jueves, 24 de enero de 2019

UN KILÓMETRO MÁS

Habiendo recorrido ya bastante terreno,
me detengo a encender el último cigarro que me acompaña,
el último que le dedico a quien fue un día mi mujer,
mía, con todo el peso que el sustantivo encierra,
siendo aquella la única que además ha conseguido poseerme también.
La luna ha decidido apoyar la ocasión y remueve la cortina de humo que le cubre,
ilumina el tronco sobre el cual descanso del viaje.

El saber que un gran amor te ha abandonado no es nunca fácil de superar,
pero se logra si bajas la velocidad y frenas en el punto exacto,
hablo de aquella linea que divide lo real de lo irreal y comprendes que ha debido suceder porque es necesario que lo haga,
no profundizar en el tema es menester,
no escarbar más es imperante hacerlo, puesto que al proseguir habrás de lastimarte con la dura roca que es la realidad,
y no es nada benéfico proporcionarte daño sin que al hacerlo se consiga un gran premio.

Supongo que también incrementa el hecho de que olvidarte no quiero,
que has sido tan especial en el mundo de alguien que se de pudría de las ganas de saborear el gozo de convivir con la plenitud que seres como tú otorgan,
pongo en evidencia que entregué tan sólo el ciento diez por ciento de mi amor,
que una vez víctima de la confianza que habías ofrecido me dieron ganas de abrir tus manos y depositar ahí mi corazón con  el fin de que brindases el uso que desearás,
siempre esperando el mejor resultado,
pero no te preocupes ni sientas inquietud por lo que ha pasado,
ha sido todo culpa mía y nada más,
sabrás disculparme por repetir la verdad,
buscabas a quien supliera el vacío que la mala vida te ha entregado,
buscabas a quien te ofreciera un cobijo seguro,
buscabas a un hombre que no era yo,
que aún no se ha desarrollado al punto solicitado,
y que no has sabido esperar porque en aquello se convierte,
y de la lista le has tachado suprimiendo la esperanza de tu alma sanar,
y has proseguido con el siguiente,
ruego al cielo no equivocarme aceptando mi retiro de tu existencia y que quien ahora te llena de besos y caricias, sea quien rellene los espacios y las grietas de tu ser  con un amor real y sincero.

Regálame una última de esas sonrisotas que me estremecían, amor, ya es hora de continuar el viaje con mi empresa  de alejarme de ti.

Con cariño, un pendejo que te ama.


Malayerba

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