sábado, 9 de marzo de 2024

Empeyotada

*Empeyotada*

A mi amada le pasan cosas, la drogan sin querer y lo pasa mal porque ha sido sin querer. Terrible no ser yo quien lo haga para que lo pase bien.  Pese a todo, la amo más cada día. Se convierte en mi vida, se convierte en mi felicidad.

Por otro lado este  país se llena de marchas y lo único que se me antoja es disfrutar de un pitillo, pitillo que no tengo, que no he probado en más un año.
No es como que sea indispensable, pero que bien se siente ver la existencia desde otra óptica como la que ofrece la sagrada planta cuando es bien usada, cuando la usa alguien como yo, para hablar con Dios sin necesidad de palabras, para entender al creador sin necesidad de pensar.

Somos vidas pasajeras en un paseo revoltoso y la mayoría de veces no disfrutamos del viaje, no avanzamos en el camino y llegados a viejos no queda otra que esperar el reseteo, la nueva existencia, la nueva vuelta del ciclo a ver si esa vez lo logramos, pero casi nunca se puede, mas algún día se logra y el nirvana se consigue solo estirando la mano.

Pero por ahora quiero seguir disfrutando del amor que se me ha atravesado en el camino, gozarlo tanto como me sea posible. Enredarme en sus ondulados cabellos y perderme en la suavidad de su cuerpo olvidando que existo.

Malayerba


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Hay veces que simplemente necesito estar solo. Recordar que aquí adentro hay mucho vacío por llenar y que meditando lo consigo.
Me cuesta decir que no te quiero hablar, y no hay forma de decorar tanta convicción, pese a que te ame en exceso y sin razón aparente. 

Te amo, te adoro, te quiero, pero a veces necesito estar solo y nada más. Espero me puedas comprender.

Tengo miedo de perderte y no saber qué pasará conmigo si sucede, pero no puedo estar todo el tiempo para ti aunque me gustaría, tengo una vida y necesita estar en orden. 

Que hayas llegado a desordenar mi existencia no significa que no me guste que lo hagas, porque me encanta eso, que armes berrinches y me reclames para ti, porque al final soy tuyo, todo todito, soy de ti. 

Te amo, mi bebesota hermosa. 

Mayer

viernes, 23 de febrero de 2024

El buen Abad


—¿Por qué andas tan enfadado con la vida, muchacho? ¿Qué es lo que pone esa cara de odio en tu rostro?

Y el muchacho contestó: la muerte, señor... es la muerte la que no me llega, llevo toda la vida esperándola y no viene por mí, quiero volver a casa y no puedo, eso me frustra, eso me molesta.

Ya veo —dijo el Abad—, no veo razón para que siendo tan joven y bello busques la aniquilación del ser. —Come, pequeño, come y dadle satisfacción a tu estómago —agregó mientras le arrimaba un plato rebosante de comida, había lentejas, buena carne, aros de cebolla crujiente, algo de arroz y mucho más que se antojaba un manjar.

Y el jovenzuelo se agarró del plato con la voracidad del naufragó, comió y comió como si la vida se le fuese en ello. Entre las pocas cosas de las que gustaba, alimentarse era de sus preferidas. A medida que se llenaba, su miseria se opacaba, se olvidaba del mundo, se olvidaba de sí mismo.

El abad lo contemplaba apacible, no era odio lo que refulgía a través de sus ojos, solo hambre, se dijo para sí mismo y sonrió.

El pequeño sonrió igual, estaba satisfecho y su corazón se había puesto contento. Pero bien en su interior sabía que llegaría el día en que el vacío sería tan grande que no habría alimento suficiente para llenarlo y su mirada entristeció.

El Abad, viejo en los embates de la vida, percibió el asunto con la claridad del agua del manantial. Le ofreció un jugo de mango que el chico no rehusó. Bebió todo, le agradeció y se sintió somnoliento, el abad le ofreció un lecho confortable y el chico se dejó vencer, cerró sus ojos y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro.

