La niña de mis ojos no se reporta y eso agrava más el preocupamiento, me inquieta saber lo que le ha ocurrido y no hay otra cosa más que hacer que esperar a que aparezca y que de su rostro no se haya desvanecido su sonrisa.
Mirando otros cuadrúpedos en la lejanía hace que a mi mente lleguen pensamiento nocivos, saber que tendrá que suceder la partida de quien se ha querido es algo para lo que la preparación no alcanza.
Pero esa cosa llamada vida es así y no es posible cambiar lo eterno.
Solo queda aceptar lo que haya de suceder.
Tan sencillo es hablar de las experiencias ajenas, tan difícil de sobrellevar las propias.
Malayerba
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