viernes, 5 de junio de 2020

miércoles, 3 de junio de 2020

DESALIENTO

Muy lejos de aquí, 
hay un lugar donde los sueños cobran sentido. 
Ahora solo espero mi turno de subir a alguna una estrella
e irme con ella a recorrer los campos cada noche,
hasta olvidarme de quién he sido,
hasta olvidarme del por qué he estado vivo.

Un cigarro se quema entre mis labios;
burbujas de humo se esparcen por el espacio,
y sin dirección ni sentido, se esfuman en medio de la oscura noche;
entre tanto, yo permanezco en vilo desde el día en que perdí el motivo para seguir.
Casi no duermo,
casi no encuentro descanso. 
No hay consuelo, pero sigo buscando entre el gentío un lugar donde hallar alivio.

Mientras me pregunto si hay alguna tormenta que amaine esta ansiedad de dolor, 
una endeble luz se alza en el horizonte,
y me quedo observando,
pensando hace cuánto tiempo habrá muerto aquella estrella,
y el por qué no se le ocurrió dejar de iluminar.

Y ahora un gato se pasea bajo mis pies,
la brisa nocturna se mezcla con la sangre de mis venas, 
y siento el frío mortuorio de quién del otro lado me llama. 


martes, 2 de junio de 2020

JUGO DE GUANÁBANA

Cómo hago para decirle que me encanta.
Que me tiene flotando desde hace un buen tiempo.
Que quiero tenerla cerca,
a mi costado si es posible,
con mis manos acariciando su pecho ojalá.

Cómo le hago entender que quiero que prostituya,
que se venda,
y que su precio se pague con la vida.
Cómo le explico que quiero que se convierta en puta,
para poder comprarla,
para que sea solo mía,
y pagar el servicio de su compañía
con un millar de besos cada día.

¿Qué camino elijo para llegar a su locura,
para sacarle el diablo,
y que haga de mi vida un infierno?
A ver si así me siento como en casa,
a ver si así recuerdo el lugar de dónde vengo.

¿Cómo hago para que entienda que en esta vida no me veo sin ella?,
que me es necesario sentir su presencia;
que en las noches me desvelo pensando,
analizando,
buscando la forma de que vuelva a creer en los hombres,
o que al menos crea en el amor que le brindo...
¿Cómo te conquisto?, dime.


Malaya


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lunes, 1 de junio de 2020

UNA NIÑA POR AHÍ

Paulatinamente su vida decayó.
El cielo oscureció de su vida el rojo pasión.
Las noches olían a promesas rotas,
los días se tiñeron de gris.  

Presa de la melancolía, desfogó su ira.
Contra su cuerpo asentó varias veces el cuchillo,
la sangre fluía lento por las ranuras de la cerámica,
y con un último suspiro se despidió del mundo.

De pronto emergieron del subsuelo unas sombras que despertaron a la niña,
no tenían ojos, ni boca, pero miraban dentro de su ser y le dijeron cosas horrorizaron por completo su alma;
la niña entró en un desesperado tormento,
se estaba muriendo y ya no había vuelta atrás;
cerró sus ojos y se dejó llevar.

Al otro día sin poder entenderlo, oyó los gritos de su madre que la despertaban;
se sintió molesta y limpiando su cara se levantó;
recordó entonces que debía estar muerta,
pero amaneció recostada en la cama con los pies a la cabecera,
y entendió que le fue concedida una oportunidad más.

Recogió su cabello;
se miró al espejo;
una lágrima rodó por su mejilla,
y entre la canela piel de esa bella negra, un rayo de luz se posó.

«La vida es una mierda,
el mundo apesta,
y pese a lo de ayer,
quizá lo mejor sea que en realidad esté muerta», pensó para sí.
Pero afuera había dejado de llover,
y un pájaro aterrizó en el patio,
llevaba una pierna herida,
cojeaba,
tenía un ala rota,
y aún así seguía cantando y se fue volando luego de recoger una rama.

Insignificante la escena,
pero una buena enseñanza,
porque la niña de los ojos bonitos entendió que debía seguir,
que ningún mal duraría eternamente,
que lo único que debía hacer, era soportar un poco más.

Transcurrieron cuatro años y la niña se hizo mayor;
para entonces había trazado su camino:
alejarse de lo que le hacía daño.
Llenó en un maletero unas prendas,
un par de sonrisas,
unos cuantos poemas,
y las ganas de luchar por sus sueños.
Sin más cosas que una vida fragmentada,
salió en busca de su lugar en este mundo.
Tras tropiezos, 
decepciones,
ganas de tirar la toalla,
y un par de lustros demás,
halló en el camino un amigo real, 
y de pronto, fueron dos,
y un par de kilómetros más allá, apareció el tercero.

