viernes, 16 de noviembre de 2018

PERDÓN, MI CIELO

Poniendo una mano sobre mi hombro me preguntó qué pasaba,
porque mis ojos enrojecidos estaban,
porque mi voz ahogada se encontraba,
porque mi mirada jamás tan vacía se había hallado.

Me miró con bondad, a mi costado ubicó su cuerpo,
una cajetilla de cigarros de su bolsa sacó,
ofreciome uno, el otro a sus labios llevó,
asomó el fuego para encender el que tenía en la boca yo;
me quedé mirando, me quedé esperando,
brillaba intenso, ese dulce fuego me recordaba la luz de ella,
un brillo así era el que portaba mi doncella.

Me acerqué a la llama, una calada y se estremeció mi alma,
exhalé una nube de humo que se desvaneció con la brisa nocturna,
mi compañero paciente se encontraba,
una sutil sonrisa se notaba cuando su vista se perdía en la lejanía,
de repente y sin perder el horizonte, exclamó: -Ha de haber sido muy especial-
-si- secamente le repuse, -era de verdad una mujer excepcional-.


¿Cómo olvidar el día que le hablé por primera vez?
¿cómo imaginar que mi corazón sentiría algo en lo que jamás creyó?


-¡Oye! Ví lo que pusiste en el grupo-, me dijo,
-cuando hagas el otro quisiera estar ahí también-, prosiguió,
-si no hay ningún problema claro-, me aclaró,
-¿quién eres? cuestionando después de revisar su información continué,
-Cielo- me dijo con una sonrisa tierna,
-ah perfecto mi niña, pues te digo que esta misma noche estarás conmigo en el paraíso-, le respondí, infiriendo que el grupo de poesía que pensaba crear sería de los mejores que hayan existido, lo que nunca imaginé, es que era con el  paraíso con quién estaba hablando; era ella quien toda mi vida había estado esperando.


Blanca tez, pureza en el alma, inocente del pecado,
castaño su pelo, inmaculada su sonrisa,
ojos más cristalinos que el diamante,
voz de fantasía al oírla,
y una mente repleta de creatividad al ponerla a trabajar,
sin embargo es quedarse corto el intentar definir su magia celestial,
es como querer congelar una estrella fugaz para apreciarla en su totalidad,
cosa imposible para el hombre lograr,
cosa increíble era ver que un ángel a una bestia pudiese amar,
cosa increíble era que ella en mí se atreviera a fijar.


Sin embargo sucedió, nada detuvo al amor su caminar,
cada día, cada noche, el conocerla más y más, era mi única finalidad,
era encontrar la verdadera razón del por qué me debía enamorar,
o quizás era la necesidad de tener alguien más en quien realmente confiar,
y lo tenaz es que en realidad no he descubierto que fue lo que de ella me obligó a amar.



Otra calada al cigarro, otra humarada para refrescar la mente y calentar el ambiente,
otro suspiro, otra danza de carbono, y mi compañero solo escucha pacientemente.



Las horas se convirtieron en días,
los días se volvieron meses, y estos últimos en años,
la confianza se fortaleció con el tiempo,
el amor pasó a ser lo primero en cada momento;
saludarle cada día con el sentimiento perpetuo era obligatorio,
era incondicional regalarle poemas y a veces contarle mis problemas,
era ella con quién desahogaba todas mis penas.


Era feliz cuando su voz melodías regalaba,
o cuando un “te amo” sus labios susurraban,
entre risas y bromillas el cariño afloraba,
mi Cielo, mi niña, era lo que cada día color a mi vida otorgaba.


Planear compartir mi vida con ella era lo siguiente,
cada día del sol naciente le pedía a la vida poder tenerla permanentemente,
cada tarde del sol poniente, le agradecía a la vida por ponerme a tal mujer en frente,
era feliz al entender que después de tantos años de soledad helada,
sin esperarlo realmente encontré a mi amada.




-Tal parece que un amor de fantasía era lo tuyo, ¿cierto?- Me dijo él mientras extraía de la caja otro cigarro,
-¿fantasía?- me reí levemente, fantasía se queda pequeña al definir nuestra relación,
era más, era algo que no se podría explicar,
sólo corazones añejados saben de lo que intento hablar;
lo que quisiera poder relatar.

Serio, con la mirada tardía y una lágrima recorriendo mi mejilla, otra calada dediqué en su nombre;
-nada dura para siempre, es ley de vida, se que lo sabes-, me dijo
lo miré con desánimo, era natural, tenía razón, bien claro eso yo lo tenía.

Todo lo que por una causa inició, el efecto será terminar con alguna conclusión,
pero es injusta la situación por la que mi amor vivió,
es maldita la hora en la que la enfermedad a mi amada invadió,
tan solo veinticuatro años en este plano se mantuvo,
a penas empezaba con ella a construir nuestro futuro.

-Entiendo, aunque no lo comprendo, tu dolor debe ser eterno,
mortal herida la tuya, de verdad lamento mucho tu tormento-, me dijo mientras se levantaba,
y añadió mientras me dejaba la caja: –pero no eres una frágil criatura, sabes que el dolor no será para siempre, desahoga tu alma, la noche está estrellada, levanta la mirada, levanta la frente, ten en cuenta que mientras exista un mañana, en este mundo o en el otro podrás encontrarla muy posiblemente-, y se marchó.


Han pasado ya algunas horas, horas que mi cuerpo no ha sentido transcurrir,
horas en las que el tabaco se ha adentrado en mi sin notarlo,
horas en las que ríos de lágrimas no han parado de correr maldiciendo una experiencia tan amarga,
horas en las que quisiera no estar respirando,
horas en las que tan solo con su compañía quisiera estar disfrutando.



“Perdón por todo el daño causado,
perdón por no haber aprovechado cada instante de nuestro presente,
perdón por no haber sido un mejor pretendiente,
perdón por ser un cobarde hiriente,
perdón por ser un egoísta de tu amor benevolente…

…Por favor perdona mi Cielito: por no amarte debidamente”.


🌹Malayerba🐉

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