Nunca más se supo del chiquillo, no volvió a despertar y el Abad se dijo que ya había hecho su tarea, el resto ya Dios verá cómo le hacía... no era justo traer al mundo seres sin amor por la vida.

viernes, 16 de febrero de 2024

A ella le encanta leerme historias antes de dormir y seguirme hablando aún después de quedarme dormido.

A mí me encanta que me hable mientras me traslado a un mundo onírico sin fin y con miles de vidas sin sentido donde eventualmente la encuentro en alguna que otra y sin pensarlo la hago mía, me hago de ella, me dejo llevar tal como lo hago en esta realidad.

La amo sí, con toda la gana.
A veces me saca de quicio sí, nunca se lo digo, no hace falta, es algo que me irrita pero dura tan solo un instante porque sé que siendo así es que me enamoré y siendo honestos, cuando se enoja y saca ese carácter no puedo hacer más que reír, sea por miedo o por gozo, no lo sé, me da risa, creo que de tenerme en frente podría matarme, pero si es el caso, no importaría, no si es su mano la que acaba con mi vida... Me iría contento y con una sonrisa.

viernes, 9 de febrero de 2024

Un mundo «xd», en efecto, le dije.
Porque su video era evidente.
Este mundo se va a la mierda, a la mierda más profunda y no podemos evitarlo.

Todo cuanto han pronosticado los que se saben visionarios, es posible cumplirlo a cabalidad ¡joder!: apocalipsis zombies, robots asesinos, invasiones alienígenas, todo puede ser tan real como lo que comemos en el almuerzo, y solo en pocos años en el futuro.

A veces quisiera vivir en la época de las cavernas y no preocuparme por nada más que buscar comida y echarme a dormir sin miedo a represalias por cruzar una frontera inexistente.

Malparido hijo de la gran puta el hambriento que se adueñó de lo ajeno, lo catalogó como suyo y corrompió al mundo... La propiedad privada se cagó todo.

*_Yerba_*

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domingo, 4 de febrero de 2024

Desalmada

No importa cuanto me prepare para su marcha, sé que cuando lo haga de verdad, no voy a saber qué hacer. 

Quizá sea por eso que a veces inconscientemente me alejo, para que duela menos, aunque sea una labor imposible al final de cuentas. 

Un día hablando le dije que ella podía mandarme a la mierda si quisiera. Abandonarme cuando le plazca, pues es su decisión hacerlo si lo siente, y dijo sí, puedo hacerlo claro que lo sé, claro que lo he pensado. Aquellas palabras me calaron hondo, no lo dudó ni un instante... Es una desalmada.

Malayerba

El temerario de la montaña




Un caballo malparido que no huye, es más, se acerca y nos mira fijamente, aunque las perras le ladren asiduamente el muy desgraciado se acerca, y es tanto el acercamiento que me pone nervioso. Echa patadas de vez en cuando y eso me preocupa, he visto animales más nobles atacar con fiereza. Eso es lo me preocupa, que se pare en dos patas y me las ponga dulcemente en la cara y me mande de regreso a casa, casa que he olvidado en qué lugar del universo se encuentra.

La niña de mis ojos no se reporta y eso agrava más el preocupamiento, me inquieta saber lo que le ha ocurrido y no hay otra cosa más que hacer que esperar a que aparezca y que de su rostro no se haya desvanecido su sonrisa.

Mirando otros cuadrúpedos en la lejanía hace que a mi mente lleguen pensamiento nocivos, saber que tendrá que suceder la partida de quien se ha querido es algo para lo que la preparación no alcanza.
Pero esa cosa llamada vida es así y no es posible cambiar lo eterno.
Solo queda aceptar lo que haya de suceder.

Tan sencillo es hablar de las experiencias ajenas, tan difícil de sobrellevar las propias.


Malayerba

viernes, 19 de enero de 2024

Sabueso


Siento un extraño dolor en la caja torácica. Va y viene; hay algo que está mal. Es intenso, me duele mucho, no sé, seguramente voy a morir pronto, ojalá...