A los noventa y cinco años, 
cuando estaba en su lecho de muerte,
la rodeaban incontables personas,
todos ellas sintiendo amor por quien les alegró su vida,
cuando estaba a punto de morir,
vio emerger del suelo unas sombras,
y se dio cuenta de que ya era su hora,
y se fue sonriente con un corazón contento, sabiendo que cada día es una nueva oportunidad de hacer algo mejor,
y que al fin y al cabo, optar por vivir, había sido su mejor elección.


Malayerba

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domingo, 31 de mayo de 2020

VEN A DORMIR

Te veo, solo observo, y aún así me pierdo.
Impresa en una fotografía que llevo siempre conmigo,
justo esa en la que sales más fea según tú,
esa misma en la que pude notar por vez primera tu verdadera luz.

Ha pasado el tiempo y debo confesar que busqué en otras lo que tú me brindabas.
Ha pasado el tiempo y ninguna otra pudo llenar siquiera la mitad de lo que tu abarcabas en mí.
Vives con la esperanza de encontrar un día el verdadero hombre de tu vida,
y yo vivo con la esperanza de poder convertirme en aquel uno de estos días. 

Ven a dormir a mi lado, si una noche sientes frío;
te estaré esperando con los brazos abiertos aunque sea dormido.
Muéveme si me encuentro en el octavo sueño,
despiértame para poder percibir tu presencia;
llena de felicidad ese momento...
solo quiero volver a volar abrazado a tu cuerpo.


Mayer




viernes, 29 de mayo de 2020

POETA DEL CHIQUERO cap lll: Planes post-cuarentena

Una vez finalice el encierro,
todos habrán de salir corriendo a ver a sus alejados, 
a ponerlos cerca.
Muchos tantos a culiar, 
a culiar como hijueputa;
a pelo,
pelados,
con granos,
con sida,
sin sida,
da igual.
Vergas torcidas habrán de toparse con coños cerrados esperando con ansias, ser abiertos.
Otros habrán de buscar a su pareja y hacer el amor con ella hasta el salga el sol y continúe en lo alto durante un buen rato. 
Sexo, bebida, drogas y placer, 
mucho placer. 
Aunque todo esto será luego suplir lo prioritario,
como calmar el hambre y dejar contenta la panza, 
claro está. 

—Y los que no tenemos novia, o una chica guapa, ¿qué hacemos?
—Loco, ¿acaso crees que una gripe va a extinguir a las putas?
—Pero, ¿y si de verdad salimos y no hay? 
—Mano a la verga, harta mano jalando la tripa; y para ellas, buenos palos de plástico motorizados.
—Wow. Que se acabe rápido esta mierda. Quiero meterle un palo de esos a una zorra, jeje.
—Ja,ja,ja, sorete.

Y Armando salió venturoso el día de la liberación.
Ansioso de sentir un par de buenas nalgas sobre sus muslos,
de ser amamantado con unos grandes pezones.
Había hecho una lista de sueños a cumplir,
más de treinta objetivos que alcanzar antes de terminar aquél año.
En el primer número se encontraba Vanesa, esa perra, como la sabía llamar,
porque estaba demasiado buena, y ya todos sus conocidos habían gozado con la chica,
y él no se quería quedar atrás,
fuera como sea, tenía que follar ese maldito trasero.

La fortuna le sonrió a la cara cuando ingresando a la tienda por un par de cervezas y unos cigarros, la vio.
Estaba con una ligera pijama,
y una cara de aburrimiento que la dominaba.
Armando sin perder más tiempo le cayó cual hambriento frente a un buen plato, 
la respuesta fue obvia: gritos de la chica exclamando auxilio por culpa de un pervertido.
Armando reconoció su error, y despavorido salió corriendo.
—Maldita puta, me las vas a pagar —iba susurrando en su mente—.

Primer objetivo fallido —se sintió miserable una vez estuvo en casa.
Los otros eran por mucho más complicados.
—¿Qué estaba pensando cuando escribí esto? se preguntaba confundido—.
Se bebió todas las cervezas de golpe.
Ya estaba oscureciendo cuando se sintió ebrio,
pero ahora estaba contento.
Se asomó al balcón y encendió un cigarrillo,
iba por el tercero cuando la miró.
—Hija de puta, esta vez no te me escapas —musitó en tono glorioso—.
Entre sus drogas vencidas encontró un poco de cloroformo y sonrió.

