martes, 20 de septiembre de 2022

Anda, juguemos a quitarnos las ropas,
la carne,
los huesos,
juguemos a desvestir el alma antes que nuestros cuerpos.
Juguemos al juego donde todos ganan y nadie pierde,
donde el amor sea la ley y cometer pecados el deber.

Enfurezco, me reprimo y exploto en un grito. 
Porque de un tiempo acá solo me interesas tú ¡joder! ¿Qué parte no entiendes, mujer?
¿S0y un caprichoso? Sí, quizá, es posible.
¿Que cuando algo me cautiva hago lo que sea para obtenerlo? Pues tal vez así lo hice en el pasado, ahora solo hasta donde la razón me lo permite.
Una razón que realmente no entiende de juicios porque a pesar de todo, es el corazón el que gobierna por completo.
Y guiado por él, he tropezado miles de veces y posiblemente siga así en lo que me resta de vida.

Llenando de espejismos mis ojos y de ilusiones mi alma, continúo dedicándole versos con la esperanza de que un día pueda leerlos y ojalá, comprenderlos.
Y al no poder hacerlo yo, solo me queda decirle a quien es su amigo, que salga con ella, que la pasen de maravilla y que la haga reír, sobre todo eso, que la haga sonreír lo que dure la velada...su amistad... su vida.

No obstante, se me achica el corazón al imaginarlo y un nudo se forja en mi garganta;
un dolor se anida en mi pecho y la tristeza resucita.
Odio el sentimiento, lo odio con todas mis fuerzas, pero entre más lo odio, más se acrecienta, y es bastante jodido no poder combatir la melancolía que te domina cuando sientes que por más que te hayas esforzado, no has conseguido lograr lo que se supone debías alcanzar.

Yerbita

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