salsa consumí en el almuerzo,
y que no notes el detalle y sigas con lo tuyo después de darte un indiferente beso,
no llamar la atención es necesaria.

Hecho del cuerpo y bien rasurada las bolas junto con el falo durante la ducha, salgo convertido en pulcritud y re-fresco,

busco el mejor traje: no tengo ninguno, pero no importa, la ropa más nueva y limpia utilizo,
una colonia que casi no uso tampoco repaso por mi cuello, y una aromada por la pelvis por si las moscas,
higiénico y presentable luego de un rato me asomo,
estás con el delantal y en pijama short,
el cabello enredado y una camisa vieja que descubre tu cadera y el ombligo,
pero el lugar huele delicioso,
y no me vengas con machismos y misoginias, pero la cocina es tu lugar, mujer, Gordon Ramsay se queda pendejo a tu lado;
no me notas llegar hasta cuando mi mano por impulso y consciencia propia agarra esa nalga izquierda cual águila sujetando su presa,
sueltas un respingo y la cuchara cae al suelo, no podía caer al techo, aun no estamos marihuanos, pero pronto no hemos de discernir la realidad de la fantasía,
—¡estúpido! me gritas,
te callo con un beso,
me apartas y sonrío,
—¿a dónde vas así?
—tengo una cita hoy, a las nueve,
—¿perdón?
—conocí una mujer hoy, pienso romperle el culo sin piedad,
me queda viendo con incredulidad y seriedad esperando explicaciones, pero solo ostento una sonrisa pícara,
—vuelvo tarde, no me esperes, le digo,
—me tomas por imbécil, replica,
siempre has sido una bruta, le digo y me retiro,
me sigue vociferando mil y un reclamos llenos de furia hasta que llegamos a la sala dónde sus gritos pierden el sonido,
hay allí una mesa, dos asientos, tres velas encendidas sobre la mesa y aprovechando su desconcierto, le restriego suavemente el ramo de rosas sobre el par de sus enormes y recorridas tetas,
me mira esperando con ojos que reclaman aclaraciones,
pero solo le separo una silla de la mesa y le invito a tomar asiento,
enciendo el equipo y pongo en la lista una canción relajante del viejo Marley mientras voy por la cena, yo sonrío, ella no se quiere creer nada, pero permanece en calma,
al rato regreso con la cena servida y le atiendo con la mayor delicadeza que mis torpes modales me permiten,
sonríe al verme hacer esto, y me logra enamorar una vez más,
nos disponemos a cenar en silencio, intercambiando miradas y sonrisas a lo tonto, pero sin mediar palabra,
cuando el vino se le está por terminar, me levanto y llevo conmigo la silla, me junto a su lado y le sirvo otro poco,
es dónde ya no se puede aguantar más,
—¿qué mierda hiciste?
—¿de qué hablas?
—¿por qué todo esto?
—jajaja porque te amo,
—ajá
—¿cuesta tanto creer que necesito excusas para tenerte contenta?
—mmmm
—solo disfruta de la noche, le dije.
Son cosas mías, pero la vida me ha enseñado que un hombre bueno mantiene a una mujer enamorada.

Subí el volumen a la música,

la levanté de la silla, y la cargué hasta el sofá,
procedí a narrarle un aparte de un libro erótico que terminé de leer hace poco, mientras que con mis manos acariciaba cada parte de su cuerpo,
ella quería tocarme lascivamente, pero no le dejaba,
quería yo que solo se dejara capturar por mis falanges y mi boca que tanto la deseaban,
poco a poco se iba excitando, 
poco a poco el ambiente se iba calentando,
hasta que, señores, no me dejen mentir, pero no se puede controlar a una mujer en celo,
cual gatos endemoniados, las ropas a la mierda volaron,
nuestras bocas sus lenguas entrelazaron,
su cuerpo era fuente que curaba mi sed,
huelga decir que le bese y chupé todo lo que puede saborearse,
sus piernas temblaban cuando mi boca en su entrepierna se refugiaba,
lamiendo la cobertura de sus pliegues, 
estrujando sus senos,
llevando a mi boca su clítoris protuberante,
estimulando hasta que mi cara y cuello por aquellos fulgurantes líquidos fueron bañados.