Salió a la calle, 
había gente por todo lado, felices de poder andar en libertad,
y al rato la encontró,
siguió sigiloso a la chica.
Sabía ya por dónde vivía y le faltaban algunas cuadras para llegar.
Cruzó por un parque al que le fallaban algunas luces y el sitio no pudo ser más perfecto,
Armando con la velocidad de un rayo y una mente embriagada por el deseo más que por el alcohol y alguna droga, no reparó en ser tosco y agarrar a la chica por la fuerza,
le tapó la boca con su pañuelo y a los pocos minutos de forcejeo se dejó de mover.

No había gente al rededor,
era curioso ese hecho,
habían luces prendidas en las casas aledañas,
pero nadie se asomaba siquiera a las ventanas.
No lo pensó dos veces,
la arrastró bajo el árbol,
y de una manotada le arrancó las prendas a la dama.
El short que llevaba no dejaba apreciar esas buenas nalgas,
pero sin él, se podía observar con la poca luz del lugar,
que eso hace rato no era manoseado.
Aprovechó sin más reparo y se sacó la verga,
la azotó contra el trasero de la niña muerta,
o inconsciente, daba igual.
Y folló alegremente ese coño sonriente,
era un maldito depravado sacándole el jugo a la primera noche de septiembre.
Estuvo un buen rato dándole como mejor podía,
boca arriba, y abajo,
arrimada al árbol y en el negro suelo.
Al final no se aguantó más, le abrió la boca y le llenó de esperma la garganta. 
Pero la polla le seguía dura, y quería continuar.

En cuatro con algo de dificultad la ubicó,
y un par de escupitajos al centro de su ojete le zampó.
La verga tiesa como si fuera una astilla de madera rústica, fue penetrando forzosamente ese ano cerrado.
Sintió algo chorreando, claro, el hijoperra la había desgarrado.
Le pareció curioso el hecho pues sabía que más de uno le había dado por el culo,
pero se sintió arriba por creer que tenía la verga tan gruesa como para agrandar más el orificio.
Así transcurrieron otros minutos más hasta que ya no pudo más y se corrió de buena gana dentro de la chiquilla.

De repente escuchó voces y aterrizó de golpe, sintió un escalofrío por todo su cuerpo,
y se asustó.
Se subió el pantalón, le tiró las prendas encima a la niña y salió sigiloso como el viento.

Al otro día estaba soñando que tenía sexo con Vanesa en una nube cuando un estruendo derribó la puerta y seis agentes entraron al lugar.
Sin mediar palabras y sin que le diera tiempo de acabar de despertar,
lo esposaron y lo sacaron a rastras,
algo recordaba de la noche,
mejor dicho recordaba bien haberse follado a esa puta,
y sonrió para sí.
Al salir a la calle un grupo de gente se abalanzó contra él,
y un hombre enojado le partió la cara de un puñetazo,
—¡MALDITO ASESINO! ¡MALDITO VIOLADOR HIJO DE PUTA! ¡TE VOY A MATAR! —le gritó repetidas veces, antes de que más polis intervinieran—.
Armando aturdido y en peligro de que el tumulto se le fuera encima entró en el carro con la protección de los agentes.

Pero la masa de gente no andaba con ganas de seguir permitiendo atropellos,
y de un golpe rompieron el cristal, y sacaron al jovenzuelo del vehículo;
los polis no pudieron detenerlos,
Armando fue amarrado a una camioneta y arrastrado por la plazoleta;
pero antes de que aumentara la velocidad del carro, alcanzó a ver a Vanesa que bebía una gaseosa por el calor,
y estaba tan buena como siempre,
pero estaba de pie y sonriente.
—Entonces... —pensó confundido y recordó al hombre que le golpeó la cara—. Era don Jeremías, pero por qué fue lo último que pensó antes de que el pavimento le reventara la cabeza—.

Apéndice: Sarita tenía quince años, era virgen aún; le gustaba cantar para los niños en el parque. La noche anterior había salido de urgencia por unos medicamentos para su madre, pero no se percató de que al regreso, un enfermo la venía acechando.


Malayerba

https://youtu.be/TvC-fsRVjbM

jueves, 28 de mayo de 2020

ESTULTO

Me dan ganas de matarme.
Me siento agotado.
Extrañarían lo que escribo quizá,
pero se les pasaría en breve.

Las notas musicales de una canción acompasan el sentimiento que llevo dentro.
Sentirse poca cosa aún sabiendo que hay todo un potencial para cambiar el mundo, es cosa de idiotas,
pero los vemos de seguido;
con el cuello curvo.
Con la mirada triste.
Con el paso cansado.
Agobiados como si ya no hubiese razón para seguir vivos.

