domingo, 14 de enero de 2024

Lluvia de relámpagos

Porque no es posible dar otro título a la maravilla de la que he sido testigo en esta noche.

Hablando con la mujer que amo, he llegado a un campo desierto y desde ahí sin imaginarlo vi luces en el horizonte, luces creadas por la intensidad de serpientes electrizantes. Tremendo, hermoso, divino, precioso. Mis ojos se hipnotizaban al ver aquellos relámpagos apareciendo cada tres Segundos; han sido más de los que he podido contar.

Mi chica se reía al saberme emocionado como un niño descubriendo el mundo y yo la amé una vez más, porque siempre la amo una vez más cada vez que se ríe.

¿Por qué tienes miedo de gritar un «te amo» sincero a los cuatro vientos, cabroncete?

¿Acaso tienes miedo de no tener la certeza de que tu amor está bien guardado y que al gritarlo se pierda toda su valía en la persona incorrecta? Sí, eso debe ser y entonces te noto jodido porque así no se puede vivir.

Yo, por otro lado, no tengo idea de si es la persona correcta ella, pero tengo toda la certeza absoluta de que la amo con todo el corazón y por ahora nada más importa. Se enoja sí, muchas veces, y a lo mejor es culpa mía, o a lo mejor de ella, pero supongo que eso es lo que nos encanta. A ella enojarse y armar berrinche; a mí, verla enojada y buscar la manera de volver a hacerla reír, porque al final todo desemboca en lo inevitable: besos, besos con ganas, besos llenos pasión añejados con caricias, tantas, como si fuese la última vez que se las pudiese sentir.

Así funciona esto: la quiero, me quiere, la amo, me ama, la extraño, me extraña, me ocupo en algo y tardo un poco en llegar a su lado, y ella me manda a la puta mierda, aunque nunca sea grosera, pero cuántas ganas no le deben dar...Y nace entonces la obligación de buscar otro camino, otro sendero que me lleve a atravesarme en su día porque a esta altura no le veo sentido a la vida ni a la felicidad si no está ella.


Malayerba


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