Me pregunto qué razones me sostienen aún respirando, cuando hace mucho que debí dejar de hacerlo. Para tan avanzada edad sigo cometiendo errores de principiante.

La inteligencia sigue escapando y yo voy tras su rastro como un sabueso, cuando estoy a punto de atraparla, salta un par de metros más allá. Pero en ese salto deja caer un libro, siempre deja un libro, y yo, tonto como soy, me entretengo a leerlo en vez de avanzar y así, cada vez más siento como la ignorancia que viene detrás, me alcanza y me pone un brazo encima. Para cuando me doy cuenta, la inteligencia lleva más de un kilómetro por delante y debo volver a empezar, con más fuerza, con más ganas pensando que esta vez sí lo lograré, pero cuando estoy cerca, vuelve a saltar y el ciclo se repite.

Hay veces en las que me canso y quiero dejarme ahogar en algún profundo charco del camino, total, para qué seguir si no podré lograrlo. Pero supongo que no hay de otra, a falta de amigos y de amor siempre tendré las palabras, aunque muchas veces no las entienda. Y de todas formas hay quienes me siguen en el recorrido, a veces son un par, otras veces son más de diez, pero siempre me acompañan en el camino, de vez en cuando ladran, sino, solo lo hacen en silencio, y a la hora de dormir les cuento lo que he aprendido en los libros, me miran con la cabeza ladeada, dudo que me entiendan, solo se acuestan a mi lado y nos abrigamos entre todos.

En el fondo, supongo que soy como ellos, un simple animal que busca afecto, estar junto a quienes lo aceptan como es y, en lo posible, jugar, comer y dormir sin más preocupaciones.


Yerbita

domingo, 14 de enero de 2024

Lluvia de relámpagos

Porque no es posible dar otro título a la maravilla de la que he sido testigo en esta noche.

Hablando con la mujer que amo, he llegado a un campo desierto y desde ahí sin imaginarlo vi luces en el horizonte, luces creadas por la intensidad de serpientes electrizantes. Tremendo, hermoso, divino, precioso. Mis ojos se hipnotizaban al ver aquellos relámpagos apareciendo cada tres Segundos; han sido más de los que he podido contar.

Mi chica se reía al saberme emocionado como un niño descubriendo el mundo y yo la amé una vez más, porque siempre la amo una vez más cada vez que se ríe.

¿Por qué tienes miedo de gritar un «te amo» sincero a los cuatro vientos, cabroncete?

¿Acaso tienes miedo de no tener la certeza de que tu amor está bien guardado y que al gritarlo se pierda toda su valía en la persona incorrecta? Sí, eso debe ser y entonces te noto jodido porque así no se puede vivir.

Yo, por otro lado, no tengo idea de si es la persona correcta ella, pero tengo toda la certeza absoluta de que la amo con todo el corazón y por ahora nada más importa. Se enoja sí, muchas veces, y a lo mejor es culpa mía, o a lo mejor de ella, pero supongo que eso es lo que nos encanta. A ella enojarse y armar berrinche; a mí, verla enojada y buscar la manera de volver a hacerla reír, porque al final todo desemboca en lo inevitable: besos, besos con ganas, besos llenos pasión añejados con caricias, tantas, como si fuese la última vez que se las pudiese sentir.

Así funciona esto: la quiero, me quiere, la amo, me ama, la extraño, me extraña, me ocupo en algo y tardo un poco en llegar a su lado, y ella me manda a la puta mierda, aunque nunca sea grosera, pero cuántas ganas no le deben dar...Y nace entonces la obligación de buscar otro camino, otro sendero que me lleve a atravesarme en su día porque a esta altura no le veo sentido a la vida ni a la felicidad si no está ella.


Malayerba


lunes, 25 de diciembre de 2023

Tormenta y vendaval



Es curioso cómo el estado de ánimo puede cambiar tan fácilmente cuando te dicen cosas importantes sobre la realidad que intentas construir.