A veces, después de conocer la mentira, preferimos seguir creyéndola para no perder la esperanza a la cual nos habíamos sujeto.
Por miedo a volver a caer en los brazos de la tristeza,
porque volver significa estar más cerca de la muerte que deseas con el alma, pero que sabes que no es lo correcto.

Cometer fallos es de humanos,
pero caer en absurdos es cosa de verdaderos tontos.
Sentirse mal es normal,
querer desaparecer es normal...
Cuchillo al cuello y asunto resuelto, ¿no?


Yerbita

miércoles, 27 de mayo de 2020

DECEPCIONES

Hay días en los que las palabras no alcanzan a expresar lo que se siente.

El pecho me duele demasiado. 
El alma se fragmenta. 
El café sabe muy amargo. 
La luz de mi vida se apaga.

Pero entre tanta desgracia, 
se comprende que las cosas deben seguir su curso.
Que el río avanza,
que el mundo de girar no deja;
que esperar la hora de partir debe tomarse con paciencia.

Fumando un cigarro desde un rincón del universo, estas palabras al viento expreso, 
con la intención de olvidarme de que existo... 
con la intención de olvidarlo todo y seguir como si nada. 


Malayerba

martes, 26 de mayo de 2020

ERÓTICA TOXICIDAD (+18)

—«No llores frente a mí, porque harás que me excite. 
Y sé bien que cuando se siente la necesidad, el alma debe desahogarse en llanto.
Pero si soy yo quien te ve,
no voy a consolarte como si fuese una amiga,
porque lo único que provocarías en mí es que te folle sin piedad» —fue lo que le dije un día—.
Y creí haberlo dejado claro,
o eso pensé,
pero al parecer no lo comprendió del todo,
y entonces ese miércoles sucedió.

Era su cumpleaños y todo iba bien;
de pronto 
por azares del destino o de la vida que desea joder el idilio,
asuntos de otras épocas salieron a relucir en aquella fecha,
y sin que me enterara del caso en primera instancia,
todo fue reclamos,
llanto y malos tratos.
Lloraba desconsolada,
me miraba con odio y rencor,
pero quién era yo, si no un maldito ser que harto cansado de estupideces andaba.
—¡¿Por qué no te largas a joder a otro lado hijo de puta? —me gritó—.
Yo la miraba sereno, y en mi mente un efluvio de emociones y perversiones asomaron de golpe.
Una sonrisa se me formó sin que me diese cuenta, y por tanto su reacción fue peor.
—¡MALDITO HIJO DE TU REPUTÍSIMA MADRE!, ¡¿cómo te atreves a burlarte de mí?! —me gritó, mientras se dirigía con golpes a mi rostro—.
Los detuve sin mayor problema, y podía haber esclarecido la situación y demostrar mi inocencia,
pero ella no estaba para dialogar,
para entrar en razón;
en esos momentos de euforia, solo una cosa podía calmar a semejante fiera.

Abracé su cuerpo,
le di media vuelta y la arrimé mi pecho.
Me acerqué a su cuello,
sujeté sus manos con mi mano izquierda y con la derecha agarré su cabello y lo eché hacia atrás;
su pálido cuello era un torbellino de emociones;
lo besé intensamente buscando impregnarme con su aroma de mujer.
Ella estaba irritada,
enfurecida,
pero no oponía resistencia,
y resistencia es justo lo que iba yo a necesitar y toda la que existiera cuando despertara al diablo que ella llevaba dentro.

En todo caso no fue fácil dominarla, pese a la primera impresión que me había dado.
Llevándola a rastras de su larga cabellera, 
un paseo por el suelo alfombrado dimos.
En el camino, su negro vestido fue perdiendo su forma,
y la tanga había resbalado a las pantorrillas cuando me detuve.
Entre gritos, insultos y majaderías,
anduve llevándola cual esclava rebelde por toda la habitación hasta que suplicara compasión, 
mas no lo hizo, y eso acaparó mi atención;
sus ojos irradiaban odio, 
pero un destello en ellos pedía más dolor.

Entre rápidos movimientos,
amarré sus manos hacia atrás,
y una correa usada como látigo, fue la herramienta de que me permitiera abusar de quien fuera mi dulce novia.
Uno, dos, tres azotes a su redondo trasero fueron suficientes para enrojecer semejante voluptuosidad,
se quiso incorporar, pero no había manera.
Le azoté un par de veces más para que educar a la perra;
gritos, gemidos y llanto cruzado eran sus respuestas,
pero de mí, la razón ya había escapado,
y ahora solo quería sentir el placer que su dolor me causaba.

