domingo, 17 de octubre de 2021

CACHETONA

Era yo un tipo callado y, ahora, si cojo confianza, no me callo,
por eso, mujer, no me des confianza o vuestros días serán tormentosos a lado del que no sabe cerrar la boca
y usar la lengua para contarle a vuestro oído mil historias de amor.

Voy a hacer de la conquista una epopeya de poemas;
que los días se hagan eternos y que las horas, el reloj no las marque;
que al encontrarse tu mirada con la mía, el nervio no desate su magia y yo no tiemble de pena al estar frente a una doncella como vuestra merced.

Aquí me ves, mezclando la filosofía del pendejo con la inmadurez del enamorado, 
resultando en palabrería sin forma y sin un sentido más que adornar con cariño cada una de estas letras, 
cariño que he recogido en la corrida de esta tarde por el camino de San Pedro.

Mujer, heme aquí, 
a mí, 
yo, 
tu servidor, 
tu siervo, tu esclavo, 
y por qué no, tu amo que dispuesto se haya a complacer hasta tus más oscuros y bajos deseos.
Que si hay que matar... Oh, por favor, pídeme que mate, 
dime que quieres muertos para usarlos de cama y revolcarnos en su sangre y acoplando nuestras caderas devorarnos las bocas para ver qué pasa, 
pero, si no lo prefieres así, 
que sea sobre helado de vainilla y fresa para comernos a gusto.

Oh, mujer, mira cómo me tienes, 
loco por perderme de nuevo en tus besos y más aún, inspirado,
aunque tenga que conformarme con la fría compañía de tu ausencia.


Malaya


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