Estaba viciado, seguí lamiendo su cuerpo de pies a cabeza,

rogaba me quedara devorando su boca, pero no podía dejar de morder y absorber el sabor que me ofrecía su rolliza y escultural figura,
momentos más tarde otro orgasmo obtuvo, tanto que su cara reflejaba un placer extático maravilloso,
me abrazó y me besó, me mordió la boca y me rogó que la jodiera de una vez y por todas,
que impaciente mujer, igual, eso era lo siguiente por la obviedad del caso,
(noté que había perdido la noción de las cosas, yo estaba igual, pero consciente aún),
mi verga erecta y durísima pasó la prueba bucal primero, 
la mamó con brutal deseo, mordiendo sus labios mientras una sonrisa me regalaba,
procedí entonces a elevar su pierna izquierda sobre mi hombro y tras inspeccionar su entrada y ver la cara de anhelo por tenerla dentro se la hundí sin más,
se retorció del placer,
comenzó el asalto y al combate genital nos lanzamos,
entre arañazos y mordidas alcanzó el éxtasis fulminante que ponía en agonía su vida,
sin más decidí que ya era hora y procedí con mi cometido.

Una vez bien relajada la zona, sería más fácil el acceso,

la puse a cuatro patas, cual perra necesitada,
solo se dejaba manipular, sonreía presa de las circunstancias,
la penetré nuevamente y mientras lo hacía introducí un dedo en aquel rosadito ojete, guardián de la cueva del placer absoluto,
se inmutó levemente, así que metí dos,
reaccionó con sorpresa,
pero la tenía bien sujeta,
no te preocupes amor, si colaboras no dolerá, le dije,
¡hijo de puta! solo esto querías, ni creas que te dejaré hacerlo, reclamó,
pero era evidente que estaba más que gustosa por sentir mi falo penetrando su orificio,
acaricié su clítoris con  más fuerza mientras la seguía penetrando,  
saqué mi pene asumiendo que ya era hora,
empapada mi verga con los jugos de su delicioso coño,
y le dije: solo puja como si fueses a cagar, si duele mucho, me detendré,
obedeció sin poner resistencia,
asomé la punta de mi falo a su entrada trasera y pujó a la vez que yo penetraba, facilitando así la tarea,
una vez iba a la mitad opuso presión y trató de detenerme,
pero proseguí antes de que dijera algo y le hundí el resto con lo cual un fuerte grito emigró de su garganta,
trató de safarse, pero la tenía bien agarrada por la cadera,
me detuve y esperé unos instantes, 
estaba ebrio de placer, cosa que no hubiese podido reconocer si habría brotado una lágrima o si el dolor era exagerado en mi amada,
pero momentos después pareció calmarse y proseguí suavemente,
acaricié nuevamente su clítoris con mis dedos mientras arremetía con sutileza,
pasado un par de minutos la velocidad aumentó al punto deseado y el gozo fue mayor,
la batalla estaba ganada,
llegábamos a poco a poco al umbral necesitado,
y entre gemidos y maldiciones, estallamos en un avasallador arrebato, rindiendo  un homenaje a Venus que desde el viejo mundo nos enviaba mil bendiciones a cambio,
se dejó caer sin más y yo fui tras ella pues estaba bien enculado en sus entrañas, que por cierto estrujaban mi polla de manera exquisita,
gozamos con agradecido deleite del placer que sigue al orgasmo;
tras reincorporarnos luego de un rato echamos dos polvos más y quedamos dormidos ahí, presas de la exhaustiva labor.

Al otro día desperté solo en el sofá,

eran pasadas las horas del almuerzo ya, y olía a delicioso estofado, la miré asomar y cerré los ojos,
de repente sentí un trancazo en la cara que me tembló el mundo,
con el cucharon y golpeando varias veces mi cuerpo me insultó y me gritó rabiosamente,
le había quedado doliendo el culo horriblemente tanto que no había podido defecar desde la mañana,
yo me reí y me estampó una bofetada con todo y garras,
maldita loca, no era para tanto, a la calma la invité,
se sentó encima de golpe dejándome sin aire, 
y se acercó al oído y susurrando  me dijo: la próxima vez que pongas marihuana en mi comida, te mato.

Sonreí para mis adentros, habría sido mucho más doloroso sin ninguna ayuda, pero se que le gustó, sé cuando ha quedado complacida, y ahora lo estaba,

quizás para el otro sábado la vuelva a usar jo jo jo.


🏶Mayer🐉

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