A su espalda un par de azotes más fueron a parar,
una obra de arte se dibujó en su cuerpo,
un rojo pasión marcaba el lienzo de su blanquecino cuerpo,
y encendieron en mí el encanto de saberme su dueño.
Mi cuerpo ardía al igual que el suyo, sin necesidad ser golpeado,
y mi entrepierna pedía a gritos entrar en acción.
¡Oh, mierda!, ya no podía parar,
no pude continuar con mi propósito, necesitaba desfogar.
Me desnudé en el acto,
levanté su adorable boca,
y la enganché a mi verga,
la mamaba con dulzura, cerré los ojos y me dejé llevar.

De repente un grito eché al cielo,
la desgraciada la había mordido,
y eso significaba un exceso de mala educación que necesitaba ser corregido;
abofetee su linda carita hasta enrojecer sus mejillas,
y le introduje mi polla hasta que sintiera el ahogamiento,
y de esta forma a succionar un falo, fue aprendiendo.

Me levanté y me dirigí a donde se erguían sus nalgas,
y ¡oh sorpresa!, la mía, 
la humedad había empapado la alfombra,
se había corrido un par de veces y no me había percatado de ello;
qué poco detallista me sentí.

Amasé su blanco trasero y como buen sirviente, 
agradecí a los dioses por ponerme tanta lubricidad en mi camino;
me dispuse a saborear ese coño que se hallaba hinchado,
y pedía a gritos ser complacido;
y no habían pasado más que un par de luces por la ventana,
cuando sentí en mi boca la saladez de su alma;
se desbordaron en mi boca sus jugos benditos,
y mi erección se reafirmó con tal dureza 
que entre una barra acero y mi verga no había diferencia.

Proseguí a resbalar en su entrada mi polla,
y notaba como la quería toda adentro y sin demora,
pero yo no estaba para complacer,
sino para ponerla a ansiosa hasta que exigiera con el alma.
No transcurrió más de un minuto antes de que me pidiera a gritos que se la hundiera,
y para ser sincero, yo tampoco aguantaba más.

Arremetí contra aquellos labios lubricados con el mayor deleite,
sin perder el ritmo,
sin cesar un instante.
La noche avanzaba lenta y yo me perdía en los encantos de mi amada.
Al ver ese ojete dando brincos a mis muslos,
no pude contener las ganas y suavemente fui metiendo un dedo en aquel hoyo deleitoso.
Pude notar como trató de impedirlo,
era virgen y al parecer aún no le apetecía ser enculada.
Pero yo no estaba para conceder piedad,
así que a fuerza y halando su espesa cabellera con una mano,
y con la verga dentro de sí,
mis dedos ansiosos hurgaron en su cavidad anal con el mayor cuidado, pero sin misericordia.
Sus gritos, lisuras e improperios fueron la música de la habitación.

Aunque lubricado su ano, mi verga hacia un esfuerzo enorme por entrar,
pero al final ella debió entender que no había escapatoria,
así que, siguiendo mis instrucciones,
pujó a la vez que yo penetraba, facilitando así la tarea.
Una vez sucedido lo peor,
lo mejor se dejó sentir;
tras largos gemidos, eyaculé ríos de esperma en su adorable agujero,
y ella se desvanecía en el suelo,
yo quedé rendido a su espalda,
adormilado de placer.
Luego de notar como se retorcía y gemía tras su noveno orgasmo, perdí la cuenta de los subsiguientes.
Se habría corrido una diez veces por cada una de las mías,
y yo esa noche, no llegué a más de tres.

Me levanté, bebí la cerveza que había dejado en la mesita de noche, y la observé.
Un cuadro perfecto en el suelo se dibujaba,
mi adorada novia fenecía entre el dolor y el deleite.
Le solté las manos, 
le besé la nuca y me quedé dormido profundamente a su lado,
mientras escuchaba como los latidos de mi corazón y el suyo entonaban una misma melodía.

Al despertar al otro día,
vi mi reflejo en el techo,
a mi lado,
y en el fondo,
había espejos en toda la habitación.
Quise sobarme la cara,
pero no pude,
mis manos estaban atadas,
mis pies de igual manera,
y Bibiana apareció en la puerta;
vestía de cuero,
con un antifaz de zorra,
y una sonrisa...
esa sonrisa que hasta el sol de hoy me causa escalofrío,
era el día de su venganza,
desquitarse conmigo y de todas las formas, era su plan,
podía notarlo en sus ojos;
y amigo lector,
no tiene idea de lo que me hizo la condenada,
sin embargo, ya lo habré de hacer partícipe en el siguiente relato, para que sea testigo de tanta guarrada.


Malayerba & Bibi

https://youtu.be/FJT81L2Ol5A