Todo este año estuvo simple, sin sabor, calmo, y de repente aparece sin pensarlo una chiquilla de esas que son jodidas y pierdes la cabeza inevitablemente. Luego un día se enoja y con la cabeza perdida ya poco hay que hacer. Escribes por inercia, porque era la costumbre, porque el sentimiento está caliente y debes sacarlo de adentro o te quemará...Y lo sacas y el miedo por lo que pueda desatar desaparece, porque eres un escritor, ¡maldita sea!, ¡eres un jodido escritor de esos que nacen cada mil años!, y necesitas experiencias para poder plasmarla en páginas y páginas que solo las personas indicadas leerán, porque las palabras correctas solo se mostrarán a los ojos dispuestos a ver.

Entonces las discusiones y problemas deben ocurrir para probar de qué estamos hechos los hombres buenos; por desgracia no tenemos mayor resistencia, somos frágiles seres como un niño que ha perdido a su madre en el tumulto y a pesar que llora nadie lo socorre.

El niño se cría solo en medio del barullo odiando al mundo, y deseando la destrucción total para mañana mismo ojalá, pero mañana el mundo seguirá girando, al amanecer el sol volverá a salir y las estrellas volverán a brillar tras el atardecer.

Y el niño que ya no es niño se da cuenta de que solo es un pobre diablo entre tantos más, que nada en él hay de especial y que solo se engañó a sí mismo cada anochecer, soñando que había un lugar para él en el mundo donde aceptaran su fracturado corazón, pero al despertar el sol vuelve a brillar, le ciega la mirada, y le quema la carne. Entonces se oculta del mundo y se refugia en la más eterna oscuridad.

Ahí se siente tranquilo; en medio de la penumbra los seres que han sido condenados lo acompañan en silencio, nunca dañándolo, pero siempre demostrando que están ahí para él, porque es uno de ellos y tarde o temprano deberá marchar a su lado.

Mas contra todo pronóstico el niño que ya no es niño, se sienta en la cima de una montaña a meditar y el recuerdo llega a su mente: tenía algo dentro de su pecho, una llama verde como los campos más cuidados por la mano de Dios, y esa llama le dijo durante bastante tiempo que aguantara, no importase lo que ocurriera, aguantara, que ningún dolor es eterno, que mejores días vendrán.

Pero el niño que era de por sí demasiado estúpido y lento para comprender las cosas importantes, solo obraba con lo que sentía en fuero interno, atacaba y devoraba las palabras, exprimía las ideas de su mente y las obligaba a salir en escritos vulgares y poco inteligentes, pero las escribía en hojas de hierba que el viento las hacía volar lejos, tan lejos qué un día lograrían llegar al lugar indicado donde le devolverían la señal. Un día ocurrió, duró poco y la señal se perdió en la inmensidad, en un precioso y claro cielo de octubre.

Pero ahora aquella señal ha vuelto a aparecer en forma de tormenta, trayendo todo un caos consigo, dejando desastres a su paso, pero inolvidables; ha llegado en un momento inesperado y esta vez no la piensa dejar marchar, desea poder impregnarse del aroma que desprenden sus acaramelados rizos.
Sentir el tacto de su piel.
Ver su alma reflejada en sus ojos de cristal...No, no va a permitir que se vaya, no sin antes entregarle todo el amor del que es dueño.

Ha recogido trocitos en el camino y con ellos ha formado una rosa, solo una, pero tan pura y tan olorosa, que ni en el jardín del Edén podría existir. La meta: ponerla de adorno en su cabellera, mientras la abraza como se abraza lo más preciado, la mira como se mira la más absoluta belleza y de su boca sale el más sincero: te amo, mi amor, y terminar besándola como nunca la han besado.


«Sí, ella es una tormenta y yo un pequeño vendaval... ahí ya nada hay que hacer».


Malayerba